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—25 Febrero 1892, París-Francia. Ópera Garnier.

Christine sentía como abría los ojos lentamente, pero al querer estirarse fue consciente de que su lado izquierdo, algo le retenía, giró, para encontrarse con Erik, profundamente dormido, escondiendo levemente su rostro en el hueco de su cuello, podía ella sentir su respiración, su brazo, pasaba por encima de su estómago, para rodearle por el lateral contrario y estar escondiendo su mano en su dorsal. Su pierna izquierda hacía que la misma de Daaé, cayera encima, enredándose con su otra pierna. Ahí, Christine fue testigo del tibio calor corporal que sentía en el cuerpo, por que Erik, le estaba sosteniendo de una manera, que literalmente le tenía aprisionada.

No pudo evitar sentir hasta ternura al verlo casi adherido a su cuerpo, pero necesitaba despertar ya, que, al no escuchar el sonido del reloj de la Ópera, eso significa que ella abrió los ojos antes, por ende no demoraría en sonar. Decidida optó por despertar a Erik, tocando su rostro con la única mano libre que tenía ella.

-...Erik- susurró su nombre unas dos veces más, antes de que el dueño del nombre se moviera ligeramente, casi quejándose. -Tenemos que despertar...

Sus palabras provocaron que él hiciera una mueca casi de disgusto, pero aún con los ojos cerrados. Christine, ya iba a comenzar con algún sermón sobre que tendría que ocuparse pronto, pero...Erik pareciera no tener intenciones de dejarle ir tan fácil, ya que la tomó firme y sin dificultad alguna, la alzó pero para girarla al lado contrario de la cama.

Daaé no lo vio venir, que, cuando divisó la pared más cerca, dejándola aún más aprisionada, tuvo tiempo para suspirar de asombro.

-¡..Erik!- exclamó entre risitas, sólo recibiendo una queja y una ligera mueca, pero, sin dejar de abrazarla por completo, aún con los ojos cerrados. Daaé, volvió a llamarle, sin contar con respuesta, pareciera que rápidamente Erik volvió a caer en un sueño profundo.

Aprovechó quizá su inconciencia, para levantarse, movió lento su brazo que le rodeaba permitiéndole sentarse, ahí divisó su habitación desde un ángulo que se estaba apenas acostumbrando, ya que, cuando Erik pasaba la noche aquí con ella, tenían que dormir en esa cama, que era de un tamaño más grande, mejor dicho, no era una cama tal cual, era una especie de colchón/base, para acomodar cojines, hasta apilar grandes cantidades de ropa. Pero, ellos lo usaban para dormir ya que este era el único lugar donde Erik podría recostarse completamente sin que sus pies salieran por el borde de la cama, o tuviera que encorvarse para caber en la cama donde dormía ella.

Christine rio levemente al pensar eso, pero le tranquilizaba que Erik estuviera descansando plácidamente, eso era una buena señal, aunque por ahora, tendría que encontrar la ruta más rápida para poder abandonar la cama. Decidió alzar su brazo rodeando a Erik para tocar la suave superficie del otro lado, pero, de nueva cuenta, no pudo reaccionar antes que él, ya que se giró rápidamente, envolviéndole con ahora, ambos brazos, haciéndola caer encima de su torso.

-¿vas a algún lado mon amour?- fue la ronca voz de Erik, llamando la atención de Christine.

-¡tengo que levantarme Erik! ¡No demora tanto en sonar el reloj!- se excusaba, tenía que admitir que sentirse sobre su cuerpo, le hacía querer abrazarle y dormir justo aquí, pero se obligaba a mantenerse serena ante él, sosteniéndose por las palmas de sus manos a cada lateral de Erik.

-¿no podrías quedarte?- su voz, siendo por breves instantes más profunda, era contrario a la forma de expresarse mediante su mirada que parecía rogar.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora