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—6 Agosto 1891, París-Francia. Ópera Garnier.

Raoul estaba a primera hora en la oficina de Messieurs Firmin y André, de verdad, lo que había hablado brevemente con Christine ayer por la tarde, en aquel desayuno con su familia, lo tenía dando vueltas en la cabeza todo lo que restó del día y de la noche.

-Pero Vizconde, ¿a que hora se levantó?-cuestionó André cuando entró a la oficina y divisó al joven, de pie alado de su propio escritorio, parece algo suma importancia, ya que cuando Raoul le escuchó salió de sus pensamientos.

-debo hablar con ustedes-respondió, sólo recibiendo ya de parte de ambos hombres, una mirada algo preocupada. Firmin siguió de cerca a su colega y como último, cerró la puerta detrás de si.

-es sobre Mademoiselle Daaé, quiero hablarles sobre algo que he estado pensando-añadió, viendo la necesidad de explicar, ya que ese par de hombres se veían hasta algo asustados.

-¡oh! ¡haber hable Vizconde!-alzó Firmin, tomando asiento, señalando a la vez la silla que estaba disponible para que Raoul se sentara alado suyo.

-creo que todos estamos de acuerdo que Mademoiselle Daaé ha desempeñado un excelente trabajo como Prima Donna, opino que deberían considerar la opción de impulsarla fuera de París, obviamente les ayudaré en esto-exclamó tomando asiento alado de Firmin.

Recibió de André un suspiró con aires desinteresados.

-¿Fuera de París? ¿habla de empeñar nuestro dinero en ella y sólo tener Fé?-cuestionó el hombre alado de De Chagny.

-disculpe Monsieur Firmin, pero desde que llegaron, el mayor dinero que ha entrado a las cajas ha sido mío, pero ese no es el tema...- Raoul exclamó con una actitud semi molesta, nunca echó en cara que su dinero era mayor desde un principio que Messieurs Firmin y André llegaron a la Ópera, pero ahora si lo señalaban, lo haría por igual.

-además, le ruego no pensar así de Mademoiselle Daaé, ¿acaso no les ha traído reconocimiento desde Hannibal?-añadió.

-Eso es cierto, pero veo peligroso llevarla fuera de la Ópera Garnier- dijo André.

-Messieurs no es un salto de Fé, ustedes son testigos de lo que es capaz Mademoiselle Daaé, ¿o acaso que mientras estaban en sus palcos privados estuvieran sólo admirando el teatro lleno? Todo por ella y ustedes parecieran no tienen la menor idea-exclamó con una voz algo más firme.

-Monsieur De Chagny no creo que sea buena idea, Mademoiselle Daaé sigue llenando los palcos en nuestra Ópera- alzó Firmin, buscando la afirmación de su colega, que apenas chocaron miradas, Raoul pudo observarles compartir diálogos como —es cierto, ella hasta se ve contenta en cada obra. Viéndolos tan lejanos al tema principal, no pudo evitar sentir como un gran peso se hundía en su pecho, en ira contra estos dos hombres.

-Estoy bastante decepcionado de ustedes Messieurs, podría tener mis dudas sobre su capacidad de dirigir la casa popular, pero con esto lo confirmo, no pueden ver más allá de su nariz-exclamó dejando su asiento.

La poca fe que le tenían a Christine le hervía la sangre, ella es talentosa en todo su esplendor, relucía con brillo propio en el escenario. Que estos imbéciles no lo vieran y creyeran que sería un camino a ciegas, Raoul le hacía sentirse ofendido.

-¡Monsieur De Chagny no toleraré que nos hable de esa manera!- exclamó André del otro lado del escritorio, colocándose de pie, casi encarando al Vizconde. -si no le gusta como manejamos la casa popular de la Ópera, es bienvenido a retirarse.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora