Los pasillos eran extremadamente tranquilos por las noches, siempre había pensado de aquella manera. No se sentía como si estuviera haciendo algo malo ahora que era prefecta, si se encontraba a Filch y a su molesta gata, solo diría que por órdenes de Snape estaba dando un recorrido ni bien el día había empezado.
Aunque el día casi ni siquiera había empezado, apenas podía ver por donde caminaba, ni siquiera había amanecido y la luna ni siquiera estaba comenzando a esconderse.
Las constelaciones eran bastante hermosas y siempre le dieron algo más en lo que creer. No acató las órdenes de Dumbledore a la perfección porque no había desayunado aunque su director les había suplicado a ella y a Harry pasar por las cocinas antes de dirigirse a su oficina.
Tenía el mapa del merodeador en sus manos, caminando hacia la oficina de Dumbledore. Estaba perfectamente arreglada, y podía jurar que en cuanto viera a Harry se reiría porque él parecería un niño recién despierto después de dormir por todo un día.
Todo parecía muy tranquilo hasta que vio a cierto rubio de Gryffindor ir sospechosamente apurado a un lugar.
Revisó el mapa con desagrado. Cormac McLaggen estaba fuera de cama en medio de la madrugada, dirigiéndose a quien sabe que lugar.
Le silbó, pero Cormac pareció ignorarla e ir mucho más rápido. Conocía el camino a la perfección, Cormac estaba volviendo a su sala común, pero ella no podría dejar escapar la perfecta oportunidad de sacarle un par de puntos a Gryffindor.
Sabía lo mucho que Hermione se esforzaba, pero ya era la mejor alumna de la generación, ¿para que necesitaba que su casa ganara el premio de las casas? Lo sentía mucho por su novia, pero no dejaría que los gatitos ganaran ese año.
-Los gatitos deberían estar durmiendo ahora, ¿no? -preguntó. Había tomado un atajo gracias al mapa, por lo que pido alcanzar más rápido a Cormac. Él soltó un jadeo cuando la vio, y guardó un pergamino en su túnica tan rápido como pudo. Black ladeó la cabeza, entrecerrando los ojos con una pequeña sonrisa-. Treinta puntos menos para Gryffindor.
-¡¿Treinta?! -exclamó Cormac-. ¡Treinta son demasiados!
-Oh, bueno debiste haberlo pensado mejor -Charlie se encogió de hombros, sacando su varita-. Ahora dime, ¿que escondes en el bolsillo de tu túnica?
-Que seas prefecta no quiere decir que tengas el derecho de invadir mi privacidad -dijo Cormac, muy seguro. Charlie se rió.
-Muestrame el pergamino.
-No es nada que te tenga que interesar, Black -soltó con rabia. Charlie le sonrió calmadamente.
-Tienes razón, curiosamente -murmuró-. No me interesan tus cosas, y a tí tampoco te deberían interesar las mías. Deja de meterte en mis asuntos, McLaggen, y aléjate de mi novia.
-¿Es un delito ahora querer acercarme a Hermione?
-Primero lávate la asquerosa boca antes de hablar de mi mujer -advirtió Charlie, mirando tan seriamente a Cormac que él sintió que lo hechizaría en cualquier momento-. Segundo, cuídate.
-¿O qué? ¿Que piensas hacerme? -preguntó a la defensiva. Charlie sonrió, relamiéndose los labios.
-Te voy a pasear como a un perro.
-¿Es esa una amenaza, Black?
-Es un aviso. Yo que tú, me hago caso, no quieres que te muestre porqué soy sobrina de Sirius Black.
-¿Que está pasando? -preguntó la voz de Hermione desde el fondo del pasillo. Charlie miró, alzando una ceja.
Que curioso.
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La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)
Fanfiction«Yo pondría al mundo entero de rodillas por Hermione Granger» Donde el doloroso camino de Charlie estaba a punto de ser interrumpido por una inmensa lluvia de colores y sentimientos la cual era Hermione Granger. Eran diferentes, la odiaba. Eran opue...