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Las fiestas por Fin de Año, por parte de Christine y Raoul, la pasaron donde su familia, Dol-de-Bretagne, ocasionando que las cartas, que De Chagny sabía que el par de viejos le enviarían excusándose de algo, fueran enviadas a su hogar aquí en París y por consecuencia no fueran leídas.

Esta tarde, a las 5 exactas, la joven soprano regresaba a la Ópera, sabía que tendría que recoger su vestido para el baile por aniversario, iría a preguntar de todas maneras, pero no sin antes ir con Meg.

Irina estaba esperando a su hija en su oficina, ambas irían por sus vestidos después de dejar que el tumulto de personas se calmara un poco, se encontraba emocionada por ver el resultado final ya que habían encargado similares, sólo con el cambio de color, pero, Meg no llegaba, tal vez, apenas se estaría reuniendo con algunas otras amigas...

-Christine

Exclamó Irina, cuando salió de su oficina y la joven estaba fuera, como si estuviera a punto de llamar a su puerta. Daaé le recibió con una cálida sonrisa, vaya que era hermosa, esta belleza sólo le recordaba a dos personas, los padres de Christine, eran igual de bellos que ella, era una combinación perfecta.

-¿Y Meg?-cuestionó, casi rezando porque no le dijera que desconocía su paradero, pero el recibir un —justo ya viene, señalando a una lateral, su hija estaba caminando con otras chicas, mientras las mismas se despedían y se alejaban a paso veloz.

-¿están listas?

Cuestionó sonriente, mientras Meg tomaba por el brazo a ambas mujeres para comenzar su andar, directo a la gran oficina de vestidores del fondo. Y justo como se lo esperaba Irina, ya se encontraban mucho menos gente, pero Madame Arizbeth parecía más que agotada, poco más de la mitad de las mujeres en la Ópera le pidieron vestidos, trajes personalizados, aunque tenía personal que le ayudaba, la encargada era ella. Así que después de que las jóvenes Christine y Meg recibieran sus respectivos vestidos y fueran a un cambiador a probárselos, Irina se ofreció a ayudarle un poco a Madame Arizbeth a llevar un control de las cajas apiladas a los pies de las amplias mesas, ya que demás personas se estaban acercando, antes de probarse sus respectivas prendas.

-Meg, ¿puedes decirme que opinas?-escuchó a la lejanía, Irina sabía que se trataba de Christine.

-¡oh! ¡woah! ¡Christine te ves hermosa!-exclamó a los segundos su hija.

-nada más, no sé como llevar el cabello, normal o algún peinado, ¿Qué opinas?-cuestionó de nuevo Daaé.

-uhm, no lo sé, consultemos a mi madre.

Ese fue un llamado para Irina, giró, apenas le escuchó y le recibió Meg, pidiéndole ayuda con lo recién mencionado por Daaé, dieron un par de pasos, entrando al vestidor donde estaba ella, dejando en claro lo que había dicho Meg, sobre que la joven mayor se veía hermosa, no era nada lejos de la realidad, Christine, era una completa visión ante los ojos de cualquiera.

-¿cual es tu duda, linda?- Irina se acercó.

-¿cómo podría llevar el cabello? Supongo que suelto por el tipo de corte que tiene mi vestido-exclamó Daaé. Y tenía razón, su vestimenta, dejaba un corte recto del pecho, con mangas de encaje, ajustado por el corsé y junto a ese tejido comenzaba la esponjada falda amplia que parecía de varias capas, el color, sólo le hacía ver más dulce, un color pastel violeta, el toque brilloso se lo daban algunas cuentas que imitaban a perlas colgando en el borde de sus hombros.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora