Spencer Reid. (Criminal Minds)

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-Bien, Smith. - Morgan me miro a mi. - A qué tienes tu miedo?
-Por qué preguntas eso? - dije acomodandome en mi asiento.
-Este sospechoso se guía por los miedos de la gente. Todos tenemos alguno, un punto débil. Si te Dan miedo las arañas se hará con una maldita viuda negra y ella se encargará de matarte. Es un maldito psicópata.
Tome aire. No solía hablar de esto porque me avergonzaba. Siempre me había infantilizado por mi fobia y era horrible.
-No te vamos a juzgar.
-La oscuridad. - dije bajando la mirada.
-La fobia a la oscuridad tiene un componente evolutivo. Los seres humanos somos diurnos...
-Tú no, Reid. - le interrumpió Morgan.
-Déjale terminar. - le di un golpe en la mano. Adoraba escuchar a Spencer hablar.
-Em... Si. Somos diurnos, nuestros ojos no están adaptados a la oscuridad, por lo tanto nos encontramos en desventaja ante el ataque de un depredador.
-Tengo miedo a que un lobo me ataque de noche? - pregunté incrédula.
-Si y no. No tienes miedo a que te ataquen de noche, tienes miedo a que en una situación de visibilidad reducida como puede ser la noche o una habitación sin luz, no seas capaz de ver si alguien o algo intenta atacarte. Tienes miedo a no poder detectar un peligro. Es algo muy común, sobre todo en niños, ya que además de este componente evolutivo también tenemos la presión que ejerce el contenido audiovisual que consumimos.
-Las películas de miedo. - dije entendiendo a lo que se refería.
Reid, sentado en el sofá. del Jet, con su libro en el regazo, sonrió mientras asentía.
-Vaya.
-Como todas las fobias se puede tratar con ayuda psicología. - confirmó después.
Me mordí el labio.
-Gracias, Spence. No sabia que era por eso. Ahora me siento menos tonta por tenerle miedo a la oscuridad.
-No es tonto tener miedo. - dijo mirando su libro.
Sonreí, sintiendo mi corazón latir más rápido.

-Smith, por ahí. Reid a la derecha.
Estábamos en una vieja fábrica. Eran más de las dos de la mañana, pero estábamos seguros de que el sospechoso iba a asesinar hoy a alguien más. Una mujer está vez. Tenía claustrofobia y podría estar encerrada en cualquier lugar.
Apreté fuerte mi arma y la linterna. Estaba sola. No debería estar sola, no era seguro. Siempre teníamos que ir de dos en dos.
Las paredes eran finas y con un grito me escucharian, pero no podía verlos a ninguno. Hotch había ido hacia el piso de arriba y Reid estaba en otro pasillo.
Abrí una puerta, nada. Otra. Otra y otra. Y no encontré nada. Pero escuche algo, un sonido algo sordo.
Me moví en círculo, iluminando despacio cualquier rincón del lugar. Era una habitación muy amplia con viejos muebles abandonados. Pero todos estaban rotos o eran demasiado pequeños como para contener a una persona dentro.
Tomé una respiración profunda y espere inmóvil a que se repitiera el sonido.
Pero escuche algo completamente distinto. Metálico. Como si una barra hubiera caído al suelo a mi izquierda. Pero estaba sola, tendría que ser en otra estancia. El lugar era un laberinto.
Me moví hacia una pared, pegándome a ella.
Vi enfrente de mi una puerta moverse e impulsivamente apague la linterna, dándome cuenta después del error que había cometido. Estaba sola en medio de la oscuridad.
-Se que estas ahí. He visto a tu compañero. No tiene ni idea de que estoy aquí.
Apreté fuertemente el arma, apuntando ciegamente justo frente a mi, hacia donde mis oídos me decían que estaba la voz.
Intentaba repasar una y otra vez la imagen que había formado en mi cabeza de aquella estancia. Tres puertas y el pasillo. Más otra que había detrás de mí pero que no podía abrir si quería mantenerme escondida.
Había algo que no entendía y era porque aquel hombre había venido a oscuras. Porqué no tenía una linterna, un foco, cualquier cosa.
-He visto como te temblaba la mano cuando te has quedado sola. - la voz se movió hacia la derecha, asique yo lo hice hacia la izquierda. - Estas aterrada.
Tenía un nudo en el estómago, quería ver pero no podía, no había ventanas y no entraba luz del exterior.
-Te doy miedo yo?
No conteste, pero seguí moviéndome hacia la izquierda, con la espalda en la pared y palpando cuidadosamente con mi pie antes de dar un paso. La pared era lo único que me mantenía centrada. No veía nada, pero mi oído estaba tan agudo en esos momentos que sentía que podía oírme el corazón.
Volví a escuchar ese sonido sordo y supe que aquella mujer estaba encerrada tras la puerta que no había podido mirar.
-Esta aterrada, igual que tu. No sabe donde está, pero hay suficiente poco espacio como para que le de un ataque de pánico, si no lo está sufriendo ya. También hay que sumarle que el lugar es hermético.
La va asfixiar.
-Como no te des prisa se va a morir. Pero el miedo te bloquea a ti también.
Está jugando conmigo.
Necesitaba que vinieran. Necesitaba a Spencer. O a Hotch. Pero los necesitaba, no podía hacer esto sola.
-Cuendo te da un ataque de pánico hiperventilas. Respiras más rápido, consumes antes el oxígeno. Cada segundo que pasa esa chica está más asustada y cerca de su muerte. Pero claro, tú estás aterrada. No eres capaz de hacer nada y ella va a morir por tu culpa.
Aquella frase me hizo sentir nauseas. Sentía que si me apartaba de la pared caería al suelo. Pero tenía que hacerlo.
Grita otra vez, por favor. Necesito escucharte.
Me moví a la derecha. Sabía que el estaría ahí. Estaba cerca de ella.
-Eres increíblemente silenciosa, lo sabes? Pero si no te apartas de esa pared... Tienes que superar tu miedo. No hay nada en la oscuridad. Solo yo.
Como demonios lo sabe?
Estaba más cerca de él, su voz se oía más clara.
Él no estaba contra la pared, oía sus botas rompiendo el cristal. Había cristal en el suelo del centro de la sala.
Tenía que acercarme y sorprenderle.
-Me gustaría verte. Seguramente estés sudando, con la respiración acelerada y las pulsaciones altas. Seguro que eres preciosa.
Entonces di un paso y deje de sentir la pared a mi espalda.
-Las mujeres sois bellísimas cuando estáis asustadas. Con los hombres es distinto. Nos dicen siempre que tenemos que ser fuertes.
Di dos pasos. Estaba ahí, delante de mi, ligeramente a la derecha.
-Los tendrías que haber visto lloriquear. A ese tío, el del rascacielos. Patético. Lo colgué boca abajo en el andamio y estuvo llorando hasta que perdió la consciencia. Después murió, colgando en el vacío.
Di otros dos pasos. Debía de estar a punto de pisar el cristal. Entonces me escucharía.
-No se bien que haría contigo. No me había enfrentado a una fobia a la oscuridad. Básicamente es miedo a no saber que puede haber... - empezó a contarme exactamente lo mismo que Spencer me había contado, pero no podía soportarlo. - Podría aprovechar y matarte ahora, dos pájaros de un tiro. Podría encender mi linterna y acorralarte en esa pared. Estas tan asustada que no podrás ni moverte, pequeña estúpida.
Siento decir que te equivocas.
Respire por la nariz. Un paso, pisaria el cristal, me escucharía, encendería su linterna y me vería delante de él, apuntandole con la pistola.
Podría sorprenderle. Pisar el cristal, encender la luz y apuntar. No tendría tiempo a reaccionar.
Podría rodearlo y atacarlo por la espalda. Pero era más arriesgado. No tenía un punto de referencia.
Pisar el cristal, encender la luz, y apuntar.
Ambos estamos a oscuras. No podemos ver. Los oídos estan más alerta. Deslumbralo con la pistola y dispara al aire. El ruido será insoportable.
Funcionaria. Tenía que hacerlo. Volví a tomar aire y conté.
3...2..........1...
Di un paso y escuche el cristal romperse bajo mi bota. Entonces encendí la luz, y tal y como había imaginado, estaba ahí. Delante de mis narices.
-FBI. No te muevas!
Se cubría los ojos con las manos. La luz blanca de la linterna era intensa y mis ojos acostumbrados a la oscuridad completa tardaron en poder ver bien.
Entonces cuando el hombre se intentó abalanzar contra mi, dispare al aire. Los oídos me pitaron, pero él maldijo, cayendo al suelo de rodillas.
-Al suelo! Las manos donde pueda verlas. Y no te muevas. Tengo un arma apuntando a tu cabeza.
Lo rodee sin dejar de apuntarlo con mi arma.
-Eres astuta...
-Cierra la boca.
Y cuando me disponía a esposarlo, escuche mi nombre a gritos y pasos apresurados.
Spencer y Hotch aparecieron por él pasillo, armas y linterna en mano.
-Smith! Esta bien? - escuche a Hotch.
-Si. E... Estoy bien.
No estaba bien. Lo que estaba era satisfecha por haberlo conseguido. Pero mi cuerpo empezaba a temblar y como él había dicho, estaba sudando y me costaba respirar.
-Esta ahí, tras esa puerta. Rápido! Se va a asfixiar. - dije con la respiración entrecortada mientras esposaba al sospechoso.
Me quedé arrodillada en el suelo, alumbrando a Hotch con la linterna mientras veía como sacaba a aquella mujer de detrás de la puerta. La había metido a un baúl.
Note una mano en mi hombro y me aparte asustada.
-Soy yo.
-Spencer.
-Si, soy yo. Vamos, ponte de pie.
-Has sido valiente, bonita. No hubieras muerto si hubieras sido mi objetivo.
Sentí nauseas.
-Callate. - gruñó Spencer mientras me agarraba por debajo de los brazos y me ayudaba a ponerme de pie.
Entonces entraron los demás.
Se había acabado.

-Como esta ella?
-Bien, se recuperará. Actuaste justo a tiempo. - dijo Spencer sentándose mi lado en la parte de atrás de la ambulancia. - Y tú?
-Creo que... Creo que jamás he estado tan contenta de ver salir el sol. - dije mirando hacia nuestra derecha, hacia el este.
Spencer movió su mano hasta dejarla sobre la mía.
-Has sido muy valiente. No tendríamos que haber ido por separado, pero lo has hecho increíble.
-Estaba aterrorizada, Spencer. Casi... Casi no lo consigo. Si llego a tardar más esa mujer se hubiera asfixiado. Podría haber quedado en estado vegetal o podría haber muerto y hubiera sido culpa mía...
-Tú no la encerraste ahi.
-Pero era incapaz de liberarla.
Tomó aire.
-Jules. Has sufrido un ataque de pánico ahí dentro. Podrías haber entrado en estado de shock. Estabas en un estado muy vulnerable y aún así has conseguido sorprender a ese tipo.
Lo mire con lágrimas en los ojos.
-Dudo que otra persona lo hubiera conseguido. Tú has sido una victimima más. De forma accidental pero una víctima al fin y al cabo.
-Sólo quería que tú estuvieras ahí conmigo. - confesé sintiendo como una lagrima se resbalaba por mi mi mejilla.
Spencer agarró mi mano con fuerza.
-Por qué has disparado?
-Notaba cómo mis oídos estaban más alerta y pensé que los suyos también lo estarían. El ruido de un disparo es intenso, por lo que lo podría aturdir lo suficiente como para poder inmovilizarlo.
-Eres brillante. - dijo asombrado.
Nos quedamos callados, cogidos de la mano y mirando como metían a aquel hombre a un furgón. A la pobre mujer se la llevaban también a un hospital.
-Tengo algo para ti. Lo he comprado esta mañana cuando he ido a por café. Pensaba dártelo esta noche, pero ha pasado esto...
Lo mire.
Spencer soltó mi mano, haciendo que me sintiera fría.
Rebusco en los bolsillos de su suéter y sacó una caja.
-Que es? - pregunté con el corazón latiendo fuerte. Tenía una sonrisa en la cara y no podía esconderla.
-Admito que yo tengo una en casa y me ayuda mucho.
-Déjame verlo.
Spencer me dio la caja y la abrí.
-Spencer...
Era una lucecita de esas que se ponen en las habitaciones de los niños por la noche.
-Es Casper. - dijo señalando el dibujo del fantasma.
Sonreí.
-Gracias. No se... No se que decir.
-Así no estarás completamente a oscuras por las noches. Ayuda bastante.
Spencer también tenía miedo a la oscuridad.
-Eres la mejor persona que he conocido nunca.
Cogí su mano y deje un beso en sus nudillos, dándome cuenta después de que ni tendria que haberlo hecho
Seguramente ahora lo había incomodado.
-Lo siento. No tendría...
-Em... No importa... Pero... - se aclaró la garganta. - Hay muchos germenes en las manos y... Técnicamente es más seguro besar una boca que una mano.
Jadee sorprendida, pero reí.
-Que quieres decir, Spencer?
Sonrió.
-Qué en lugar de besar mi mano podrías...
No le deje acabar. Junte nuestros labios.
Spencer acarició mis mejillas y no dudo antes de profundizar el beso.
Después de todo, este beso me sabía a gloria, a casa.
Cuando nos apartamos me acarició el pelo.
-Lo has hecho increíble. Eres muy valiente y estoy orgulloso de ti.
Sonreí escondiendo me en su cuello. Ahora si estaba bien.

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