Danny Wagner.

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Sentada en mi silla, frente al ordenador, viendo videos y fotos de todos nuestros viajes juntos, mientras comía helado.
Así me encontraba en ese momento. Miserable. Era como si ya no me quedarán lágrimas.
Había dejado ir a lo que más quería en el mundo, a Danny. Hacía exactamente 3 días.
Y a pesar de haber cortado yo la relación, me sentía como si un camión hubiera pasado por encima de mi.
Escuche la puerta.
Seguramente fuera Sam. Había llamado para preguntar como estaba y para ver si necesitaba algo.
Me levante y me arrastre por el pequeño apartamento.
Al abrir casi me desmallo. No era Sam. Era Danny.
-Eve. Hola. Esto... He venido a por mis cosas. Pero si no es buen momento...
Tome aire y como pude hable.
-No te preocupes, pasa.
-Como estás? - pregunto por cortesía. Me conocía perfectamente. Sabía que no estaba bien.
Me encogí de hombros.
Suspiró.
-Voy a recoger. No estaré mucho rato aquí.
Quería agarrarlo y decirle que no se fuera.
Volví a mi silla y mire la foto que había en la pantalla. Navidad. En casa de Danny. Todo estaba nevado y llevábamos jerseys a juego.
Cerré la fotografía y fui a la cocina a preparar una infusión.
Los minutos pasaban y Danny no salía.
Yo cada vez estaba más nerviosa, con más dudas y con más ganas de llorar en una esquina.
-Eve. He encontrado esto. No sé si quieres quedártelo.
Una figura de un cerdito que compramos en Nueva York la primera vez que le acompañe en el tour.
Me tembló el labio. No estaba preparada para esto. No estaba preparada para volver a verlo tan pronto. Ni para dejar que se fuera.
Las lágrimas vinieron después.
-Eve?
Me gire y me apoye en la encimera.
Me estaba mareando. A penas había comido en estos tres días. Era demasio.
-Eve. - sonaba serio.
Me gire y al verlo a penas un metro y medio separado de mi me rompí.
Me agarre a llorar y las rodillas me cedieron.
Danny me atrapó antes de que pudiera caer.
Me agarre a su brazo y solloce.
-Lo siento mucho, Danny.
-Shh, ya está?
Acabamos sentados en el suelo, Danny contra el armario de mi cocina y yo escondida en su pecho.
-Lo siento mucho. - repetí.
Había sido una ilusa.
Creía que mi relación con él no iba a llegar lejos por la distancia, y lo que de verdad pasaba era que no veía un futuro sin él, y eso me asustaba.
-Perdoname, Danny... - dije mirándole a los ojos.
Los suyos también estaban llenos de lágrimas, pero él no lloraba.
Asintió y me dio un beso en la frente.
Hice un puño con su camiseta y me pegue aún más a él. Con su enorme mano mantuvo mi cara junto a su cuello, reposando su mejilla en mi frente.
-Eve. Hace cuanto que no comes?
Por qué me tenía que conocer así de bien?
-He comido helado. - susurre.
-Comida de verdad.
-Ayer cene un sándwich.
-Quieres que vayamos a Ellen's a cenar?
Me encogí de hombros.
-Vamos, levántate.
Me puse de pie y le tendi mi mano para ayudarle.
-Supongo que querrás cambiarte de ropa.
Asentí. Llevaba el pijama más feo del mundo.
-Te espero en el salón?
-Vale.
Fui a mi habitación y me puse un chándal, recogí mi pelo y me mire al espejo.
Mi apariencia era lamentable.
Danny toco un poco a la puerta, que estaba entreabierta.
-He pensado que querrías ponerte esto. Hace bastante frío. La había guardado en una bolsa, pero... Toma.
Era una de sus cazadoras. Me quedaba enorme, pero me encantaba ponérmela en invierno.
-Gracias.
Me la puse y guarde mis cosas en los bolsillos.
El camino hasta la cafetería fue de loas extraño.
Siempre íbamos a cenar cuando no teníamos ganas de cocinar o simplemente nos apetecía comer algo dulce. Salíamos de casa abrazados y riendo, no como ahora.
Caminábamos separados, callados y sumidos en nuestros pensamientos.
Y todo era mi culpa.
Danny estaba intentando hacerse el fuerte. Lo conocía bien. Pero sus ojos decían lo contrario.
Al entrar, Ellen nos saludo. Danny pidió un "lo de siempre" sin preguntarme, haciendo que mi pecho se estrujara.
Me senté en nuestra mesa de siempre. En la cafetería se estaba caliente, pero no quería quitarme la cazadora de Danny.
-Daniel.
Me miró atento.
-Lo he dicho mil veces, pero lo siento.
-No lo digas más. - susurró mientras jugaba con mis dedos.
-Que?
-Que no lo digas más. No si no piensas volver conmigo.
-Da... Danny.
Me había dejado perpleja.
-Es que... Sigo sin saber por qué lo hiciste. Estoy tan confuso... Simplemente viniste llorando y dijiste que ya no querías seguir conmigo. Nada más. Creo que merezco una explicación.
Oh Danny, claro que la mereces.
Solté sus manos y me limpie las lágrimas.
-Yo... No quería sentirme así. No quería que esto pasara.
-No te entiendo, Eve.
-Danny, te quiero tanto que me duele. No puedo dejar de pensar en que pasaría si un día te cansas y me quedo sola. Yo... Llevo tres días sin dejar de llorar. Odio estar así, no puedo... No quiero estar así. Quiero estar contigo, para siempre.
-Yo no iba a dejarte nunca, Eve... - dijo cansado, algo resentido.
Lo miré. Él no me miraba a mi.
No sabía bien que decirle. Tenía todo el derecho a odiarme. A irse y buscar a alguien mejor.
-Te quiero Eve. Como a nada en el mundo. No me iba a ir.
-Lo siento mucho...
Me miró.
-Quieres estar conmigo? En serio?
-Claro que si, Danny. He conseguido justo lo que quería evitar.
Volvió a cogerme mi mano.
-Limpiate esas lágrimas, vale? Ellen viene ya con los gofres. - dijo con una pequeña sonrisa.
Le hice caso.
-Todo bien, chicos? - pregunto Ellen.
-Si. Todo bien. - dijo Danny.
Ellen se fue.
-Ey. Se que tendrás hambre, pero come despacio.
-Perdón. - dije limpiandome el chocolate.
Seguimos comiendo en silencio.
Cuando Danny hubo terminado, dio unos toques en la mesa para llamar mi atención.
-Prométeme que cuando tengas miedo o te sientas insegura hablarás conmigo.
-Te lo prometo.
-Si estamos juntos es para cuidarnos y apoyarnos.
-Vamos?
Danny dejo el dinero en la mesa y salimos a la calle.
-Esta nevando.
Danny tenía el pelo lleno de copos de nieve.
-Será mejor que nos demos prisa.
Llegamos enseguida a mi casa.
Danny se reía.
-Tienes nieve por todas partes.
-Danny... Quieres quedarte a dormir. No quiero que te vayas con toda la nieve y...
-Estás segura? No necesitas tiempo?
-Lo que necesito es que vacies las cajas.
Danny me sujeto la cara con ambas manos, me miro a los ojos durante unos segundos y después me beso.
-Tienes la cara fría - dije separandome un poco.
-Tú también. Vamos dentro.
Me empujó un poco.
Subimos al apartamento.
-Ey.
Deje la cazadora en el sofá y lo miré.
-Ven que te abrace.
Deje que Danny me cogiera entre sus brazos y me meciera despacio.
-Pensaba que te había perdido para siempre, Eve.
-Te quiero mucho, Danny.
-Y yo a ti, princesa.
Juntos nos fuimos a dormir a nuestra cama. Como siempre, se abrazo a mi y escondió su cara en mi cuello.
-No tengas miedo.
Entrelace nuestros dedos y sonreí.
Era feliz.

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