055. Crouch, el viejo loco

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La noche del sábado, los dos chicos le contaron a sus amigos lo que ha Ia sucedido. Tanto Draco como Pansy escucharon con atención la breve explicación de Theo acerca de lo que ha Ia dicho Sirius, pero los tres no pudieron evitar encontrar a Charlie algo extraña. Más pensativa de lo normal. Más callada.

Había faltado en la cena por estar en la biblioteca, Pansy creía que el pasar tiempo con Hermione estaba comenzando a afectar a su amiga.

Y el lunes en el desayuno, todo volvió a la normalidad. No había encontrado lo que buscaba y eso en parte la fastidiaba, pero tenía otras cosas de que preocuparse como para pensar en la edad de Moody y en su tonta teoría de que realmente había algo más grande detrás.

-Caballeros, señorita -Charlie se sentó al lado de Ron y les sonrió-. Voy a desayunar con ustedes el día de hoy, debido a que mis amigos se quedaron dormidos y me da pena despertarlos. Llegarán tarde a clase probablemente pero no importa mucho, después les digo los temas.

Ron habló con comida en la boca, a causa de eso, Charlie no pudo entenderlo, Harry solo asintió mientras continuaba desayunando y Hermione por su parte la miró con una suave sonrisa por un largo rato.

-¿Tienen noticias nuevas?

-Me he suscrito a El Profeta -le informó Hermione, las cejas de Charlie se elevaron-. Ya estoy harta de enterarme de las cosas por los de Slytherin.

-No nos metas a todos en la misma bolsa, Granger -murmuró la de ojos grises, agarrando una manzana-. No es mi culpa que Daphne sea igual de miserable que Rita Skeeter.

-No quise referirme a todos en general -dijo Hermione-. Solo a la mayoría.

-¡Bien pensado! -aprobó Harry, levantando la vista hacia las lechuzas-. ¡Eh, Hermione, me parece que estás de suerte!

Una lechuza gris bajaba hasta ella.

-Pero no trae ningún periódico -comentó ella decepcionada-. Es...

Para su asombro, la lechuza gris se posó delante de su plato, seguida de cerca por cuatro lechuzas comunes, una parda y un cárabo.

-¿Cuántos ejemplares has pedido? -preguntó Harry, agarrando la copa de Hermione antes de que la tiraran las lechuzas, que se empujaban unas a otras intentando acercarse a ella para entregar la carta primero.

-¿Qué...? -exclamó Hermione, que cogió la carta de la lechuza gris, la abrió y comenzó a leerla-. Pero ¡bueno! ¡Hay que ver! -farfulló, poniéndose colorada.

-¿Qué pasa? -inquirió Ron.

-Es... ¡ah, qué ridículo...!

Le pasó la carta a Charlie, que vio que no estaba escrita a mano, sino compuesta a partir de letras que parecían recortadas de El Profeta:

eRes una ChicA malVAdA. HaRRy PottEr se merEce alGo MejoR quE tú. vUelve a tU sitIO, mUggle.

Una sonrisa burlesca apareció en el rostro de Charlie, Ron a su lado, apoyó su cabeza en el hombro de la chica para leer el mensaje.

Soltó una carcajada y Charlie también terminó riendo. Llamaron la atención de varias personas en el gran comedor pero no les importó mucho. Hermione se cruzó de brazos.

-¡Son todas por el estilo! -dijo Hermione desesperada, abriendo una carta tras otra-. «Harry Potter puede llegar mucho más lejos que la gente como tú...» «Juegas con el corazón de Black y Potter, sin duda no te mereces a ninguno de los dos, mereces que te escalden en aceite hirviendo... » ¡Ay!

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora