065. El boggart de Molly.

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Dio dos toques a la habitación de los chicos. Escuchó un bajo "pase" desde dentro y abrió la puerta, mirando a Harry en su cama y a Ron empacar.

-¿Que pasó? -preguntó Ron, parecía mucho más contento que cuando Charlie había abandonado la habitación-. ¿Todo en orden?

-Vine a buscarlos para bajar a esperar la cena -les dijo, llevándose las manos en sus bolsillos.

-Ahora voy -dijo Ron, guardando un suéter en su baúl-. ¿Vamos, Harry?

Ron parecía muy feliz, en cambio, Harry no lo parecía. Él simplemente estaba con una expresión neutra, mirando la pared. Salió de su pequeño viaje astral para mirar a sus dos amigos e intentó sonreír.

-Los alcanzo enseguida -aseguró Harry obligándose a si mismo a sonreír.

Ron y Charlie intercambiaron miradas. La chica sabía perfectamente lo que le ocurría a Harry, como para no saberlo, había vivido con él toda su vida. Ella conocía mejor a Harry de lo que se conocía a si misma.

Le dirigió una última mirada antes de salir de la habitación junto con Ron. Fueron por el pasillo sin decir nada, ella estuvo tentada a detenerse de nuevo frente a la habitación de Regulus, pero en el fondo sabía que no estaba preparada aún para ver lo que había dentro.

Y justo antes de llegar a las escaleras, los dos se encontraron a Remus y a Sirius. Sirius, con las manos en los bolsillos y una sonrisa ladina, recostado en la pared, y Remus a su lado, con una amplia sonrisa.

-Creí escuchar a Molly decir que hay nuevos prefectos en la familia -dijo Remus detenidamente-. ¿Es cierto o fui vilmente engañado?

-Es completamente cierto -contestó Charlie, sonriendo un poco. Remus caminó hacia ella y la rodeó entre sus brazos. Dejó un beso en su cabello, aún manteniendo su paternal sonrisa.

-La palabra «orgulloso» se queda corta comparada a lo que siento en este momento, Charlie -dijo Remus, acariciando su cabello-. ¿Que te parece si te recompenso por esto? Tengo algo que podría llegar a... emocionarte un poco.

Charlie se separó del abrazo, mirandolo intrigada, pero la expresión de Remus no daba ningún indicio de lo que estaba planeando. Solo asintió lentamente mientras escuchaba los pasos de Sirius ir hacia ella.

-Yo realmente no sé qué decir -confesó Sirius, quedándose frente a ella-. Pero se que Anne estaría muy orgullosa de tí. Realmente muy orgullosa.

Sirius y Remus la miraron con sonrisas. Felicitaron a Ron antes de ir de nuevo hacia las escaleras y llamarlos a ambos para cenar. Charlie miró a Ron y él solo le sonrió.

Ella ya sabía que veía a Remus y a Sirius como figuras paternas. En realidad, siempre lo supo, pero lo acababa de confirmar. Antes se sentía fría, sentía simplemente que no valía la pena todo el esfuerzo que estaba haciendo. ¿Para que? Si de todos modos, en navidad no tendría un padre que le diera muchos regalos y viera películas toda la noche con ella, o una madre que la abrazara con fuerza y planeara una enorme fiesta para celebrar.

Pero en ese momento un sentimiento cálido la invadió. A pesar de estar en una casa llena de polvo por todas partes, boggarts o elfos amargados, ella se sentía bien allí. No era como lo había estado esperando, pero estaba bien con eso. Estaba bien porque se sentía en familia. Ron se preocupaba por ella, la señora Weasley procuraba siempre darle la mejor parte de la comida y preparar siempre algo que a ella le gustara. El señor Weasley siempre llegaba con nuevas noticias. Ginny le hablaba sobre Pansy o sobre cualquier otro tema interesante mientras se pintaban las uñas. Fred y George le contaban con entusiasmo sobre sortilegios Weasley. Harry la entendía más que nadie y pasaban horas hablando. Sirius y Remus solían contarles historias de distintas aventuras en Hogwarts, y Hermione la abrazaba para dormir.

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora