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La cena se estaba efectuando en un ambiente bastante cómodo para ambos, Raoul podría detenerse unos segundos para admirar a Christine sentada alado suyo, pero por lo sucedido más temprano, temía que si hacía algún movimiento con intenciones de ser más cercano y hacer el momento un poco más íntimo, para quizá, comenzar a cortejarla, se llegara a sentir incómoda, y eso, era lo menos que quería, así que ahora mismo no lo veía tangible.
Así que dejó que la situación fuera por el camino más tranquilo posible.
-Mi padre conocía a Madame Giry desde que era una niña, ella estuvo en la misma Academia que mi padre y madre.
Alzó Christine cuando ya estaban de camino de vuelta a la Ópera, Raoul había decidido mejor en la cena hablar de temas más sencillos de sobre llevar, gustos de Daaé, actividades favoritas, si le gustaría viajar a otro país, que tipo de vestimenta le gusta usar, si sabe tejer, montar a caballo, obra favorita y tal vez un postre preferido.
Ahora en el carruaje, fue por un sólo tema, —la carrera artística de Christine, ¿Dónde empezó?—
Ella mencionó a sus padres, eran conocidos en el mundo artístico. Su madre —Diana Courture, una soprano, siendo más famosa internacionalmente. Su excelente dominio de su voz, enamoró hasta a los oídos que no eran sensibles al canto. Su padre —Gustave Daaé, un excelso violinista extranjero, que su talento hizo a Francia su principal público.
Su destino en las bellas artes estaba sellado, pero al perder a su madre al año de vida y su padre, 7 años después, parecía desamparada, una niña huérfana, pero, todo caía en Madame Giry.
-Obviamente no estuvieron en la misma clase.
Exclamó Raoul, aunque ignoraba la edad de Irina, sabía que no fuera tan mayor como Monsieur Daaé en aquel entonces.
-claro que no, me contó alguna vez que la conoció siendo una niña, apenas entrando a la Academia. Mi padre habría sido mayor de edad ya.
Decía con una linda sonrisa en su rostro.
-el echo fue que se llevaron muy bien los tres, mis padres con Giry, fue motivo para que, cuando estaba en su lecho de muerte, mi padre, le confío mi integridad a Irina. En ese momento, ella contaba con alrededor de 21 años, y ya había nacido Meg.
Concluyó, recibiendo una expresión de genuina sorpresa en Raoul, eso lo desconocía.
-después de eso recuerdo un viaje algo largo en un carruaje, para después venir aquí a la Ópera, y terminé mis estudios en La Maison Leclair.
Sonrió mientras ambos dirigían la mirada a las calles pavimentadas de nieve, era una noche bastante agradable.
-estuviste tan cerca mío y yo fui a buscarte hasta a España.
Soltó en una leve risa Raoul. Él vivió mucho tiempo con su familia sin saber que Christine, estaba a algunas horas, recordaba esa época, donde apenas tuvo la oportunidad de comenzar su búsqueda, fue a teatros famosos aquí en Francia, poco faltó para comenzar a recorrer países cercanos, uno de ellos España, pero también fue Italia, Reino Unido, Bélgica y Alemania.
-¿de verdad creíste que tan joven lograría terminar en España?
Cuestionó con una leve sonrisa, Raoul tenía que admitir que la intención de esas palabras en Daaé no le habían agradado. Estaba insinuando que no se creía capaz de llegar hasta otro país siendo todavía una jovencita.
-Por supuesto que lo creí, mostraste un talento innato desde tus primeros pasos, y con los rumores que me habían llegado sobre que estabas en Internados de Arte, todo era claro para mí.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Ficción histórica• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...