—Buenas noches, señora Black —saludó cordialmente la secretaria de mi esposa al verme llegar—. ¿Necesita algo señora fiscal?
Mis tacones resonaban por todo el pasillo del Ministerio mientras me iba acercando a la oficina de Hermione con una carta en mis manos.
—Buenas noches, quiero ver a mi esposa la Ministra Black.
—Enseguida se la comunico —dijo la muchacha—. Señora Ministra: su esposa quiere verla.
Eche un vistazo a mi reloj, fastidiada por lo tarde que Hermione llegaba a trabajar a veces. Solía hartarme ser la esposa de la Ministra de Magia.
—Pase, señora Black —dijo la secretaria, y accionó un botón que hizo que las enormes puertas de la oficina de la Ministra se abrieran. Le agradecí con un asentimiento y me adentro, cerrando las puertas detrás mío.
—Buenas noches —le dije a mi esposa. Una sonrisa se dibujó en los labios de Hermione al ver el ramo de flores en mis manos.
—Hola, cariño —se levantó de su silla para saludarme con un abrazo y un corto beso. La admiré con dulzura, entregándole las flores—. Sabes que no es necesario.
—Lo es totalmente.
Hermione solo negó mientras reía. Encendió su chimenea con un movimiento de varita al ver que me abrazaba a mi misma por lo fresco de la noche.
—Otra vez trabajando hasta tarde —dije, echándole en cara.
—Tú también te quedaste hasta tarde hoy, Charlotte —se defendió mi esposa, arqueando una ceja.
—Resuelvo un caso de robo en Gringotts —contesté con simpleza—. Ha llegado una carta de Theo y Noah. Quieren saber si iremos todos juntos al andén mañana o nos encontraremos allí.
—Lo que te parezca mejor, preciosa —contestó mi esposa guardando los documentos en su cajón—. ¿Nos vamos?
—Si, claro.
Hermione me guió hasta la red flu que se conectaba a nuestra casa, y pronto ardimos en llamas verdes hasta aparecernos en la chimenea de nuestra casa.
—Buenas noches —dije en alto, pero en la casa reinaba un silencio pacifico.
Escuchamos un ligero "puf" y Kreacher se apareció frente a nosotras con una leve reverencia. Lo salude con una sonrisa viendo como parecía que había limpiado el guardapelo que le habíamos dado hace tantos años, pues lucia reluciente en su pecho.
—Buenas noches, señoras Black —dijo el elfo, sosteniendo entre sus manos el bolso de Hermione y chasqueando sus dedos para encender las chimeneas de la casa—. Harry Potter se encuentra en la sala de juegos con los amos.
—Kreacher, son niños, no es necesario que sigas llamándolos amos —dijo Hermione soltando una risita. Sus tacones resonaron en toda la casa a medida que caminaba, al igual que los míos siguiéndola—. ¿Los baúles ya están preparados para mañana, Kreacher?
—Si, ama.
Kreacher perseguía a mi esposa por toda la casa muy contento: hace muchos años que lo hemos liberado y pese a que ahora era un elfo que podría hacer lo que quisiera, no ha hecho más que seguir órdenes y servir a mi familia. Se había encariñado.
—¿Roma donde está? —preguntó Hermione al ver a nuestro hijo mayor hablar tranquilamente con Harry frente a la chimenea mientras su hermana pequeña descansaba con la cabeza entre sus piernas.
—La señorita Roma debe de encontrarse en la sala de música. No ha salido de ahí en todo el día.
Hermione me miró.
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La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)
Fanfiction«Yo pondría al mundo entero de rodillas por Hermione Granger» Donde el doloroso camino de Charlie estaba a punto de ser interrumpido por una inmensa lluvia de colores y sentimientos la cual era Hermione Granger. Eran diferentes, la odiaba. Eran opue...