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-Sir, ¿de qué...de qué esta hablando?-fue la primera idea de Firmin. Negación.
-fue una total revelación Monsieur Firmin, a mi no me importaba si tenían un matrimonio o no, pero al ser recibido por cálidas mujeres tan amables y sonrientes, me hizo recordar- hablaba Raoul. -el rumor a voces de que, se ven con ciertas bailarinas en privado.
-Monsieur De Chagny le juro que eso...-comenzó a decir Richard, en un intento de salvar su pellejo.
-¡rumores! ¡un rumor que a cada boca se distorsiona más!- irrumpió Gilles, casi nervioso. Recibiendo una mala cara de su colega a medio metro a su lado.
-¿rumores? Tienen mi beneficio de la duda ya que de las mismas bailarinas eh visto fajos de dinero o alcohol de prestigio- aclaraba Raoul. -pero podría apostar que creo no son acuerdos que sus esposas estén muy al tanto.
-¡Sir!-exclamó Richard, golpeando su voz en un nerviosismo, pero relajándose de golpe, no quería llamar la atención. -¿por qué hace esto?
Cuestionó, después de unos segundos en silencio, quería verse seguro y para nada nervioso, o al menos fingirlo.
-¿hacer que? Repruebo todo lo que han comenzado a hacer apenas tocaron el puesto de directores de la Ópera, aparte de no aceptar nada de mi, que no sea dinero.
Raoul se notaba verdaderamente irritado, su mirada seria, junto a tenso ceño a la vez que cruzado de brazos, hablaba claro.
-pero Monsieur De Chagny, ¿por qué tiene que correr en dirección contraria y no a nuestra forma?-cuestionó André. Al notar como el más joven exclamaba en duda, el colega no tan mayor habló.
-usted no sabe que poder tiene en quienes nos llegan a buscar Monsieur- decía Firmin. -todas las bailarinas nos cuestionan si alguna vez usted será participe.
-Disculpe, Monsieur Firmin, no logro comprenderle, si van a estar hablando en clave, mejor vuelvo a la Academia militar- alzó Raoul mientras cerraba brevemente sus ojos, de verdad se encontraba fúrico.
-acceder a los beneficios- irrumpió Richard.
Se encontraba extendiendo las palmas de sus manos, mostrando que al menos en esas palabras era honesto, pero Raoul no terminaba de comprender.
-¿beneficios?- repitió el más joven de los tres hombres.
-Sir...usted, dentro de la Ópera, podría llevarse cada noche, más mujeres a su alcoba que Gilles y yo juntos en todo un mes- comenzó a explicar Firmin. -De nosotros ¡sólo buscan beneficios! ¡debe haber intercambio de bienes materiales! ¡de usted..!
Richard caminó al Vizconde para alcanzarle el hombro.
-¡de usted Sir! De Todas las bailarinas ahí, nos dicen lo que sienten por usted.
Raoul ya se estaba enterando lo que trataba de señalar Richard.
-si tan sólo estuviera a nuestra corriente, ¡no entiende lo que podría tener!-exclamó Firmin, con una sonrisa cínica.
-no, usted es quien no lo entiende- respondió Raoul, captando la forma en la que estos hombres viejos pensaban, era, repugnante. Este par, no eran amantes del arte, ¡ni un poco!
-¿nosotros?- cuestionó con aires de sentirse ofendido el hombre Firmin, mientras soltaba del hombro al joven Raoul. -Sir, disculpe mi atrevimiento pero podría asegurar que he visto más pechos que cualquier adolescente...¡y ni hablar de los coñ...!
-¡ustedes no lo entienden!- irrumpió Raoul, las palabras que estaba oyendo estaban rosando lo vulgar. Y a lo que tenía entendido, todos aquí eran compañeros de trabajo, no existían esa confianza.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Tarihi Kurgu• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...