Arnas Fedaravicius P1.

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-Wow. Em. No esperaba encontrar piso tan pronto. Acepto, claro.
-Si?
-Si.
-Podemos quedar en... Conoces esa cafetería que tiene como muchísimas plantas?
-Si.
-Pues nos vemos ahí, te parece? A las 6?
-Perfecto.
Sonreí al teléfono. Llevaba semanas buscando piso. Era el séptimo al que llamaba. Unos ya estaban ocupados, otros buscaban a alguien estable.
Arnas, el chico que me había cogido el teléfono, parecía agradable.

Me mire al espejo una última vez. Quería dar una buena impresión. Necesitaba mucho aquella habitación. El piso estaba en el lugar perfecto y el precio era bueno. Además, no aguantaba ni un segundo más en el pequeño apartamento en el que vivía.
Cuando entre a la cafetería, estaba tan nerviosa que ni recordaba que me había dicho el tal Arnas que llevaría puesto.
Un gorro negro? Es posible. Y una chaqueta vaquera.
Al fondo vi a un muchacho que leía algo.
No podía ser él. Era demasiado guapo.
Mire bien por todas las mesas. Pero no ha día nadie más con gorro y chaqueta vaquera.
Cuando lo volví a mirar, él me miraba sonriente.
Levantó la mano y saludo.
Yo le había dicho que llevaría un jersey azul.
Le devolví la sonrisa y eché a andar hasta el final de la cafetería.
-Arnas?
-Si. Ava.
Asentí sonriendo.
-Siéntate? Quieres algo?
-Un café con leche.
Arnas dejó la mesa y se fue a la barra.
Mierda. Mierda. De cerca era aún más guapo.
-Ten.
-Gracias.
Cogí la taza entre mis manos.
-Bueno. Tienes mucha mejor pinta que otra gente.
-Em. Gracias?
-No te ofendas. Hay gente muy rara por ahí. Creo que eres la persona más normal que ha intentado alquilar la habitación.
Sonreí.
-Bueno, Ava. A que te dedicas?
-He conseguido un trabajo en una tienda, como te dije. Me han cogido en una Academia de baile, pero las clases son caras.
-Eres bailarina?
-Si.
-Yo soy actor.
Lo mire sorprendida.
-Si?
Asintió orgulloso.
-Wow.
-No eres de aquí?
-No.
-Yo tampoco. Soy lituano.
-Oh, wow.
-No se que más preguntar, la verdad. Pareces buena persona, bastante educada... No sé. Te gusta el cine?
-Si, claro, a quien no?
-Oh, gracias. - dijo mirando hacia arriba.
-Por qué buscas compañera de piso, Arnas?
-A veces es muy solitario. Y suelo pasar temporadas fuera, prefiero que haya alguien.

Arnas abrió la puerta de apartamento
-Bienvenida. Espero que te guste. Y que decidas quedarte.
Al entrar sonreí. Era bonito y estaba ordenado.
En el salón pude ver algunas cosas para hacer ejercicio. Pesas. No había podido evitar fijarme en lo ejercitado que Arnas estaba.
-Puedes usarlo si quieres.
Me había fijado que desde el primer momento, Arnas hablaba como si ya hubiéramos incluso firmado el contrato.
Era un hombre agradable. Era hablador, pero siempre tenía algo interesante para decir.
-Tiene buena luz.
-Si.
-Tengo plantas. Varias.
-Oh. Puedes traerlas. Y ponerlas donde quieras.
Sonreí.
No podía dejar de hacerlo.
No parecía real. Tan atractivo y amable. No debía ser real. Debía haber algo malo en él.
-Quieres ver tu habitación? Es algo más pequeña que la mia, espero que no te importe.
-Oh, no, no. No es problema. El lugar donde vivo ahora no debe ser mucho más grande que el salón y la cocina.
-De momento la uso de trastero. Sacaré todo esto antes de que traigas tus cosas.
-Genial, genial.
-Me gusta.
-El armario es grande. Y el baño está justo ahí en frente. Tiene bonitas vistas. Y... No hay mucho más que decir.
Lo vi andar por la habitación casi vacía.
-Te gusta?
-Si, me gusta.
-Entonces...
Sonreí.
-Me quiero quedar.
-Menos mal.
Solté una carcajada.
Arnas me tendió la mano.
-Trato?
-Trato.
Su mano envolvió completamente a la mía.
Se sentía bien.
Me gustaba Arnas. Mierda. No hacía ni dos horas que nos conocíamos.

-Arnas. Hay una caja de libros en el coche... Es muy pesada.
-Voy.
-Gracias, eres un cielo.
Cinco días. Cinco días en los que conocía a Arnas y en los que no había dejado de pensar en él.
Aproveche para sacar algunas de mis cosas, arreglandolas por aquí y por allá.
-Donde la pongo?
Levante la vista.
Mierda.
Ya no llevaba la sudadera. Llevaba una camiseta blanca. Esos brazos...
-Ava?
-Em. Si. Estoy pensando. Déjala ahí. Los arreglaré mañana.
Cuando dejo la caja, miro a su alrededor mientras se pasaba las manos por el pelo.
-Se está quedando bonita.
Esa misma mañana me había ayudado con los muebles.
-Tú crees?
-Si.
-Creo que voy a cambiar algunas cosas.
-Vas a tener tiempo de sobra para eso.
Suspiré.
-Estoy cansada.
-Termina de arreglar la cama mientras preparo algo de cenar.
-Vas a hacerme cena?
-Si.
-Vaya. Gracias.
Estúpido Arnas. Estúpido.
Me repetía una y otra vez que Arnas tendría que tener algo malo. Seguro que roncaba. Si. No podía ser tan perfecto.
Arregle la habitación, lo suficiente para dormir cómoda, y salí.
Llegué a la cocina.
Arnas era realmente precioso.
Tomé aire y me acerqué.
-Puedo ayudar en algo?
-Pon la mesa.
Aquella cena, nuestra primera cena, fue increíble.
Tenía un problema grave. Él parecía empeñarse en ser maravilloso y yo hacía mucho tiempo que no tenía a nadie.
-Arnas! Tienes un ojo de cada color!
Soltó una carcajada.
-Si.
-Wow.
Me quede embobada viendo sus ojos.
-Eres... Eres como un husky.
Volvió a reír.
Entonces supe que acabaría enamorada de él.

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