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Recorrió esos largos pasillos que ya conocía bien, había un camino, un poco más largo que Daaé tomaba, para que ella no usara la balsa, algunas veces lo hacía, hoy no fue especial su camino, así que prefirió tomarse unos minutos más. Hasta el llegar, encontrándose con Erik en el órgano, quien no tardó en saber que ella venía, pero ignorando ese echo, prosiguiendo con lo suyo.
-¿Erik?
Cuestionó al no ser recibida como otras veces que ella era la que llegaba a él, le ayudaba a bajar, para que de inmediato comenzaban a hablar, interactuar, con una enorme y hermosa sonrisa en su rostro, que ahora, cuando Daaé caminó más cerca a la zona donde se encontraba Erik, pero, él seguía sin distraerse.
-Buenas noches Christine.
Respondió con un tono de voz bajo y hasta grave, casi como señalándose molesto.
-oh, buenas noches Erik, ¿no...no puedes dormir?
Cuestionó, llegando a él, justo alado de su asiento.
-no, no puedo, además siento que podría tener una nueva pesadilla-decía sin todavía mirarla, sumergiendo su mirada en las teclas, ahora, Christine se sentía especialmente en la necesidad de ver esas joyas doradas que tenía en la mirada, notándose algo desesperada al no recibirlo.
Pero, lo que recién había escuchado de él, le hizo sentirse curiosa, no entendía mucho lo que Erik trataba de decir, ¿una pesadilla? ¿nueva? Eso significaba que ¿regularmente su sueño era perturbado por horribles imágenes?
Sólo una ocasión lo mencionó, pero, desde entonces no habían tocado el tema de nuevo, de verdad le había llamado la atención ¿un horrible sueño como para privarte de dormir? Iba a preguntarle si todo se encontraba en orden por el echo de que Erik aún seguía bastante sumergido en su música, en las teclas, en su mente.
-Christine, te recomiendo ir a tu habitación y permanecer ahí-anunció irrumpiendo levemente el silencio que abrazaba el aire.
-¿por qué...lo dices?
Preguntó mientras observaba como Erik, se levantaba y sin dirigirle la mirada daba un par de pasos más a la lejanía, deteniéndose en el escritorio próximo. Simplemente hundiendo su mirada ahí.
-¿no crees que se moleste el saber que tú estas aquí abajo?
Preguntó, Daaé estaba algo dudosa de lo que trataba de decir, pero hoy noche tuvo un giro diferente, salió a cenar con Raoul, además Erik lo sabía.
-¿Hablas de Raoul?-preguntó, observando como con sólo mencionarle, le causaba algo al hombre a metros de distancia, de estar inclinado sobre la superficie, este se incorporó, dejando un profundo suspiro.
-¿estás molesto?¿hay algo que este mal?-cuestionó, mientras ahora ella daba unos ligeros pasos para dejar de lado aquel enorme órgano.
-¿por qué me molestaría?
Erik le miró por encima de su hombro, no con aires altaneros, si no como si no quisiera mantener por demasiado tiempo un contacto visual.
-¿molestarme yo? ¿molesto porque el vizconde más codiciado te llevó consigo?-cuestionó sarcástico, de igual manera la sonrisa que mostró.
-¿más codiciado? Raoul solo quiso festejar la noche de mi debut con una cena.
-oh Christine, no me mientas por favor, lo vi, lo vi fuera del carruaje...
Ella bajó la mirada, sabía de que hablaba, no había sido su imaginación de haber presenciado alguna ilusión, alguna mentira.
-él no me besó...-alzó Daaé, después de unos segundos en silencio, Erik, giró a esa expresión de Christine -no me besó...lo iba a hacer, pero no dejé que lo hiciera.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Historical Fiction• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...