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7 Enero 1892, París-Francia. Ópera Garnier.

De nuevo a todos los integrantes de la Ópera pasaron la noche en las habitaciones compartidas, tenían que asegurarse que todo estaba bien y De Chagny no permitir que ese hombre se saliera con la suya, además de notar a Christine muy nerviosa a la vez que afectada por lo ocurrido la pasada noche, así que le ofreció que se devolviera con él a casa para que se alejara de ese ambiente tenso en la Ópera.

Hoy, Raoul visitaría a los directores en la oficina principal, discutir el tema para poder llegar a una conclusión sobre que hacer al respecto. 

Más, no podía dejar sola a Christine en casa, así que supo que estaría a salvo cuando la joven Meg se acercó a ella para brindarle un caluroso abrazo. Raoul, al ingresar a los pasillos con dirección a las oficinas de Messieurs Firmin y André, unos oficiales de policía pasaron justo alado de él, saludándole cordialmente.

Tenía que admitir que se encontraba sorprendido si tal vez ese par había decidido contratar a un equipo de investigación en la Ópera, es lo que honestamente Raoul habría pensado como un plan.

Que, cuando en la oficina, lo recibieron nerviosamente Richard y Gilles, hablando activamente con más oficiales, él se adentro, abriéndose paso.

-¡Joven Raoul! ¿Qué lo trae por aquí?- cuestionó Richard.

-necesito hablar con ustedes- respondió Raoul, para que enseguida ambos hombres, le pidieran a los casi 10 oficiales en la oficina que se retiraran.

-No se preocupe Monsieur Firmin, le mantendremos al tanto- afirmó un hombre uniformado, para enseguida retirarse con papeles en mano. Pero a su vez, despidiéndose de un compañero suyo que estaba sentado a un lado del amplio escritorio principal.

-si no les molesta, buscaré en estas cartas- afirmó ese hombre.

-claro, si gusta un té, díganos por favor- afirmó Richard, mientras tomaba una amplia carpeta para moverla al estante de justo detrás.

-buenas tardes, Raoul De Chagny- alzó, mientras estiraba su mano a ese hombre uniformado.

-buenas tardes, Vittore Lachapelle- le respondió. Se trataba de un hombre, aún rozando su juventud, apenas y las líneas de expresión se notaban en las comisuras de sus ojos, probablemente lo eran igual a los laterales de su boca, pero poseía una barba semi tupida. Pero por retirarse el gorro de oficial, dejaba al descubierto un rubio ondulado cabello cayendo por algunos bordes de su rostro.

-¿han comenzado la búsqueda?- cuestionó Raoul regresando al frente del escritorio, cambiando totalmente su ligera sonrisa, por un rostro casi por completo serio, causando que ambos directores se vieran a si mismos, nerviosos.

-Monsieur tenemos todo bajo control, no tiene que preocuparse...- trató de hablar Gilles, pero fue irrumpido por el más joven.

-les dije que tengo que hablar con ustedes, no me iré de aquí- alzó. Se encontraba aún de pie, firme en su lugar, sin un sólo gramo de alguna emoción visible en su rostro, brazos cruzados indócil.

-mejor dicho...creo que voy a corregir mi pregunta, ¿Qué están buscando esos oficiales?- cuestionó Raoul.

De nuevo, provocando que ambos viejos se vieran a los ojos, denotando que se encontraban genuinamente inquietos.

-mire, todo esto es un mal entendido, nosotros no tenemos menor idea, pero esta ausencia va a afectar la corte en la que Lord Redford, él mismo nos lo ha dicho y...- trataba de explicar Richard. Con sus temblorosas palabras, a Raoul le hizo sentirse como un idiota...esos oficiales no eran para alguna investigación en la Ópera, sobre aquel hombre, que se esfumó en humo y fuego...era por Lord Wilmot.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora