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—21 Diciembre 1891, París-Francia. Ópera Garnier.
Esta tarde, Raoul dejaba la Ópera, dejando a Christine junto al elenco principal ya que se encontraban ensayando una de los últimos números con las ropas de la obra por completo, él, tendría que seguir con la investigación que había comenzado hace días, después de que el secretario en las oficinas de administración alado de Le Palais de L'Élysée, le proporcionara direcciones de los implicados.
No podría dejar pasar más tiempo, ya que el día pasado fue con la primera persona, la Baronesa Nussbaum, en Gennevilliers a una media hora de aquí, París.
Que, cuando le hizo una visita, la mujer le contó todo lo que pasó, enterándose de almenos una razón por la cual, compartió cartas con Lord Wilmot, se trataba que este hombre, pedía una cuantiosa suma por prometerle que conocería al elenco principal y sobre todo a Mademoiselle Daaé. Pero que al final de cada obra, siempre existían excusas y sólo un pequeño numero del elenco llegaba a conocer.
Escéptico pero con un genuino sentimiento de asombro, Raoul se dirigía a la otra dirección, Ris-Orangis, región de Isla de Francia, departamento de Essonne, en el distrito de Évry, con Lord Porcher.
Que, cuando Raoul ya se encontraba en la sala común, esperando, pasaba su mirada por las altas paredes en tapiz azul marino, pero sosteniendo adornos navideños, con un agradable aroma a pino y quisa un poco de canela, se acercó un poco a la chimenea para entrar en calor, la nieve afuera con los helados vientos, los podría sentir hasta los huesos, pero el calor traspasando sus ropas eran reconfortantes.
Mientras frotaba sus manos entre sí, Raoul, alzó la mirada por las velas y coronas navideñas encima de la alta chimenea encontrándose un cuadro de tal vez dos metros de altura de una pareja, joven, tomados de la mano. Parecía que se encontraban en su boda, más que nada por el ostentoso ramo de claveles que sostenía la mujer.
Pero el sonido de la puerta, le llamó y a través de ella un hombre lo suficientemente viejo como para resaltar con su cabello totalmente blanco como la nieve, entró, ayudado por su bastón.
-Vizconde De Chagny, es un placer- alzó el hombre, pero la potencia de su voz, pareciera de un hombre maduro en sus 50, no a la edad que aparentaba Lord Porcher, al tener una piel muy arrugada, a la vez que el visible cabello escaso y blanco.
-el placer es mío, Lord Porcher, no le quitaré mucho tiempo- alzó Raoul estrechando la mano de ese hombre, el mismo era bastante firme. El más joven en la sala, siguió la instrucción de tomar asiento en los elegantes sofás de justo alado de la chimenea.
-dígame a que debo la dicha de que el Vizconde de la familia De Chagny, venga a mi hogar- alzó hospitalario el hombre, mientras tomaba asiento lentamente frente al joven.
-Supe que usted se ha contactado con Lord Wilmot hace algún tiempo ¿no es así?- exclamó Raoul, mientras que de su maletín sacaba un amplio toma notas y le daba un rápido vistazo.
-no me diga que ese fastidioso Lord Wilmot envía a uno de los más jóvenes De Chagny a limpiar su nombre- suspiró Monsieur Porcher, mientras tomaba con ambas manos su bastón y se inclinaba levemente hacía adelante.
-¿Qué? ¡Por supuesto que no!- alzó Raoul, negando rotundamente con la cabeza, le había generado un profundo sentimiento de rechazo, hasta asco, el siquiera pensar que lo pudiera enlazar con aquel desgraciado. -Me veo en la necesidad de emplear una investigación sobre el mismo por su mala reputación...
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Historical Fiction• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...