Sihtric.

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-Tened cuidado. No dejéis que os vean. Y tú. - Uhtred se giro hacia mi. - No dejes que Sihtric se meta en líos.
Rodé los ojos.
Estaba casi segura de que el odio que Sihtric me tenía era por eso.
Cuando nos conocíamos a penas unos días y el acababa de empezar a servir a Uhtred, había tenido un problema con unas cuerdas y de alguna forma u otra había acabado enredado en ellas, junto a un árbol y casi sin poder moverse. Aquello había provocado risas y bromas durante semanas y había veces en las que aún lo recordaban. Sihtric había empezado a mirarme con recelo unas semanas después de aquello.
Ahora cada vez que Uhtred nos mandaba juntos a algún recado o misión se mantenía serio, no hablaba e incluso se enfadaba cuando yo intentaba hacer algo.
-Podría ir solo, señor.
-Lo sé, Sihtric. Pero quiero que vayáis los dos. Es peligroso.
Apreté las riendas del caballo.
-Estaréis bien, Rigga.
Asentí.
-Tened cuidado. Y recordad. No pueden descubriros.
-Seria más fácil si fuera solo. - dijo Sihtric con resentimiento mientras ponía a su caballo en marcha.
Me despedí de los demás y lo seguí.
El camino fue silencioso, Sihtric unos metros delante de mí sin decir una palabra y sin siquiera girarse.
Llegamos a aquella ciudad amurallada y no fue difícil entrar. Ambos éramos daneses y no llamábamos mucho la atención.
-Nos separaremos.
Lo mire con el ceño fruncido.
-Esta noche nos volvemos a ver en la taberna. La reservaré a nombre de Othere.
-Othere?
-Si, para no decir mi nombre.
Asentí. Era bueno en lo suyo. Muy bueno.
-Entonces... Nos vemos, Othere... - dije sonriendo un poco.
Sihtric solo asintió, mirando hacia otro lado.
Me dolia que se comportara así, solo quería por lo menos ser su amiga.
El día se pasó despacio, no encontré al hombre por ninguna parte. Era un conde danés, no era de esta zona, pero Uhtred había descubierto que vendría. Necesitaba enterarse de que planes tenía y si podría ser un peligro.
Llegué a la taberna y me acerque a la barra.
-Que quieres?-preguntl un hombre de mal humor.
-Vengo a ver a Othere. - dije mirando a mi alrededor.
-Othere. Si. Esta arriba. La primera puerta a la derecha.
Asenti.
Subí por aquellas escaleras, evitando llamar mucho la atención. Llegué a la puerta y toque dos veces.
-Quien es?
-Othere?
La puerta se abrió y Sihtric salió, mirando a ambos lados del pasillo.
-Pasa.
Se apartó y me dejó entrar a la habitación, cerrando y asegurándole después.
La habitación era pequeña, con una cama y una silla. Hacía algo de frío, pues no había fuego.
-Tienes algo?
Negué.
-Yo lo he visto en la herrería, pero llevaba a cinco o seis hombres detrás.
Me senté en la cama.
-Como lo vamos a hacer?
Sihtric se sentó en la silla.
-No lo sé.
Lo mire. Sihtric siempre sabía que hacer. Él era realmente la cabeza pensante.
-Es un hombre poderoso, no nos van a dejar acercarnos así como así. - dijo jugando con sus dedos.
-Puedo hacerlo yo.
Levanto la mirada con el ceño fruncido.
Ahí estaba.
-Solo tenemos que encontrarlo en alguna taberna y... Me acercaré. Necesito un vestido, eso si. Solo tengo que fingir que soy...
-No.
-Si. Tienes una idea mejor?
-Se me ocurrirá. Pero no puedes acercarte así. No sabes si nos conocen o si...
-Se te ocurrirá? Cuando? No tenemos toda la vida, Sihtric, y si se va? No podremos seguirlo y...
-No vas a hacer eso.
-Quién te ha puesto a ti al mando?
No dijo nada.
-Vamos a probar antes otra cosa.
-El que?
-He dicho que ya se me ocurrirá!
Lo mire sorprendida.
-No se quien te crees que eres, Sihtric, pero no voy a permitir que me hables así. - dije poniéndome de pie. Estaba dispuesta a irme y buscar mi propia habitación. No soportaba que Sihtric me tratará así, me dolía.
Sihtric puso una mano en la puerta, evitando que la abriera.
Su pecho estaba casi pegado a la mi espalda y yo estaba temblando entera.
-No voy a dejar que te vayas, Rigga. No es seguro. - dijo en un tono mucho más tranquilo.
Solté una respiracion temblorosa y solté el pomo.
Me aparte de ahí y volví a la cama. Permanecí callada. No quería hablar con él si se iba a comportar así. Estaba cansada de esto. Solo queria que me tratara como a los demás, que riera conmigo, que dejara de odiarme así, que se alegrara como yo me alegraba cuando Uhtred nos mandaba juntos.
Sihtric se dejó caer contra la puerta y se quedó ahí un largo rato, callado y sin moverse. Yo me había quitado las botas y me había encogido en la cama. Fuera caía una tormenta bastante pesada.
-Tu idea no es mala, Rigga. Pero no sabemos de qué son capaces y podría delatarnos. Tenemos que volver sin que nadie sepa que hemos estado aquí.
No dije nada, pero sabía que tenía razón.
-No voy a dejarte sola con ese hombre y los suyos.
Cerré los ojos.
-Son bestias, Rigga.
No quería seguir oyendolo hablar. Era como si le molestara que yo estuviera aquí.

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