121. La maldición de los Greengrass.

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Charlie miró a Astoria, un tipo de desesperación se instaló en su mirada. La pelinegra había conseguido sacar el horrocrux del cuello de Harry, al parecer era eso lo que casi termina ahogándolo.

-Ni lo sueñes -dijo Astoria con una mueca de desagrado, mirando a Harry en el suelo. Charlie la miró desaprobatoriamente-. Hazlo tú si no te da asco.

-¡Es mi primo! -defendió Black. Astoria alzó las cejas.

-No lo es.

-¡Como si lo fuera! -comenzó a desesperarse mientras la mueca de Astoria se hacia mucho mas notoria, entonces ella se arrodilló y le dirigió una oscura mirada a su amiga.

-Si alguna vez le dices algo de esto a alguien, yo misma me encargaré de matarte y darle tus malditas menudencias a los cerdos.

Astoria se acercó a la boca de Harry mientras Black realizó la maniobra correspondiente. Un par de segundos bastaron para que Harry escupiera toda el agua que había ingresado a su cuerpo. Astoria se puso de pie con rapidez y de la nada, Charlie escuchó un tono aterrado.

-Ron...

-¿Ron? -Black alzó la vista, ignorando que Harry tosia como un maniaco a su lado. El pelirrojo estaba mirando a Astoria, con una pequeña sonrisa forzada.

-Hola -dijo este.

Astoria caminó hacia el y rodeó sus brazos por su cuello bruscamente, deseando permanecer así por siempre. Ron la abrazó por la cintura, aferrándose a la definida silueta de Astoria y deseando, bajo la helada y estrellada noche, nunca más tener que separarse de su lado.

-Estaba preocupado -le comentó Ronald, separándose un poco para poder quedar cara a cara, aún asi ambos quedaron aferrados el uno al otro-. Pero veo que estabas ocupada -bromeó, soltando la cintura de Astoria únicamente para llevar su mano al rostro de la chica, pasando delicadamente sus dedos por sus labios, como si estuviera tratando de limpiarlos.

-Creo que estar encerrada en una torre comiendo cucarachas fue menos traumante que esto -Astoria soltó una risa nerviosa que contagió a Ron. El pelirrojo sonreía, como si estuviera absolutamente hipnotizado por los labios de Astoria, la cual parecía en ese momento, que su tono de piel era rojo tomate por nacimiento.

-Yo...

-Cállate, Harry -se molestó Black, regañandolo en un susurro. Harry no logró comprender al instante por que debería guardar silencio hasta que alzó la vista en dirección a Astoria y Ron.

-No sabía que hacer cuando te marchaste -susurró el pelirrojo, sin apartar la mirada de los labios de Astoria-. Sentí que todo estaba perdido.

-Nada está perdido, Weasley -lo reprendió con la mirada-. Ni siquiera estamos saliendo y ya quieres depender emocionalmente de mí.

-Podríamos estar saliendo si cierta señorita no se hubiera tomado la molestia de abandonarme -Charlie quiso reir, tuvo que morder el interior de sus mejillas para que ellos no se separaran al darse cuenta de que no estaban solos. De cierta manera, le recordaba mucho a Hermione y como las primeras veces que compartían espacio juntas, terminaban peleadas y desafiándose la una a la otra.

-Podríamos estar saliendo si el señor Weasley no fuera tan torpe y lento -susurró Astoria, colocando sus ojos en blanco. Ron abrió la boca, ofendido.

-¿Mi papá?

-Obvio, ¿que otro señor Weasley conoces?

-¿Me pediste un beso indirectamente o estoy malinterpretando tus intenciones?

-Solo tengo mis brazos en tu cuello y estoy a tres centímetros de tu boca, claro que estas malinterpretando mis intenciones, Ronald.

-Bueno lo siento, soy un caballero y debía asegurarme.

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora