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—7 Diciembre 1891, París-Francia. Ópera Garnier.

-¡llega más arriba! ¿Qué no me escuchas?-exclamó Madame Giudicelli, al no estar para la obra por su ya evidente embarazo, decidió por cuenta propia ser una especie de instructora vocal para Daaé. Había ya mujeres encargadas de ese entrenamiento, pero Carlotta había decidido dejarlas de lado e inmiscuirse dentro del canto aunque ahora fuera un simple ensayo para calentamiento.

-Madame Giudicelli, le ruego que deje en paz a Mademoiselle Daaé, la desconcentra-alzó Giry, mientras se atravesaba en el escenario, encarando a la mujer pelirroja desde uno de los palcos privados.

-¡yo podría llegar a ese tono y más!-exclamó la mujer.

-no lo dudo, pero la prima donna es Mademoiselle Daaé, le pido respetar su ensayo, así como usted exigió total silencio cuando estaba aquí en el escenario.

Irina concluyó, para después dirigirse a Christine a unos cuantos pasos, dejándole un susurro simple de —No debes presionarte, lo estas haciendo magnifico, junto a una leve sonrisa.

-no se preocupe, no la estaba escuchando, estoy...concentrada.

Fue la respuesta de la joven, la cual volvió de nuevo a su sitio, al parecer se notaba relajada, pero demasiado callada, algo no muy característico en la joven, Irina lo notó, desde el inicio del ensayo de hoy, pensaba que se trataba porque Madame Giudicelli estaba presente y se encontraba criticando el trabajo de la joven soprano desde las alturas, pero al decirle que no le estaba escuchando, ¿por qué su silencio?

Irina je observó desde su zona a las orillas del escenario, no mostraba distracción o que estuviera tensa por algo, más bien, en momentos donde hacían un corte y no había interacción, Daaé, despejaba su mirada a un punto vacío, más bien...parecía pensante.

Ella pensaba que podría simplemente estar exagerando, quizá Christine simplemente estaba de mal humor por no proporcionarles una temporada de descanso de aproximadamente medio mes, como siempre había sido, ahora, por el —el foco de atención, que aquel viejo, Lord Wilmot, les daba, a la vez que todo su sequito que trajo en la última fecha.

Pero, la mirada pensante de Daaé, sí tenía una explicación, que nadie más que ella sabía.

Christine había de estar pasando menos tiempo en la Ópera hasta el punto de no dormir en su habitación desde aquel paseo en el barco de la familia De Chagny en el río Sena, esto, desde Octubre, su petición de que ella y Raoul pasarán más días juntos, inclusive noches, se cumplió, hasta prácticamente, acabarse el calentamiento/ensayo y ambos saldrían de la Ópera a tomar la comida de la hora, tal vez regresar, para que en la noche, irse a dormir a casa de Raoul.

Mover sus vestimentas o cosas personales no fue necesario, ya que, comenzaron a comprar cosas nuevas para ambos, casi en conjunto, como un matrimonio comenzaría a vivir, esto era bueno ya que algunas ocasiones que el tiempo de Raoul se consumía por su trabajo en las tardes, Christine tenía todas sus pertenencias aquí, intactas en su habitación, para pasar las horas hasta ahora...inicios de Diciembre.

Justo hoy, al ingresar a su habitación después de concluir el ensayo y que por fin las sirvientas de Madame Giudicelli fueran las únicas en escuchar su voz chillante, Daaé notó que la silla de su tocador estaba algo recorrida, pero sabía que las mucamas de la Ópera limpiaban su habitación aunque ya no estaba aquí todo el día, así que la devolvió a su lugar mientras pensaba que libro podría leer hoy, ya que desde temprano cuando Raoul la dejó en la Ópera, le dijo que tendría que recibir a Lord Albert, un primo político, que venía de Mons, Bélgica, por asuntos de negocios y por las 6 pm, estaría ya desocupado.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora