003. El misterioso hombre rompe puertas.

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Luego del zoológico, Harry y Charlie tuvieron el castigo más largo que habían tenido en toda su vida. Fue solo en verano cuando pudieron estar completamente en paz y el enfado de Vernon Dursley había desaparecido casi por completo.

La madrugada del veinticuatro de Julio, Charlie estaba tratando de dormir cuando Harry entró a la alacena con un pastel delicioso de chocolate.

-¿De dónde lo sacaste, Harry? -preguntó la niña con una sonrisa, sintiendo que en cualquier momento se largaria a llorar y a abrazar a Harry.

-Uhm, bueno, hoy mis tíos fueron a comprarle el nuevo uniforme a Dudley, así que aproveche para hacer un pastel. No sé si está rico, lo siento. Solo seguí la receta del libro de tía Petunia.

Charlie se levantó de su cama con una sonrisa mientras Harry dejaba el pastel a un lado en la única mesita del lugar. La ojigris lo abrazó con fuerza y el correspondió casi de inmediato.

-Feliz cumpleaños, Charlie -susurró Harry, con una sonrisa en su rostro apretando más el cuerpo de suprima n el abrazo.

-Gracias, Harry -susurró ella de igual forma.

Comieron pastel toda la noche mientras recordaban muchas anécdotas como el día en el que insultaron a Dudley y se echaron a correr lo más rápido que pudieron antes que el cabeza de nuez de Dudley comprendiera. Fue lo más riesgoso que llegaron a hacer en la vida pues Dudley los persiguió con un bate hasta que su estado físico le impidió continuar.

Reían despacio y cuando llegaron las tres de la mañana, se fueron a dormir. Después de todo, Petunia siempre los despertaba a las siete así que debían al menos descansar un par de horas antes de volver a la vieja rutina.

Como ellos suponían, Petunia golpeó con fuerza la puerta a las siete en punto, exigiendo que ambos despertarán de inmediato. Harry se apresuró a despertar primero y a salir de la alacena para preparar el desayuno. Puso un especial esfuerzo para el desayuno de su prima, asegurándose de que los huevos quedaran bien, el beicon, incluso le preparó jugo de naranja para acompañar el desayuno. Los Dursley no sabían la razón por el notorio buen humor de Harry, quién se retiró de inmediato después de darles el desayuno a sus tíos.

-Despiértate -dijo Harry, golpeando la cabeza de su prima con una almohada. Ella le dirigió una mirada extraña, como entre una mirada adormilada y una expresión asesina que hizo que Harry retrocediera un poco-. Tenemos que desayunar.

-Oh, el desayuno -dijo con pánico, levantándose rápidamente y colocándose calcetines para salir a la cocina cuando se dio cuenta que ya era más tarde de lo habitual, y que había un desayuno muy apetitoso encima de la cama de Harry-. ¿Tú preparaste eso?

-Por supuesto -afirmó orgullosamente el de lentes-, y eso que aún falta tu regalo. Vamos, apresuremonos.

-¿Tienes uno en serio? -preguntó sentándose en su cama y señalando frente a ella. Harry entendió y se sentó, pasándole el plato.

-Lo tengo, creo que tiene un valor más sentimental que un valor material, pero te conozco lo suficiente para apostar que te encantará -Harry nunca solía estar seguro de sus palabras, pero cuando hablaba de Charlie, entonces era una excepción. La conocía bastante bien, nunca sabía lo que ella pensaba pero conocía sus gustos musicales, sus gustos gastronómicos y qué tipo de ropa le gustaba. Era obvio que lo sabría, eran como hermanos.

-No fue necesario hacer todo esto, Harry -el de lentes hizo una mueca.

-Claro que es necesario, tonta. Eres especial y quiero hacer esto, lo haré cada año si es necesario para verte contenta -ella sonrió un poco mientras continuaba desayunando. Los Dursley cuestionaron después la ausencia de ambos en el comedor, Harry respondió que estaban buscando un libro que Charlie había perdido.

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora