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 13 Octubre 1891, París-Francia. Torre Eiffel.

Después de la obra y un breve descanso, Christine aceptó una cita más con Raoul, pero ahora, era algo un poco fuera de la rutina, irían con una parte de la familia a un paseo en barco por el río Sena, desde La Torre Eiffel hasta el puerto en Bercy.

Cuando llegaron al punto de reunión a los pies de la estructura monumental, Christine, bajando del carruaje, seguía maravillada ante tal apreciación, muy ocasionalmente la Torre Eiffel la podía visualizar, sólo cuando ambos, ella y Raoul, iban de camino al destino por turno en sus citas.

-debí intuirlo y venir juntos alguna noche- anunció Raoul, captando la atención de Daaé.

-¡ah! descuida, me imagino que por las noches, toda esta zona esta repleta, ¿no es así?- respondió, girando por completo a Raoul, el cual, le tenía sostenida firmemente desde su cintura, ella descansó su mano en el pecho de él, mientras sólo podía enterarse como le miraba con dulzura.

-¡de todas maneras! ¡mereces esto...!-respondía a su amada, pero fue gentilmente interrumpido por ella.

-tranquilo mon amour, es mejor este paseo en este barco, así podremos ver más sitios de París, me emociona la verdad- exclamó Daaé, mientras le sonreía feliz, sólo provocando una genuina reacción igualmente de felicidad absoluta a Raoul. Ambos giraron a apreciar el paisaje, el cielo totalmente azul, la brisa fresca disolvía totalmente los rayos en calor del Sol llegando al punto máximo del medio día.

Dejando a las personas caminar con rapidez a la vez que amplios carruajes, el sonido de los cascos de los caballos en el aire, era hasta cierto punto relajante. Christine suspiró descansando un poco su cabeza en el hombro de Raoul, pero aún sosteniendo su mano sobre su pecho.

Sintió un ligero apretón desde su cintura, donde estaba la mano de Raoul, conmovida, la cereza del pastel fue el beso en la corona de su cabeza que le dejó, que, cuando alzó la mirada  encontrándose con aquellos azulados ojos, volvieron a compartir una sonrisa, fue en ese preciso segundo, en donde una ráfaga de felicidad se encendía desde lo profundo de su pecho y pareciera como una fogata se almacenara en su barriga, sentía una calidez debajo de su piel, era...reconfortante.

Raoul estaba compartiendo el mismo sentir, pero en él, era sumamente abrazador todo lo que podía siquiera dimensionar, de su amor por Daaé, se sentía pleno, si esta relación le hacía feliz, todo lo que quería era hacerla todavía más feliz, ¿podría arriesgarse y preguntarle si era buena idea...tal vez, mudarse juntos? ¿comprometerse? Cuestiones que le venían rondando en la cabeza desde hace algunos días...

No lo tenía en claro, pero, de lo único que no tenía duda, era permanecer con Christine, para ella y por ella...la amaba como si fuera su propósito de vida, sabía que su amor, podrá reconfortarla, terminar de curar su corazón, ser lo mejor que Daaé tendrá en sus manos, si...sólo decidiera tomarlo para reclamarlo como suyo, Raoul, no dudaría en entregarse por completo, a lo que necesitara, sabía cuan bueno y mejor sería por ella, sólo para que olvidara el dolor de tiempo atrás que...

¿Ahora era un momento preciso para externárselo?

Pero irrumpiendo el agradable momento en compañía, desde el puerto a unos 7 metros, la familia De Chagny, les llamaron, al parecer a quienes estaban esperando habrían de llegar recién. Así que Raoul tomó a Christine por la cintura, para guiar su camino, dejó que tomara su tiempo en los escalones, para poder bajar al pequeño puerto donde el barco recién había llegado desde el Río Sena.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora