017. Malfoy vs Weasley: La pelea del año.

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Ónix volaba a un lado del auto, Charlie había soltado a su lechuza para que pudiera volar y pudiera estirar las alas. Harry, Fred, George y Ron charlaban sobre lo que había pasado en la casa de los Dursley mientras que ella simplemente sonreía. Estaba feliz de haber abandonado finalmente esa tortura.

-Oye Ron, dijiste que tú padre trabaja en el ministerio de magia. -dijo Charlie. El pelirrojo asintió mirándola con atención. -¿Que hace ahí?

-Trabaja en el departamento más aburrido -contestó Ron-: el Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.

-¿El qué?

-Se trata de cosas que han sido fabricadas por los muggles pero que alguien las encanta, y que terminan de nuevo en una casa o una tienda muggle. Por ejemplo, el año pasado murió una bruja vieja, y vendieron su juego de té a un anticuario. Una mujer muggle lo compró, se lo llevó a su casa e intentó servir el té a sus amigos. Fue una pesadilla. Nuestro padre tuvo que trabajar horas extras durante varías semanas.

-¿En serio? ¿Que paso con la tetera exactamente?

-Pues que la tetera se volvió loca y arrojó un chorro de té hirviendo por toda la sala, y un hombre terminó en el hospital con las tenacillas para tomar los terrones de azúcar aferradas a la nariz. Nuestro padre estaba desesperado, en el departamento solamente están él y un viejo brujo llamado Perkins, y tuvieron que hacer encantamientos para borrarles la memoria y otros trucos para que no se acordaran de nada.

-Pero su padre..., este coche...

Fred se rió de Harry.

-Sí, le vuelve loco todo lo que tiene que ver con los muggles, tenemos el cobertizo lleno de chismes muggles. Los toma, los hechiza y los vuelve a poner en su sitio. Si viniera a inspeccionar a casa, tendría que arrestarse a sí mismo. A nuestra madre la saca de quicio.

-Ahí está la carretera principal -dijo George, mirando hacia abajo a través del parabrisas-. Llegaremos dentro de diez minutos... Menos mal, porque se está haciendo de día.

-Chicos, en serio les agradezco mucho esto. -dijo Charlie. Ron le sonrió mientras que Fred y George reían.

-¡No tienes que agradecerlo, elfo! -dijo Fred. -lo que sea por nuestra serpiente favorita.

-¿Ustedes tres cuando se volvieron tan amigos? -preguntó Harry frunciendo el ceño.

-Cuando ignorabas a tu prima por pensar que ella debía disculparse, Potter. -contestó George fríamente. Harry cerró la boca ante el tono tan cortante mientras que George se volteaba para mirar a Charlie. Le sonrió un poco. -sujetate. -le mostró la mano. Charlie la tomo mientras Fred dejaba que el auto perdiera altura.

-Vivimos un poco apartados del pueblo -explicó Fred-. En Ottery Saint
Catchpole.

El coche volador descendía más y más. Entre los árboles destellaba ya el borde de un sol rojo y brillante.

-¡Aterrizamos! -exclamó Fred cuando, con una ligera sacudida, tomaron contacto con el suelo. Aterrizaron junto a un garaje en ruinas en un pequeño corral, y Charlie vio por vez primera la casa de los Weasley.

Parecía como si en otro tiempo hubiera sido una gran pocilga de piedra, pero aquí y allá habían ido añadiendo tantas habitaciones que ahora la casa tenía varios pisos de altura y estaba tan torcida que parecía sostenerse en pie por arte de magia, y Charlotte sospechó que así era probablemente. Cuatro o cinco chimeneas coronaban el tejado. Cerca de la entrada, clavado en el suelo, había un letrero torcido que decía «La Madriguera». En torno a la puerta principal había un revoltijo de botas de goma y un caldero muy oxidado. Varias gallinas gordas de color marrón picoteaban a sus anchas por el corral.

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora