Ubbe Ragnarsson (Vikings)

166 7 0
                                    

Las puertas de la muralla se abrieron, mostrando a un grupo de los nuestros al otro lado.
Alguien grito, y entre un estruendo de gruñidos y escudos corrimos al interior de la fortaleza.
Había de ingleses por todas partes, demasiados diría yo, pero no eran buenos guerros.
Mi espada rechino contra la de un soldado. Se hizo hacia atrás y volvió a atacar.
Me escondí tras mi escudo y lance mi espada hacia él, acertando en su costado.
No sabía cuánto tiempo habia estado en esa plaza. Mis músculos ya estaba entumecidos.
Escuche un grito a mi espalda, seguido de un cugido. Me gire con la espada en alto, dispuesta a caer sobre quien hubiera tras de mí. Colisionó con otra, que impacto con fuerza.
-Ubbe.
-Astrid!
Recibi un impacto en mi costado, seguido por un dolor agudo.
Pude ver a Ubbe lanzarse contra mi atacante.
Una vez lo había abatido, vino hacia mi, pasando mi brazo por sus hombros.
-Aguanta.
Corrimos hacia una de las estrechas calles que salían de la plaza.
-Aquí. Cuidado.
-Estoy bien, Ubbe, estoy bien.
-Déjame ver.
Con cuidado me quito el pero que llevaba.
Sonrió.
-Es un rasguño. Algún buen artesano hizo esto.
-Un regalo de Lagertha.
Asintió.
Se dejó caer a mi lado.
-Que haces? Sal ahí fuera. Lucha. Yo estoy bien. Esperaré a que se calme.
-Me quedo aquí, a cuidarte.
-Ubbe...
-Siempre te he cuidado, no?
Asentí.
-Deja... Déjame. - con un trozo de tela limpie la sangre que había en su mejilla.
-Del hombre que intentó matarte.
Reímos.
-Gracias por tú ayuda.
-Bueno, a tener en cuenta, tú justo acababas de intentar matarme.
-Ni hablar, príncipe Ubbe.
Nos quedamos en silencio.
La noche empezaba a caer.
-Sigo pensando que deberías seguir con el saqueo. Yo me quedaré aquí escondida, estaré bien.
-He cumplido mi parte. No es mucho, pero mis hermanos traerán más.
Saco un pequeño saco de tela.
-He encontrado unas joyas.
-Joyas? Parecen pobres.
-Hay un templo más allá. Mira. Es oro, puro.
Ubbe movió los anillos entre sus dedos.
-Eres un gran guerrero, Ubbe Ragnarsson.
-Y tu una increíble escudera, Astrid.
Sonreí.
-Mi madre dice que te pareces mucho a Ragnar. Estaba enamorada de él cuando eran jóvenes.
Ubbe sonrió.
-Serias un buen Rey.
-Tú crees?
-Si. Bjorn es un buen rey, no lo dudo. Pero tu eres un líder increíble.
-Planeo viajar. Descubrir nuevas tierras y habitarlas. Dicen que Floki fue hacia el oeste, encontró tierra allí.
Asentí.
-Te casarías conmigo, Astrid?
Lo mire sorprendida.
-Qué?
-Soy príncipe de Kattegatt, tu eres hija de un conde, heredera, además. Podríamos unificar nuestros territorios.
Solté una risa amarga.
-Querido Ubbe,  es mera política, siento decirte que no. Si no es así, vuelve a preguntar si llegamos sanos y salvos a Noruega.
Y así, me levante y cogí mi espada.
-Vamos, aún quedan casas que saquear.
Suspiró y se levantó.
-Estas herida.
-Por eso necesito que vengas conmigo. Además, tu mismo lo has dicho, solo es un rasguño. Ya me curarán en el campamento.

Una fuerte tormenta nos azotó de vuelta a casa, cuando ya casi a estábamos llegando, tras días de viaje.
En la oscuridad de la noche y el caos de la tormenta vi una silueta venir hacia mi.
-Ubbe.
Se sentó a mi lado, cubriendonos con una piel que parecía seca.
-Acércate! Dicen que amainara pronto.
Asentí y me junte más a su cuerpo, entrelazando nuestros brazos. Ambos estábamos muy mojados, prácticamente empapados. Por mi nariz goteaba el agua que caía de mi pelo.
Por debajo de las pieles que nos protegían del frío y la lluvia, Ubbe me sujeto la mano con fuerza.
Cerré los ojos y cubrí mi cara con una de las mantas.
La presencia de Ubbe me hizo pensár que tal vez el si quería casarse conmigo. Había venido a mi, de toda la gente que había en el barco, incluso sus hermanos.
-Acabará pronto, verás. Sólo son los dioses.
Me susurró, para después dejar un beso en mi frente.
Cuando volví a abrir los ojos, el sol ya estaba de fuera, apareciendo tras el horizonte.
Levante la cabeza. Ubbe dormía tranquilo. Aún había gotas en su rostro. Era increíblemente atractivo.
Su mano estaba agarrada en mi brazo,  como si no quisiera apartarse de mi.
-TIERRA! - grito alguien desde otro barco.
Levante la vista por encima de la borda y pude ver la bahía. Llegábamos a Kattegatt.
Me levante y me asome.
Estaba resplandeciente.
Volví la vista a Ubbe. No sé había despertado aún.
-Hermano. Estamos en casa. - Hvittserk estaba despertandole.
-Astrid? - se despertó algo alterado, mirando a todas partes.
-Estoy aquí, príncipe. - me burle un poco.
-Pensaba que la mar te abría arrastrado. - dijo levantándose.
-Te hubiera llevado conmigo, me agarrabas muy fuerte del brazo.
Era rubor eso que había en sus majillas.
Su hermano soltó una carcajada y se marcho al lugar donde había dormido.
Ubbe me mantuvo la mirada. Esos ojos tan azules y penetrantes me hacian temblar.
Me agarre al borde del barco, viendo como el agua hacía surcos a nuestro paso.
Y él seguía observando.
Y si estaba considerando la idea de volver a pedirme matrimonio?

-Aquí tienes.
Agradecí al hombre que había bajado mi saco del barco y lo eche a mi hombro.
-Astrid! El conde está aquí. - Me dijo una escudera.-Esta en el gran salón.
-Gracias!
Me dirigía hacia allí cuando alguien me agarró del brazo.
-Ubbe.
-Astrid. Me dijiste que si de verdad quería hacerte mi esposa, te lo pidiera al llegar Noruega. Y aquí estamos.
Su altura se cernio sobre mí. Estábamos tan cerca que sentía el calor que emanaba.
Mi cuerpo temblaba. No me gustaba mostrar mis emociones, pero sentía que me iba a desmayar.
Tras años de entrenamientos y batallas hombro con hombro, esto estaba pasando.
-Quieres ser mi esposa? - abrió la mano, donde tenía un brazalete dorado.
-Ubbe...
-No te niegues o juro por los dioses que cogeré el primer barco y saldré al mar sin rumbo. - dijo riendo.
-Si. Quiero ser tu esposa.
Sonrió ampliamente.
Con cuidado me puso el brazalete.
Yo en cambio había llevado mi mano a su nuca, acariciando esa parte del cabello que siempre mantenía corta.
-Ubbe-susurre.
Me miró a la cara, entendiendo mi señal se inclinó.
Por primera vez nuestros labios se juntaron en un beso apasionado que llevaba demasiado tiempo esperando.
Con sus manos a ambos lados de mi cara, junto nuestras frentes.
-Prometo hacerte la mujer más feliz de toda Noruega, Inglaterra incluso.
-No lo dudo.
-Prometes viajar conmigo al oeste?
-Lo prometo.
-UBBE RAGNARSSON APARTA LAS MANOS DE MI HIJA.
Reí al ver la cara de terror de Ubbe.
-No te preocupes, no creo que te asesine. Eres hijo de Ragnar.

Type and imaginas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora