Demasiado pronto

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Matt:

—Matt, no sabes lo feliz que me siento por ti... Estoy muy orgullosa —dijo Vera con una sonrisa de oreja a oreja, al contarle la situación con Blake.

—Gracias... —respondí con una tímida sonrisa.

—Esto es un enorme avance, tenemos que celebrarlo... ¿Qué te parece si un día de estos vienes a mi casa a cenar? ¡Invita a Blake, por supuesto! —dijo emocionada.

—Estaré encantado, Vera.

—¡Eso! Me voy. —Tomó su bolso y se puso de pie—. En definitiva la sesión más positiva que he tenido contigo... ¡Estoy muy emocionada! —Reí.

—Todo esto es gracias a ti. Mil gracias, Vera. —Le di un fuerte y amistoso abrazo.

—Gracias a ti, corazón, por permitirme ayudarte... Saluda a Amy y a Amelia de mi parte, ¿vale?

—Vale.

—Nos veremos la próxima semana... —Abrió la puerta y salió de mi apartamento.

—¿Quieres que te acompañe abajo?

—No, está bien, conozco el camino. Cuídate, Matt...

—Igualmente, Vera. —Me despedí de ella por última vez mientras la puerta del ascensor se cerraba, alzando mi mano derecha.

Estuve a punto de volver a mi apartamento, cuando vi a Blake salir del suyo.

—Buenos días, preciosa. —Sonreí de lado, admirando lo bien que se veía con ese ajustado y escotado vestido blanco con azul.

—¿Quién era ella? —Se recargó en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Ahora la vista era aún mejor.

—¿Eh? ¿Vera? Ah... mi terapeuta. Vino a darme la sesión de hoy aquí —respondí.

—Hm... ¿eso hacen normalmente las terapeutas? —Hizo un puchero. Ahora le comería la boca a besos.

—Ella sí, es una buena amiga... Y está casada... —dije mientras me aproximaba, hasta quedar plantado a escasos centímetros de ella.

—Eso no le impide a ninguna mujer verte con otros ojo...

—Con una mujer —interrumpí.

—¿Cómo? —Sacudió la cabeza, haciéndome reír divertido.

—Vera está casada con una mujer. Y no, no es bisexual, es lesbiana... —expliqué.

—Ohhh... —Abrió los ojos como platos—. Entiendo... entonces... —Tomé su cintura cuando salió corriendo y la pegué a mi cuerpo—. ¡Qué vergüenza! —dijo entre risas.

—De hecho nos invitó a cenar —agregué.

—¡Ahora estoy más avergonzada! —Reí con ella.

—Eres encantadora cuando estás celosa... A diferencia de mí. —Rodé los ojos.

—¿Ah, sí? —dudó.

—Sí... Me dan ganas de comerte a besos, joder... —Ella rió con las mejillas coloradas.

—¿Y qué te detiene?

—Nada en realidad... —La besé apasionadamente.

—Hola... —Escuché a Brian a nuestras espaldas. Al separarnos, lo encontramos mirándonos con una pícara sonrisa.

—Hola, viejo. —Carraspeé.

—Hola, Brian... —saludó Blake.

—Ahm... vengo por tu hermana.

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