020. Las sospechas del trío de oro.

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Después de pasar la mayor parte de la noche explicándole a Draco, Pansy y Theo lo que había pasado, no pudo dormir. Estaba segura que si Harry estaba allí era porque el también había escuchado esa voz, no podía ser una simple coincidencia.

Y durante unos días, en la escuela no se habló de otra cosa. Su nombre siempre estaba en las conversaciones de los demás y el haber sido "marcada" por Voldemort, no ayudaba mucho. Tampoco ayudaba que su casa sea Slytherin y tampoco ayudaba que sus amigos creyeran profundamente en la superioridad de la sangre. Había evitado todo contacto con Harry desde ese día. Intento hablar con Hermione, pero ella se alejaba como si realmente le temiera.

Las clases no eran lo mismo, eran muy aburridas, solo hablaba para responder algo cuando era muy necesario que lo hiciera. Se sentía cansada, no había comido ni dormido bien desde la casa de los Dursley. Los entrenamientos de Flint eran cada día más duros para todo el equipo y eso tampoco ayudaba para su recuperación.

Historia de la Magia era la asignatura más aburrida de todas. El profesor Binns, que la impartía, era el único profesor fantasma que tenían, y lo más emocionante que sucedía en sus clases era su entrada en el aula, a través de la pizarra. Viejo y consumido, mucha gente decía de él que no se había dado cuenta de que se había muerto. Simplemente, un día se había levantado para ir a dar clase, y se había dejado el cuerpo en una butaca, delante de la chimenea de la sala de profesores. Desde entonces, había
seguido la misma rutina sin la más leve variación.

Aquel día fue igual de aburrido. El profesor Binns abrió sus apuntes y los leyó con un sonsonete monótono, como el de una aspiradora vieja, hasta que casi toda la clase hubo entrado en un sopor profundo, sólo alterado de vez en cuando el tiempo suficiente para tomar nota de un nombre o de una fecha, y volver a adormecerse. Llevaba una media hora hablando cuando ocurrió algo insólito: Hermione alzó la mano.

El profesor Binns, levantando la vista a mitad de una lección horrorosamente
aburrida sobre la Convención Internacional de Brujos de 1289, pareció sorprendido.

-¿Señorita...?

-Granger, profesor. Pensaba que quizá usted pudiera hablarnos sobre la Cámara de los Secretos -dijo Hermione con voz clara.

Charlie miró con confusión a Draco, quién estaba a su lado. Realmente se había preguntado que era la cámara de los secretos pero se había quedado con la duda, hasta muy probablemente ese momento.

Toda la clase pareció interesada en ese tema, más que nunca había participación en la clase del profesor. Hermione miró a Charlie de reojo tratando de examinar su comportamiento, como si realmente esperara que se pusiera nerviosa.

-Mi disciplina es la Historia de la Magia -dijo con su voz seca, jadeante-. Me ocupo de los hechos, señorita Granger, no de los mitos ni de las leyendas. -Se aclaró la garganta con un pequeño ruido que fue como un chirrido de tiza, y prosiguió-: En septiembre de aquel año, un subcomité de hechiceros sardos...
Balbució y se detuvo. De nuevo, en el aire, se agitaba la mano de Hermione.

-¿Señorita Grant?

-Disculpe, señor, ¿no tienen siempre las leyendas una base real?

Charlie parpadeo confundida, ¿Por qué insistía tanto? ¿Por qué simplemente no se callaba? ¿Por qué siempre que terminaba la pregunta la miraba a ella esperando alguna reacción?

-Veamos -dijo lentamente el profesor Binns-, sí, creo que eso se podría discutir. -Miró a Hermione como si nunca hubiera visto bien a un estudiante-. Sin embargo, la leyenda por la que usted me pregunta es una patraña hasta tal punto exagerada, yo diría incluso absurda...

La clase entera estaba ahora pendiente de las palabras del profesor Binns; éste miró a sus alumnos y vio que todas las caras estaban vueltas hacia él.

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora