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Sabía que no podría ganarle en esta lucha de fuerza, su altura y complextura no se prestaba para si quiera mover a Raoul de su lugar. Era divertido, hasta cuando un ligero paso de él bastó y desequilibró a Daaé, haciéndole casi caer de rodillas sobre la arena, pero inclusive en ello, Raoul pudo sostenerle por los brazos y evitar mojarse de más.
-¡Raoul!-exclamó Daaé entre risas, exigiendo ser levantada, al parecer sólo era una broma suya, pero los niños que les vieron pensaban que se trataba de una batalla campal, corriendo contra Raoul gritando, por su equilibro pendiendo de un hilo y siendo mayoría a la vez, ahora si lograron derribarle, pero provocando al mismo tiempo que Christine cayera sobre sus rodillas.
Logró interferir también con sus manos, pero la ola llegando a la orilla logró mojarle más de la mitad de su cuerpo, aunque no siendo la única, Raoul al estar acostado sobre la arena el agua le empapó completo, que al incorporarse todavía con los niños encima suyo, fue divertido verlo escurriendo.
Lanzó una sonora risa, fue inevitable, pero, su consecuencia fue captar su atención.
-...Christine
Suspiró Raoul mientras caminaba a paso lento hacía ella, con claras intenciones, apenas la predilecta pudo defenderse con —¡no! ¡no! ¡estás todo empapado!
Raoul la tomó por la cintura rodeando por completo su cuerpo, para sumergirse con ella en la próxima ola de mediano tamaño.
-¡Raoul!-exclamó en una sonora risa Daaé, la sal le inundó la boca, era horrible, pero a la vez tan refrescante el agua mojando su cabello. Sintió como le tomaba firmemente desde su antebrazo y espalda, pero al estar con el nivel del mar a la cadera, la ola al chocar con ella desde atrás, le empujó para sentir como chocaba su mejilla con una superficie húmeda, cuando pudo quitar el exceso de agua de su rostro se dio cuenta que estaba en su pecho.
-te tengo-susurró sonriente mientras sentía ya un firme agarre rodeando su cuerpo.
Nerviosa por su cercanía, sólo pudo posicionarse bien sobre sus pies y así erguirse. Observarlo delante suya, su cabello por el agua un poco más oscuro que de costumbre, revuelto pero con las puntas ajustadas a la piel de su rostro, era digno de una postal, a la vez que su ceño fruncido al momento que el sol le molestara la vista, era tan nuevo verle así, pero...le llamaba. ¿Podría ser capaz de besarle ahora?
-¡Mademoiselle Christine vea esto!- exclamó una vocesita alado de ellos, que al notarlo, era uno de los niños, se encontraba nadando a poco más del metro de distancia, parecía que sabía lo que hacía, pero la reacción de Raoul fue —¡Argus! ¡ven acá!
Le observó llegar al pequeño, para después sentarlo sobre sus hombros, sacándole del agua.
-¡ya te dije que sé nadar!-exclamó mientras un puchero era visible en su rostro.
-si, eso dijiste en la piscina de 1metro con 20 y de todas maneras te comenzaste a ahogar-decía Raoul mientras regresaba a con Christine, tomarle de la mano y encaminarse a la orilla. Su agarre seguía firme entre sus dedos, todo por el balanceo suyo al caminar en contra corriente cada vez que el agua regresaba.
-¡ve! ¡corre!- Raoul se detuvo cuando ya estaban fuera del agua, en el arena mojada para bajar al pequeño Argus de sus hombros y darle un empujón para que se fuera, ahí, Daaé, notó la forma en la que escurrían ambos en agua salada.
Así que rápidamente pasó sus manos por su cabello en un intento de peinarlo, se había hecho una colita de caballo baja y ahora temía que estuviera muy fuera de su lugar. Cuando divisó a Raoul levemente inclinado, su camiseta holgada colgaba pesada sobre su torso, pudo ser testigo de ver atraves de la blanca tela el leve color de la piel de su espalda, trapecio y dorsal sobresaliendo.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Ficção Histórica• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...