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Al sentir el calor abrumador en su pecho, Christine pudo sentir que por sus nervios, su boca se sentía seca, encontró el vaso en el que Raoul bebió previamente, así que se apresuró a tomarlo. 

Alzó la mirada para encontrarse con el espejo amplio de medio cuerpo, dándose cuenta del notorio sonrojo que tenía sobre sus pómulos, vaya, no le sorprendía ni un poco, ¿no estaba siendo ridícula verdad?

Claro que no, era una persona con emociones palpables dentro suyo...aunque justo ahora no estén en perfecto orden. Bajó la mirada pensando en ello, al estar apretujados, eran los causantes de que no pudo darle una respuesta a Raoul hace un momento allá abajo, cuando él, le dijo —Te amo

Lo único que era claro ahora ante ella, eran las ansias que todavía sentía subirle por las extremidades y el cosquilleo en su estómago en emoción...

Dejó el vaso en la repisa, no había oportunidad, creía que no sabía lo que hacía así que lo mejor sería dormir, pero, sólo bastó medio paso para que sintiera la punta de sus dedos chocar con algo, para antes de se diera cuenta, había empujado por el borde al vaso de vidrio a su final.

El estruendo de vidrio romperse, le causó impresión, lanzando un grito ahogado.

-¡¿Christine?!-escuchó a la lejanía, era Raoul, obviamente preocupado, tanto, que no demoró tanto en escuchar una puerta y movimiento desde el pasillo.

-¡no me pasa nada! Se me cayó el vaso y yo...-Daaé, respondía mientras se inclinaba a recoger los pedazos, no quería tener que lidiar con sus deseos dentro del pecho, con el causante de los mismos frente a ella, pero al verlo aparecer por el borde del pasillo, un ardor llegó desde uno de sus dedos.

-¡ugh..!- exclamó regresando la vista, dándose cuenta que a su despiste, su dedo fue alcanzado por un filo y un delgado hilo de sangre se dejó caer.

-¡Oh, Christine!- suspiró Raoul llegando a ella, para inspeccionarle, tomando su mano, frente a ellos.

-tranquilo, sólo le limpiaré- trató de excusarse.

-no Christine, es un corte, déjame poner algo- alzó, mientras la tomaba para ayudarle a levantarse. -en el baño debe haber un botiquín, déjame ver.

-Raoul, no tienes que hacer esto...- le respondió Daaé, mientras le veía alejarse, notando como él ya vestía una camisa, muy holgada que se le ajustaba a la cintura, por el borde de su pantalón, pero creyó notarle el pecho semi descubierto, vaya, ¿desde cuándo notaba lo que vestía Raoul?

Rendida ante lo que pasaba por su cabeza, se apoyó en la estantería, dándole la espalda al espejo, tanto que casi se le olvidaba la cortada en su dedo, sólo recordándolo cuando observó regresar a Raoul con gazas y una cinta adhesiva.

Le miró estar de pie frente suyo, como su cabello, caía libremente fuera de su impecable línea, alcanzando casi la punta de su nariz, algunos mechones por allá, otros por acá, haciendo una forma casi de cortina a sus ojos, aunque concentrado en curar la herida, podía aún así distinguir sus cejas y pestañas por el borde de sus parpados, se dejaba ver sumamente en calma, mientras pasaba una gaza para limpiar el exceso de sangre, que apenas y era un hilo, así que fue fácil de hacer.

-Christine...-susurró, -¿podríamos quedarnos más tiempo?

Cuestionó mientras levantaba la mirada en diferentes tiempos, llamando su atención, su voz, denotaba sentimiento sincero, casi como si fuera un niño pequeño pidiendo permiso inocentemente.

-¿hablas de quedarnos más días?- preguntó Daaé, recibiendo como respuesta de Raoul que asintiera con su cabeza, mientras seguía ocupado cubriendo la herida en su dedo.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora