¹|125

24 1 1
                                    



—4 Marzo 1892, París-Francia. Ópera Garnier.


Iniciando el fin de semana, hoy parecía ser un Viernes bastante tranquilo, aunque Irina se sentía tensa y hasta algo malhumorada, tenía que despejarse, no se estaba llevando un ensayo complejo, tenía que poner su mejor cara.

-podemos concederles un merecido descanso- emuló Emma, atrayendo a Irina a la realidad, quien estaba a un lado del escenario, observando a sus chicas danzar, entre ellas de igual manera Meg y Christine.

-¿ah? ¡Claro! ¡Me parece excelente idea!- alzó Irina sin enterarse mucho de lo que su compañera maestra le había dicho, pero le pareció entender la palabra descanso, así que le vendría bien.

Observó a Emma acercarse a las chicas para darles permiso que se fueran a hidratar y se quitaran las pelucas o accesorios ya que retomarían el ensayo en 2 horas.

-levántate cariño- emuló Irina acercándose a Meg, para que su hija, le tomara de ambas manos y abandonara de una el suelo. -están esplendidas...

Añadió, teniendo cerca de su circulo a su hija, Christine y Emma, quienes estas dos últimas estaban compartiendo diálogos. Daaé, giró a ver a Irina para sonreírle conmovida mientras se veía como respiraba con un poco más de fuerza por estar bailando, Meg, justo alado se encontraba igual.

-vamos a quitarnos esto Christine- alzó la rubia más joven, señalando su cabello con accesorios, mientras tomaba a su amiga de un brazo y comenzaban a caminar una alado de la otra.

-tenemos que ayudarles, tienen pasadores justo detrás- alzó Emma a Irina, quien le asintió para seguir a ambas bailarinas y ayudar. Las cuales llegaron a el salón principal de vestuario, había pocas jóvenes ya, algunas se habían quitado el ostentoso vestuario o los pesados accesorios del cabello, mientras exclamaban que no podrían esperar a ver el resultado final de la obra...

-¡es cierto! ¡esta obra creo que le hace competencia a Hannibal! ¿no lo crees madre?- cuestionó Meg, sentándose en la silla justo alado de su amiga Daaé, que ambas estaban frente a un espejo. 

-creo que si, es la salvación de la casa popular- respondió Irina, mientras alcanzaba a su hija y comenzaba a visualizar que pasadores podría quitarle primero.

-¡fue una suerte que haya encontrado la obra Madame Giry!- exclamó otra joven caminando detrás de ellas. 

-¡por favor trate de buscar otra obra en los cajones de archivos! ¡no quiero interpretar a otra oveja como en las obras de Firmin y André!- interceptó otra joven que apareció del lado de Christine y Emma, las cuales rieron en conjunto al recordar tal obra. La Ópera cuenta con lazos estrechos y bastante confiables con una granja no muy lejos de aquí, los cuales, les proporcionan con libertad animales para cualquier numero. Pero esa ocasión Richard y Gilles, por alguna razón decidieron que sería más conmovedor y disfrutable, que los bailarines extras fueran ovejas danzantes, ¡una locura!

Irina no demoró en sonreír a tal recuerdo, ¡que vergüenza mostrar eso en el escenario con gente de la aristocracia entre el publico! Creerán que la casa Ópera, presenta números que sólo se ven en las academias de arte.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora