Arnas Fedaravicius

196 11 0
                                    

Todo empezó con una llamada. Me habían dado un trabajo. En una serie. La misma serie en la que Arnas trabajaba.
Arnas y yo habíamos tenido una relación complicada. Éramos muy buenos amigos, pero nos gustaba os demasiado. Ambos teníamos demasiada vergüenza como para confesarnos, aunque de una forma u otra conociéramos nuestros sentimientos.
-Ey. Me alegro de que hayas venido. - dijo Arnas apoyándose a mi lado en la barra.
Le sonreí.
Seguia igual de guapo que siempre.
-Bueno, no podía declinar una invitación así. Soy nueva en un país nuevo y no conozco a nadie.
Arnas asintió.
-Son buena gente. Te inegraras rápido. Además, les caes bien.
Bebí un poco de mi cerveza.
Era un tema que me causaba mucha inseguridad. Arnas bien sabía que en el instituto yo a penas tenía amigos. Una chica con la que comía después de clase. Y él, mi vecino.
-Vamos con ellos?
Asentí.
Nos fuimos a la mesa. Arnas se sentó a mi lado, lo que agradecí con una mirada.
Todos hablaban y reían. Eran como una familia.
-Annika, cuéntanos algo de ti. Como conseguiste el trabajo? - dijo Millie.
-Pues...-senti el calor subir a mi cara, todos me miraban. - Fue por casualidad. Trabajo en una agencia y contactaron con ellos. Y bueno, estoy aquí.
-Y sabías que Arnas también lo estaba?
Negué con la cabeza. Después del instituto nos habíamos perdido la pista.
-Ni siquiera había visto la serie antes. - dije riendo un poco.
Todos sonrieron.
-Fue una casualidad, la verdad. - dijo Arnas sonriéndome.
Después de tantos años aún me hacía sentir mil cosas.
-Busque en internet, y vi su cara ahí.
-Y me llamó.
Me sentía vulnerable bajo su mirada.
-Esto es genial. El mundo es un pañuelo. - dijo Alex.
Le sonreí a Arnas y me giré para prestar atención a la siguiente conversación.
Sentí como Arnas movía su pierna hacia la mía, dejándola completamente pegada.
Si seguía sonrojandome así acabaría ardiendo.
Y podía sentir la mirada de Mark y de James sobre nosotros.
Estaban sentados juntos y se habían dado un par de codazos.
Les había hablado Arnas de nosotros?
-Annika! Vienes a bailar?
-Em. Claro, si.
Me levante de la mesa y seguí a las chicas.
Me caían bastante bien, y se habían preocupado mucho desde el primer momento en que no me sintiera apartada.
Eliza, cogida de mi brazo, nos llevó hasta la pista de baile, donde apenas había gente.
La música que sonaba me gustaba bastante, lo que ayudo a que poco a poco me fuera soltando.
Antes de darme cuenta estaba bailando con las chicas como si estuviéramos solas.
Me lo estaba pasando genial, pero tenía calor, así que las avisé de que iba a ir a por algo de beber y a tomar el fresco.
El pub tenía una terraza bonita que por las noches siempre estaba vacia, así que, después de pagar mi bebida, salí ahí.
Hacia fresco, pero no suficiente como para tener frío.
Bebí de mi cerveza y mire hacia detrás.
Por la cristalera podía verlos a todos en la mesa.
Me giré. El pub estaba en una zona alta, se veía toda la ciudad. Estaba precioso.
Escuche pasos acercarse. Era él.
Venía con las manos en los bolsillos. Cuando éramos unos críos pensaba que era el chico más guapo del mundo. Ahora estaba tan cambiado pero a la vez tan igual que me era imposible pensar lo mismo.
Era más grande, con los hombros mucho más anchos y mucho más fuerte. Ahora con su pelo mucho más largo y peinado hacia atrás. Pero su expresión era la misma.
Su mirada siempre tan dulce y atenta. Sus ojos tan bonitos como siempre. Y su sonrisa...
En el fondo era el mismo chico, pero más maduro.
-Estas bien?
-Si, claro. Tenía calor.
Se acerco, pero mantuvo las distancias.
-Lo estás pasando bien, entonces. - afirmó sonriendo un poco.
-Mucho.
-Quieres que me vaya?
-No! - ¿por qué gritas? Me dije a mi misma- Quiero decir, no hace falta. Si no quieres. Si quieres puedes irte, claro. Tampoco hace falta que te quedes para...
Me calle cuando alargó su mano hacia la mia, cogiendo la cerveza y dándole un trago. Después me la devolvió.
Nos echamos a reír. Siempre hacia esto. Cuando íbamos a merendar después de clase a una cafetería cerca de casa, nunca pedía nada para beber. Le encantaba quitarme lo mío.
-Te echaba de menos. - dijo casi en un susurro.
Me apoye en una barandilla metálica que había al fondo de la terraza, parecía un mirador.
-Yo también...
Se apoyó a mi lado, muy cerca, nuestros hombros casi se tocaban
-Que tal esta Katie?
Ella era su novia del instituto, que parecía odiarme.
-Hace años que no hablo con ella. Pero se que tiene un hijo.
Sonreímos.
-Es increíble ver como gente que conoces de siempre ahora tiene vidas de... Adulto. No sé.
-Ya... Nos hacemos viejos. Sergei se casó, y se divorcio.
Nos dio la risa. Sergei era muy conocido por ser bastante... Volátil.
-Y tú? Cuando fuimos a la universidad y dejamos de hablar te perdí completamente la pista.
Mire mis manos. En aquella época lo único que quería era sacarme a Arnas de la cabeza. Corte cualquier relación que me atara a mi ciudad natal y me fui a otra en la otra punta del país.
-No mucho. Ya me conoces. No soy muy interesante.
-Siempre me has parecido interesante, Anni.
Cerré los ojos. Sentía su mirada sobre mí, quemandome la piel.
Después de tanto tiempo... Pensaba que no nos veríamos más, que era parte de mi pasado, que jamás tendría que tener "la conversación" con él.
-No lo hagas, Arnas...
-Por qué?
Lo miré.
Estaba serio y se sujetaba con fuerza las manos. Estaba apoyado sobre sus codos y podía ver los tenso que estaba.
-Ha pasado mucho tiempo.
-Pero no ha cambiado nada. - casi ni me dejo acabar la situación.
Me frote los ojos aguantandome las lágrimas. Tenía tanto miedo...
-Lo intente muchas veces, Annika.
-Salías con Katie, Arnas.
-Empecé a salir con ella cuando me quedó claro que no tenía ninguna posibilidad contigo.
-Me hiciste mucho daño.
Estaba al borde de agarrarme a llorar.
-No puedes echarmelo en cara Anni, yo... Intente acercarme más a ti, llevarte a cenar o pasear o lo que fuera, pero siempre me rechazabas. Pensaba que...
-Tenía miedo. - tomé aire, no quería llorar. - Tengo miedo.
Me miro sorprendido. Se enderezo, dando un paso cauteloso hacia mi.
-De qué?
-De perderte. Soy un desastre, Arnas. Y...
Casi sin darme cuenta, me había agarrado la cara y me estaba besando.
Me agarre a su cuerpo, pensando que tal vez me caería.
Le devolví el beso con la misma fuerza, jadeando ante las sensaciones que ahora me recorrían entera.
Nuestras lenguas se tocaban de vez en cuando, sus dientes se habían clavado en mis labios un par de veces, y nuestras manos explotaban el cuerpo del otro. Por primera vez.
Quería sentir cada centímetro de él, cada musculo, cada curva, cada palmo de piel.
Debía ser ilegal que alguien se sintiera así de bien. Se apartó respirando hondo. Como era bastante más alto que yo, sus labios quedaron en mi fentre.
Cerré los ojos, sintiendo el calor que emanaba y su respiración en mi piel.
Yo estaba igual de agitada. Estaba agarrada a su espalda baja, manteniéndonos cerca.
Nos mantuvimos así un tiempo. Él tenía sus manos en mi cuello, haciendo pequeñas caricias con sus pulgares.
Tenía las manos frías y mi piel estaba demasiado caliente.
Se apartó un poco.
-Mírame. - dijo de forma casi inaudible.
Levante un poco la vista.
-No tengas nunca miedo de ser tú misma.
Cerré los ojos. Me dio un beso en la mejilla y otro en la nariz.
-Siempre he sentido que nadie me entendía.
-Porque no quieren hacerlo, es más fácil juzgar que acercarse e intentar conocer a las personas.
Asentí despacio aun sin abrir los ojos.
Arnas me abrazo y con su mano hizo que me escondiera en su cuello, manteniéndome ahí.
-Eres la única persona que realmente me ha conocido.
Sentía que era el momento perfecto para decir todo aquello que llevaba años aguantando.
Deslizó sus dedos por mi pelo y me llevó de nuevo a su boca, besandome otra vez. Con la misma pasión y las mismas ganas, pero teniendome más cerca.
Está vez, cuando dejó mis labios, llevo los suyos a mi cuello, besando e ahí un par de veces. Deslizó sus dientes por mi piel, haciendo que me recorriera un escalofrío.
Me dio un beso ahí donde me había mordido y me miró.
-Siempre he estado enamorado de ti.
Jadee, buscando sus labios una vez más.
Me permití acariciar su pelo, esos rizos negros...
Esta vez era yo, quien llevaba las riendas.
Me agarró por la cadera, pegándome a él. Gemi al sentirlo. Yo había hecho esto. Yo le había excitado. Sentía su miembro, perfectamente listo para mi.
Nos apartamos una vez más, mirándonos fijamente.
-Yo también, Arnas. Siempre has sido tú.
Junto nuestras frentes.
Me sentía increíble. Eufórica.
Levante mi mano a su mejilla y la acaricié.
-Creo que... Bueno. Si tu quieres. Podríamos irnos.
Sonreí.
-Vamos a esperarnos un poco antes de entrar. Vale? - dije intentando no reír.
Estaba despeinado, con las mejillas rojas y los labios hinchados. Por no hablar de lo que escondían sus pantalones.
-Si, si... - suspiro mirándome.
Con un dejo acarició mi labio inferior.
-Eres preciosa.
Me ruborice. Aún más.
Miró detrás de mí, a la ciudad.
-Se está bastante bien aquí.
Se volvió a apoyar en la barandilla. Yo me agarré a su brazo y me apoyé en su hombro.
-Mhm...
Me miró.
-No iba a salir. - dijo mirándose las manos. - Ellos han insistido cuando te han visto sola.
Lo mire atenta.
-Quería darte tú espacio. Pensaba que estarías agobiada o algo. Me acuerdo que siempre que teníamos exámenes te aislabas o algo así.
Reí.
-Solo salía para comprar y para ir al instituto.
-Mi madre me obligaba a ir a verte. Y yo lo odiaba porque sabía que querías estar sola.
Apreté su brazo.
-Tú nunca molestabas.
-Hubo una vez que me sacaste a empujones.
-Ey! Fue solo una vez.
Le di un golpe en el pecho.
Soltó una carcajada.
-Les daré las gracias por hacerte salir.
-Yo también.
Nos dimos otros beso.
-Cuantos años llevabas esperando esto? - preguntó.
-Creo que doce.
-Te gano. Catorce.
Lo mire sorprendida.
-No éramos amigos aún.
Me dio la mano y me guió hacia dentro.
-Lo sé, pero te veía siempre en tu jardín y me parecías la chica más guapa del mundo.
Me agarre fuerte a su brazo.
-Me lo sigues pareciendo.
Sonrei mirando hacia el suelo. Me había hecho demasiados cumplidos en muy poco tiempo. Estaba muerta de vergüenza.
Al entrar todos nos miraron.
Le di un apretón en la mano para que hablara él.
-Vamos a irnos, vale?
-Claro.
Todos nos despidieron, y cuando estábamos por la puerta, Mark grito:
-Usad protección!
Arnas rodó los ojos y me sujeto la puerta.
-Es un crío de quince años.
Reí.
Esperando un taxi, con las manos agarrada con fuerza, me miró.
-Me alegro de que hayas venido.
Sonreí y me abrace a su costado.
El me abrazo por los hombros y me besó la frente.
-Yo me alegro de haber venido.

Type and imaginas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora