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-Christine...

Fue un llamado, la joven, había regresado con Meg, de aquella mesa con algunas golosinas y quien le habría llamado, fue una gentil voz. Raoul apareció alado suyo, levemente con la palma de su mano en tan sólo en un gentil toque, que Christine logró sentir en su espalda, al verle, él vestía un elegante traje tipo militar negro con adornos dorados, tanto en la parte superior e inferior, junto a su abrigo. Algo sorprendida, Daaé no sabía muy bien que decir, pero la felicidad habló en ella, ya que le alcanzó para envolverlo en un amplio abrazo.

-oh, Raoul- suspiró cuando llegó a él, por su lado, el que estaba recibiendo ese cálido toque, podía sentir los nervios y el miedo legitimo de un posible rechazo por parte de Christine, abandonar su cuerpo, casi aliviado, internamente agradeció que la mujer que ama, no lo odiase.

Manteniéndose asombrado, hizo contacto visual con la joven Meg, mientras sus brazos, rodearon el cuerpo de su amada, de verdad encantado se sentía cada vez que le tocaba. Mademoiselle Giry se dejaba ver algo ¿nerviosa? Ya que, se llevó su dedo pulgar, al borde de sus labios, además de no demorar en desviar su vista.

-linda...¿podría pedirte un minuto para hablar?- Raoul habló gentilmente, en el momento que sintió a su amada terminar con la cercanía.

-claro...-fue su respuesta, para finalizar con dirigir su mirada a Meg, dándole a entender que iría un momento con él, la menor asintió mientras tomaba su plato con algunos postres y comenzar a degustar un poco.

Raoul con Christine llegaron a un mediano pasillo cercano donde se conectaba con una sala más privada. Ahí, con poca gente transitando, el joven De Chagny decidió hablar.

-Christine, yo...lo lamento tanto, mi comportamiento en aquella discusión, fue un total desastre y me apena demasiado, te pido una sincera disculpa...

Su voz era algo suave, pero era notoria su vergüenza.

-actúe egoístamente al creer que podía decidir por los dos, logre ser digno de tu perdón o no, te prometo que este comportamiento tan necio, no volverá a suceder.

Raoul seguía manteniendo su mismo nivel al hablar, dejando a su mirada ser una ventana total a su sentimiento afligido, él, era más alto, de apariencia ancha en forma, pero su cabeza inclinándose hacía abajo en una posible señal de vergüenza, lo dejaba ver vulnerable, junto con su mano a la altura casi de su diafragma, Christine podía notar como se estaba exteriorizando con la verdad.

-así que por favor, concédeme el honor de acompañarte esta noche...

Completó. En este preciso momento, Raoul sentía el corazón latir fuerte en su pecho, a sus sentidos llegó ese fresco aroma a lirios, poco faltó para que ante sus ojos la más perfecta mujer hiciera aparición a sólo un metro de distancia, Daaé estaba hermosa, cualquier color le hacía verse superior a cualquiera allá fuera.

Habrían hablado sobre estar juntos esta noche, antes de esa vergonzosa discusión a inicios de año, que ahora, odiaría ser testigo de como su corazonada se volvía realidad en una forma tan cruel, verla despedirse de él, para alejarse, no pudiera hacer algo al respecto, tiene que respetar su espacio, pero ¿podría pedirle una noche de amigos de la infancia? Al verla delante de sus ojos, sólo deseaba ser digno de su perdón, su herido corazón pasaba a segundo plano...

Christine sobre sus pies, veía bastante afectado a Raoul, como si algo le estuviera atormentando, lo que pudo divisar en esa mirada azulada, le acaparaba la atención. Tenía que admitir que si se había molestado aquella madrugada en a fiesta por año nuevo, pero su enojo no prevaleció mucho, sabía que Raoul podría insistir por los sentimientos que tiene hacía ella...que ahora él entienda su comportamiento y supiera que fue un error era un buen paso y que al final llegar a lo más importante, su sincera disculpa.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora