064. Charlie odia las responsabilidades.

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Al siguiente día y una vez Harry había ido junto con el señor Weasley al Ministerio, Charlie y los demás estaban en la cocina. Ellos la miraban fijamente, pero ella no podía apartar la mirada de la carta que tenía en manos.

-No me gustan los suspensos -dijo Ginny después de unos segundos-. ¿Podrías abrirla de una vez por todas?

Ella suspiró y asintió. Con las manos temblando, sacó la carta del sobre y comenzó a leer. Lo único que todos los demás vieron por varios segundos fueron sus ojos yendo de un renglón al otro.

-El Ministerio declara que la joven Charlotte A. Black, queda libre de cargo alguno por haber usado una de las tres maldiciones imperdonables y declara que fue en defensa propia -leyó sintiéndose aliviada. Todos los de la mesa soltaron un gran suspiro de alivio.

-Sabia que no te podían culpar -dijo George con una amplia sonrisa-. Estuviste bajo el efecto de un Imperius. Si te mandaban a Azkaban por eso, Freddie y yo iríamos de inmediato a hacer estallar todo el lugar para sacarte.

Ella a forzó a sonreírle a George y bajo la mirada nuevamente a la carta, releyendola. Los Weasley se pusieron a limpiar después de eso. Con la señora Weasley dando órdenes de aquí para allá, ninguno pudo notar que ella no se sentía realmente aliviada por aquella carta.

-No te veo tan feliz como deberías estar -dijo Hermione detrás de ella, rodeando sus brazos por su cuello y dejando caer su mentón sobre la cabeza de la chica-. ¿Te pasa algo?

-Tal vez esto no era realmente lo que esperaba -suspiró guardando la carta en el sobre-. No esperaba que me llevarán a Azkaban, pero si esperaba que al menos me expulsaran de Hogwarts.

Hermione frunció el entrecejo, sin comprender lo que la chica quiso decir.

-¿Por qué te gustaría que te expulsaran de Hogwarts? -preguntó confundida.

-No quiero volver a Hogwarts, no me siento cómoda allí. Con tantas presiones, y responsabilidades, además, siempre sucede algo que termina por acabar con la poca estabilidad que me queda. Tú misma me viste, Hermione, estoy cansada y en este momento soy inestable completamente, y estoy consciente de eso. No se que me sucede, no puedo controlar mis emociones y eso tarde o temprano va terminar hiriendo a alguien. He cambiado.

Hermione se inclinó un poco y le dio un beso en la mejilla antes de sentarse a su lado. Llevó una de sus manos a la mejilla de la joven. Una media sonrisa apareció en su rostro cuando Charlie cerró sus ojos y movió su cabeza hacia su mano, disfrutando del contacto. Como si fuera un gato que buscaba caricias.

-No se de que me hablas, yo sigo viendo a la misma tonta que cambió su forma de hablar en el baile para burlarse de Krum -dijo Hermione acariciando su mejilla con su pulgar-. Esta bien, comprendo que te sientas así. Has pasado por demasiadas cosas -siguió mirándola como si fuera lo más especial del mundo, aunque Charlie no lo notara al tener los ojos cerrados-. Se que te sientes cansada y no sabes cómo lidiar con tus emociones o pesadillas, pero puedes hablarlo conmigo. No guardes todo lo que tienes para tí, o tarde o temprano terminarás explotando de la peor manera.

-Lo sé -se limitó a contestar aún sin abrir los ojos.

-Sin contacto en mi casa -dijo Sirius entrando a la cocina y señalando a Hermione con el dedo. Ella bajó la mano-. Bueno, a diferencia de Lupin yo si soy chismoso, ¿cómo está eso de que querías que te expulsen de Hogwarts? ¿Estas loca?

-Bueno si, un poco -Sirius le dirigió una mirada fulminante-. ¿Que? Tal vez venda galletas en el callejón Diagon. ¿Que más da?

-No quiero escuchar una estupidez así de grande. Granger, dile algo, tú qué eres señorita amo los deberes.

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora