132. Mrs. and Mrs. Black

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—Señorita Black —me detuve para observar al hombre trotar hacia mi en el pasillo, y una vez estuvimos cara a cara solo se saco su sombrero e hizo una ligera reverencia—. Mi nombre es Edward, y llevo el caso de la señorita Greengrass.

—Oh —dije, alzando las cejas y ofreciendo mi mano—. ¿En que puedo ayudarle?

—Solo para informarle que el juicio fue cancelado y dieron a Daphne Greengrass como prófuga. No se ha sabido nada de ella en estos...

Pareció pensarlo. Yo me ofendí un poco.

—Han pasado cuatro años, señor —indiqué al hombre de traje—. ¿Me está diciendo que en cuatro años no han encontrado ningún indicio del paradero de Daphne Greengrass?

—Sí... es correcto, señorita Black —yo solté un suspiro.

—Astoria Greengrass ya no requiere de sus servicios. Recibirá sus respectivos honorarios al final del día y no quiero volver a verlo nunca mas en mi vida.

Soplé un mechón que caía a mi rostro y comencé a caminar con gran fastidio por el pasillo del ministerio.

Daphne se había dado a la fuga una vez terminó el funeral de Draco, y nadie supo jamás por qué. En cuatro años hemos tratado de localizarla pero simplemente no había rastro: era como si hubiese desaparecido del mundo entero.

—¿Por que tienes esa cara? —preguntó la hermosa mujer, y me percaté que ni siquiera se dio el tiempo de analizarme más a fondo pues su concentración volvió a estar en la pila de documentos frente a ella.

—Di por finalizada la búsqueda de Daphne —le expresé mientras tomaba asiento frente a la chimenea.

Hermione me observó por encima de sus lentes, aun con la cabeza gacha.

—¿La encontraste? —preguntó con interés, como si le hubiera molestado que lo haya hecho.

—No —le revelé, y pude observar como su expresión cambió ligeramente haciéndose más tranquila.

—Lamento oír eso —no lo lamentaba. Hermione la odiaba y con muy justa razón.

—Astoria estará muy decepcionada.

Entonces Hermione se levantó, y caminó hacia mí para sentarse en mis piernas y darme un abrazo. Solté un suspiro pesado.

—Ya has hecho bastante por Astoria, Andy —dijo Hermione mientras movía sus dedos entre mi cabello—. Le salvaste la vida rompiendo su maldición con la poción, eso dice mucho...

—Pero Astoria se casa en tres días —le interrumpí, y Granger agachó la mirada—. Sé que le hubiera encantado que el único familiar que le quedaba asista a su boda.

—No hay nada que puedas hacer si la misma Daphne decidió borrar todo rastro de sí misma en la tierra. Si no la encontraron en cuatro años moviendo mar, cielo y tierra, no lo harán en tres días.

Odiaba cuando Hermione tenía razón.

—Señorita Granger, la señora Parkinson quiere verla —le comunicaron a mi novia, que un poco sin vergüenza gritó en respuesta:

—¡Que pase!

—¿Por que Pansy te visita? —quise saber, y los labios de Hermione se curvaron hacia arriba en una burlesca sonrisa cuando vio mi fruncido ceño.

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora