082. La visita de Snape.

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-¡Vamos, la puta madre!

Hermione la miró con severidad y ella le mostró una inocente sonrisa a su novia. Estaban jugando ajedrez mágico con Ron mientras Ginny, Pansy, Theo, Hermione y Crookshanks observaban la partida.

-No es gracioso jugar contigo, eres competitiva y siento que me vas a aplastar la cabeza si pierdes -comentó Ron en voz baja. Ella negó.

-No te rompería la cabeza, Ronnie. Como mínimo solo tres huesos... o más -Ron tragó saliva, tomándose muy en serio la amenaza. Ella por su parte siguió dictando órdenes hasta que finalmente pudo contra Ron.

Era la primera vez que le ganaba a Ron, y no podía estar más feliz por eso.

-Charlotte, baja de la mesa -dijo Hermione, pinchandose el puente de la nariz. Su novia no había obedecido, seguía bailando encima de la mesa, contenta por haber derrotado a Ron.

Comenzó a cantar una especie de canción improvisada de la victoria mientras veía a Ron enrojecer, no estaba acostumbrado a perder en su propio terreno. Ginny como siempre se burlaba de él, Pansy miraba con adoración a la pelirroja, Hermione tenía a Ónix sobre el hombro y reía, y Theo tenía a Crookshanks sobre su pecho, él solo miraba el techo, acostado en el suelo.

-No puedo creerlo -le dijo Ron en dirección a Hermione. Ella lo miró con una media sonrisa-. Tu chica me acaba de ganar... ¡en ajedrez mágico!

-Realmente no sé qué esperabas, ella es la mejor -murmuró Hermione. Ron la miró de reojo mientras de fondo se seguía escuchando la canción improvisada hasta que la señora Weasley entró a la habitación.

Se quedó mirando el escándalo, totalmente muda. El sonido para ella era algo estresante hace un par de años, pero desde que Fred y George se habían ido a Hogwarts, la madriguera no volvió a ser la misma y desde ese momento, apreció con toda su vida el ruido, el escándalo y a todos riendo.

-Charlie, querida -la llamó. Todos voltearon para ver a la señora Weasley y la ojigris, algo apenada, bajó de la mesa-. Severus Snape está abajo, quiere hablar contigo y con Harry.

-¿Snape? -preguntó alzando las cejas. Hermione la miró, como si estuviera intentando analizar o descubrir si su novia le estaba ocultando algo-. ¿Por qué Snape está aquí? ¿Dónde está Sirius?

-Con Remus, no querían estar aquí para cuando Snape cruzara la puerta -contestó la señora Weasley, encogiéndose de hombros-. Baja en cuanto puedas, querida, por favor.

-Por supuesto, Molly -asintió. La señora Weasley volvió a salir de la habitación y todos la miraron a ella inquisitivamente-. Les adelanto, no tengo ni puta idea de que hace Snape aquí.

Pero ni Theo ni Pansy le creyeron. Sabía que pasaba horas y horas en castigo con Snape, y también sabían lo de empezar a cerrar su mente.

-¿Quieres que te acompañe? -preguntó Hermione inexpresivamente. Ella la miró y negó, regalándole una tranquilizadora sonrisa.

-Está bien, iré sola. Tal vez solo sea respecto a que ya considero volverme a integrar al equipo -intentó sonar convencida de lo que decía, pero su vago tono no había funcionado siquiera para tranquilizar a Ron.

Salió de la habitación y bajó las escaleras, intentando hacer el menor ruido posible al pasar por el vestíbulo.

No quería que Hermione la acompañara porque sabía que Snape tenía algo en contra de ella. No sabía que, y odiaba que lo tuviera. Hermione era la mejor estudiante de la generación. Jamás había tenido un solo problema con alguna materia o un trabajo, ni siquiera con una poción o un encantamiento. Le resultaba absurdo que Snape tuviera cierto odio hacia ella.

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora