037. El miserable intento de humano.

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Hermione dio un grito. Sirius se puso en pie de un salto. Harry saltó también como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Charlie solo se quedó mirando a Snape fijamente.

-He encontrado esto al pie del sauce boxeador -dijo Snape, arrojando la capa a un lado y sin dejar de apuntar al pecho de Lupin con la varita-. Muchas gracias, Potter, me ha sido muy útil.

Snape estaba casi sin aliento, pero su cara rebosaba sensación de triunfo.

-Tal vez se pregunten cómo he sabido que estaban aquí -dijo con los ojos relampagueantes.

-Nope, nadie se pregunta eso. -murmuró Charlie. Soltó un chillido cuando sintió el codazo que Hermione le proporcionó.

-Acabo de ir a tu despacho, Lupin -continuó Snape ignorando a su alumna-. Te olvidaste de tomar la poción esta noche, así que te llevé una copa llena. Fue una suerte. En tu mesa había cierto mapa. Me bastó un vistazo para saber todo lo que necesitaba. Te vi correr por el pasadizo.

-Severus... -comenzó Lupin, pero Snape no lo oyó.

-Le he dicho una y otra vez al director que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar en el castillo, Lupin. Y aquí está la prueba. Ni siquiera se me ocurrió que tuvierais el valor de utilizar este lugar como escondrijo.

-Te equivocas, Severus -dijo Lupin, hablando aprisa-. No lo has oído todo. Puedo explicarlo. Sirius no ha venido a matar a Harry, mucho menos a Charlotte.

-Dos más para Azkaban esta noche -dijo Snape, con los ojos llenos de odio-. Me encantará saber cómo se lo toma Dumbledore. Estaba convencido de que eras inofensivo, ¿sabes, Lupin? Un licántropo domesticado...

-Idiota -dijo Lupin en voz baja-. ¿Vale la pena volver a meter en Azkaban a un hombre inocente por una pelea de colegiales?

¡PUM!

Del final de la varita de Snape surgieron unas cuerdas delgadas, semejantes a serpientes, que se enroscaron alrededor de la boca, las muñecas y los tobillos de Lupin. Este perdió el equilibrio y cayó al suelo, incapaz de moverse. Con un rugido de rabia, Black se abalanzó sobre Snape, pero Snape apuntó directamente a sus ojos con la varita.

-Dame una razón -susurró-. Te lo suplico.

-Severus, no seas tonto. -dijo Lupin. Charlie vio como su expresión cambiaba de calma a miedo en un instante.

-No puede evitarlo ahora -dijo Sirius.

-Sirius callate.

-¡Callate tú, Remus!

-Agh, escuchense los dos. Pelean igual que un viejo matrimonio.

-¿Por qué no mejor te vas a jugar con tu juego de química, eh?

Black se detuvo en seco. Era imposible decir qué rostro irradiaba más odio. Harry se quedó paralizado, sin saber qué hacer ni a quién creer. Dirigió una mirada a Charlie, Ron y a Hermione. Ron parecía tan confundido como él, intentando todavía retener a Scabbers. Hermione, sin embargo, dio hacia Snape un paso vacilante y dijo casi sin aliento:

-Profesor Snape, no... no perdería nada oyendo lo que tienen que decir; ¿no cree?

-Señorita Granger; me temo que vas a ser expulsada del colegio -dijo Snape. Charlie ladeó un poco la cabeza mientras mordía su labio inferior con fuerza y movía ansiosamente el pie izquierdo, golpeándolo contra el piso-. Tú, Black, Potter y Weasley se encuentran en un lugar prohibido, en compañía de un asesino escapado y de un licántropo. Y ahora te ruego que, por una vez en tu vida, cierres la boca.

-Pero si... si fuera todo una confusión...

-¡Callate, imbécil! -gritó de repente Snape, descompuesto-. ¡No hables de lo que no comprendes! -Del final de su varita, que seguía apuntando a la cara de Black, salieron algunas chispas. Hermione guardó silencio, mientras Snape proseguía-. La venganza es muy dulce -le dijo a Black en voz baja-. ¡Habría dado un brazo por ser yo quien te capturara!

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora