056. El portal de los recuerdos

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Obedecer era una de las cosas que más detestaba, no le gustaba seguir órdenes, por eso le había parecido extraño que en ese momento se encontrara de espaldas con la pared, al lado de Harry y cerca de la gárgola para ir al despacho de Dumbledore.

Hermione se tuvo que ir después de dejarla allí, dijo algo como que debía avisarle a Pansy sobre cómo se encontraba su amiga.

Era muy extraño. La última vez que Charlie había revisado, Pansy y Hermione se odiaban. Pero parecían dejar de hacerlo, tenían una especie de enemistad y todo solo porque estaban unidas a una persona, de distintas formas, pero lo estaban después de todo.

-¿Ya dijiste la contraseña? -le preguntó la de ojos grises a su primo. Harry la miró de reojo con obviedad y asintió-. Soñaste con él.

-¿Por qué lo preguntas?

-No lo estaba preguntando, lo estoy afirmando. Si estás aquí debe ser por eso, Harry -el de lentes sonrió de lado-. Me busca a mi.

-Siempre te ha buscado a tí, no se de que te sorprendes -Harry parecía más pensativo que ella, hizo una ligera mueca-. No entiendo que es lo que nos une a él.

Charlie lo miro por un par de segundos. No podía explicar nada porque ella tampoco lo entendía, pero había algo que estaba demasiado claro.

-Antes de buscarme a mi, la buscaba a ella -murmuró llamando la atención del otro Potter-. Nuestros padres cometieron muchos errores, Harry. Hay una parte de nuestra historia que aún es desconocida para nosotros. Hay cosas que no cuadran como debería...

-Me frustra no conocer esa parte de la historia -dijo Harry, apartando su cabello de su rostro-. Pero ahora no quiero hablar sobre mis padres, el pasado o el futuro, ¡necesito a Dumbledore! Caramelo de pera. Eh... Palo de regaliz. Meigas fritas. Chicle superhinchable. Grageas de todos los sabores de Bertie Bott... No, no le gustan, creo... Vamos, ábrete, ¿por qué no te abres?

-Porque no es la contraseña, Duh -Harry la miró irritado-. ¡Plumas de azúcar! ¡Libros! ¡Bullabesa!

-¿Por qué sería la Bullabesa una contraseña? -preguntó Harry, extrañado.

-¡No lo sé! Solo estoy diciendo las cosas favoritas de Hermione, no estoy pensando en las contraseñas. Eh... ¡Cucurucho de cucarachas!

La gárgola revivió de pronto y se movió a un lado.

-Dumbledore y sus contraseñas raras, ¡que lo he dicho de broma!

Se metieron rápidamente por el resquicio que había entre las paredes, y accedieron a una escalera de caracol de piedra, que empezó a ascender lentamente cuando la pared se cerró tras ellos, hasta dejarlos ante una puerta de roble pulido con aldaba de bronce.

Oyeron que hablaban en el despacho. Salieron de la escalera móvil y dudaron un momento, escuchando.

-¡Me temo, Dumbledore, que no veo la relación, no la veo en absoluto! -Era la voz del ministro de Magia, Cornelius Fudge-. Ludo dice que Bertha es perfectamente capaz de perderse sin ayuda de nadie. Estoy de acuerdo en que a estas alturas tendríamos que haberla encontrado, pero de todas maneras no tenemos ninguna prueba de que haya ocurrido nada grave, Dumbledore, ninguna prueba en absoluto. ¡Y en cuanto a que su desaparición tenga alguna relación con la de Barty Crouch...!

-¿Y qué cree que le ha ocurrido a Barty Crouch, ministro? -preguntó la voz gruñona de Moody.

-Hay dos posibilidades, Alastor -respondió Fudge-: o bien Crouch ha acabado por tener un colapso nervioso (algo más que probable dada su biografía), ha perdido la cabeza y se ha ido por ahí de paseo...

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora