Short: Sammy Kiszka

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-Eva!
Me gire ya sonriendo. Hacía tanto tiempo que no lo veía que casi saltaba de emoción.
-Sammy!
Casi me caigo de culo al verlo.
Su pelo extremadamente largo ya no estaba. Ahora ni siquiera le llegaba a los hombros.
-Tu pelo! Te has cortado el pelo, Samuel!
-Si, lo sé. - dijo riendo.
Estábamos uno frente al otro, mirándonos pero sin tocarnos.
-Odio no poder darte un abrazo.
-Yo odio a tu peluquero.
-Oh, vamos! No es lo mismo. A parte, me queda genial, no?
-Bueno. Te quedaba mejor el pelo largo.
Rodó los ojos. No le veía la sonrisa, se la tapaba la mascarilla, pero sabía que estaba ahí.
-Ey, quieres tomar algo?
-Sip. Una cerveza.
Le pedí la cerveza al camarero y me senté en mi taburete.
-Como estas? - dijo el sentándose tambien.
-Muy bien. Estoy bastante contenta, las clases me van genial.
-Me alegro mucho. - dijo dejando su mano caer en mi rodilla.
-Y tu?
-Muy bien, también. El single ha sido un éxito y la gente tiene muchas ganas del álbum.
-Me gusta mucho la canción.
-Gracias.
Así siguió la tarde. Hacía mucho que no nos veíamos, y teníamos cosas pendientes de hablar. Pero para cuando salíamos del bar, aún no habíamos tocado el tema más importante.
-Puedo hacerte una pregunta? - dijo él.
-Si, claro.
-Durante el tiempo que estuvimos viéndonos, en algún momento pensaste en hacerlo oficial.
-Si. Claro que sí.
Nos sentamos en un banco y no dijimos nada.
Me gire hacia él. Cada vez me agradaba más su nuevo look.
-Estas muy guapo.
-Si? Pensaba que no te gustaba.
-Bueno, no me disgusta para nada.
Acaricié su cara y puse un mechón que se había caído hacia delante detrás de su oreja.
-Estoy pensando una cosa, pero estamos en medio de una pandemia y no se si debería.
-Bueno. Cuéntame.
Con cuidado alargó su mano y bajo mi mascarilla.
-Puedo?
Asentí despacio.
Seguía tan enamorada de él como había estado hace meses.
-Genial.
Le baje a él su mascarilla y me incliné, juntando nuestros labios en un dulce y lento beso.
-Creo que es lo más romántico que hemos hecho.-susurro.
-Bueno, lo de amigos con derechos no lo era para nada.
-Fue una perdida de tiempo.
-No lo fue. - le recriminé.
-Podríamos haber estado juntos.
-A veces lo estábamos, no?
-Si, pero para mí no era suficiente.
Lo volví a besar, dejando que mi lengua se aventurara entre sus labios en busca de la suya.
Cuando me separe, aún sujetando sus mejillas, pregunté:
-Por qué no dijiste nada?
-No quería espantarte.
-No lo hubieras hecho
Me acarició las manos, que seguían sujetando su cara con cuidado.
-Me encantas.

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