Arnas Fedaravicius P2

70 7 0
                                    

-He lleg...
Me quede boquiabierta.
Arnas estaba montado en una bicicleta, con una cinta en la cabeza, un cuchillo en la boca y una espada en la mano. La banda sonora de su serie sonaba a todo volumen.
Que demonios?
Me quedé mirando sorprendida. Él no se había dado cuenta de que estaba ahí.
Tuve que aguantar la risa cuando lanzó la espada y seguidamente el cuchillo.
Bajo de la bici e hizo unas reverencias al ordenador.
Entonces, cuando se puso de pie y fue a coger el móvil, me vio.
-Ava. - dijo sorprendido, quedándose congelado en el sitio.
-Arnas.-dije aguantando la risa.
Lo vi hacer algo con su móvil y dejarlo por ahí.
Se quito la cinta del pelo y me miró riendo nervioso.
-Verás...
-Es raro, no? La gente suele pillar a sus compañeros de piso masturbandose en el sofá o cosas así.
Se puso colorado.
Llevábamos ya más de 3 meses viviendo juntos y esto era lo más raro que había visto.
-Ya. Bueno. Estaba grabando un video... Se me ha ocurrido y...
-Ha sido gracioso, Arnas.
-Si?
-Si, claro. Además, es divertido llegar a casa después de estar ensayan todo el día y encontrar esto.
Arnas suspiró aliviado.
-Wow. Pensaba que ahora era cuando me humillabas y te ibas a vivir a otro lado.
-No me voy a ir a vivir a otro lado. Me gusta vivir aquí. Y bueno, eres una caja de sorpresas.
Deje mis cosas en el sofá.
-Esa espada es real?
-De plástico.
-Wow.
Lo mire. Seguia rojo, mirando hacia otro lado.
-Arnas?
-Si?
-Todo bien?
Asintió rápido.
-Voy a recoger esto y...
-Arnas. - me acerque a él sonriendo.
Estaba muerto de vergüenza, lo veía bien.
-No te rías de mí.
-No lo voy a hacer.
-No te parece raro.
-Que no, Arnas. Es divertido, en serio. A la próxima avísame y te ayudo a grabar.
Fruncio el ceño, pero una sonrisa apareció en sus labios.
-Creo que no he pasado tanta vergüenza nunca.
Reí.
-Que tal el día?
-No cambies de tema, Arnas. Te acabo de pillar fingiendo que vas a caballo.
-Me lo vas a recordar siempre, no?
-Hasta que se me olvide! - dije mientras entraba a la cocina.
Había algo de esta situación que me hacía sentir cosas.
Era tan cotidiano. Tan... No sé.
Había entrado a casa y lo había encontrado haciendo algo increíblemente raro y... Me había parecido normal. Ese era Arnas, me había acostumbrado a él, a su energía y su forma de ser. Y me gustaba todo él. Había buscado incesantemente algo malo. Solo había descubierto que era algo desordenado y escandaloso.
Cogí una botella de agua y salí de nuevo al salón.
Arnas había recogido sus cosas.
Fue a abrir la boca, pero lo corte.
-No te disculpes.
-Como sabías?
-Tenías cara de disculpas.
Sonrió.
-Voy a ducharme, vale?
-Claro.
Cuando entre al baño, me mire al espejo.
Ahí tenía esa estúpida sonrisa de niña enamorada.

-Estas seguro de que lo llevas todo?
-Si, lo he revisado tres veces.
-Seguro.
-Si, Ava.
Sonreí.
-Has cogido el pasaporte?
-Lo he guardado en...
Lo saque de mi bolsillo.
-Estaba en la cocina.
-Que haría sin ti.
Arnas me dio un beso en la frente.
Sentí el calor subir a mis mejillas.
Lo iba a echar mucho de menos.
Se iba unos meses a grabar a otro país.
Su móvil sonó.
-El taxi está abajo.
Suspiré.
No quería quedarme sola. Todo iba tan bien entre nosotros...
Mis amigas decían que prácticamente éramos un matrimonio. Incluso íbamos a hacer la compra juntos. Lo único era que a la hora de dormir cada uno se iba a su cama.
-Te acompaño a abajo.
Le ayude a subir las cosas al taxi.
-Pásatelo bien, Arnas. Espero que todo vaya genial. - estaba casi al borde de las lágrimas.
-Ven aquí.
Me atrapó en sus enormes brazos.
-Te voy a echar mucho de menos. - dijo apoyando su barbilla en mi cabeza.
-Y yo a ti.
-Eres la mejor compañera d episo del mundo. Me encantaría meterte en la maleta y llevarte conmigo.
Reí.
Arnas me separó un poco y sujeto mi cara con sus manos. Tan grandes y calidas.
-Cuando pueda te llamaré, vale?
-No hace falta que llames todos los días, Arnas.
-Cuando pueda. Y tú llámame cuando lo necesites.
-Lo prometo.
-Cuidate, Ava.
-Igualmente, Arnas. Buena suerte.
Me dio un beso en la frente que alargó demasiado.
Una pequeña lagrima se cayo por mi mejilla.
-Eh, no llores. Por favor.
Él también parecía triste, los ojos le brillaban.
Quería besarlo.
Una parte de mi decía que lo hiciera. La otra decía que se estropearian las cosas. Le esperaban meses de trabajo en otro país. No era buena forma de despedirnos.
Acabe por no hacerlo.
Me aparte un poco y cruce mis brazos alrededor de mi cuerpo.
-Ten mucho cuidado, no te caigas de ningún caballo. Y espero no tener que ir a buscarte.
-Lo prometo.
Me miro una última vez y se monto al taxi.
Vi como se alejaba.
Ahora me esperaba una noche de lágrimas en la cama.
Me había acostumbrado tanto a él que no sabía cómo iba a conseguir pasar meses sola en un apartamento donde todo gritaba su nombre.

Type and imaginas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora