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Al regresar al Hotel y subir a su habitación, cada sala con sus respectivas camas tenían una bañera privada con escusado, espejo y lavamanos, muy completo, así que Christine y Raoul pudieron tomar un baño en sus respectivas alcobas.
Mientras Daaé estaba en el agua en una temperatura más alta, seguía pensante, lo de hace un momento en la carpa, existía una ardiente necesidad, no pareciera que a Raoul le molestase en absoluto de echo, le había tocó brevemente su hombro, suave, casi románticamente. Al encontrarse sentada en la bañera y sus brazos descansaban en sus rodillas, su mano caía en la misma zona en la cual previamente le había acariciado, fue, un toque tan gentil y dulce. Sólo provocando un alboroto en su corazón en una explosión de sentimientos, nervios, felicidad, curiosidad, comodidad, desespero por...sentirle más.
Podría apostar que Raoul ahora mismo se mantenía pensante en lo que acababa de ocurrir, Daaé sabe lo que siente por ella, supo como le trataba esto a su corazón, ¿habrá posibilidad de que se sintiera con la misma necesidad de ella, de...sentirle más? Tenía que admitir que no se sentía con el valor suficiente para cuestionárselo directamente, pero, algo en ella quería que Raoul diera un paso más a tomar la iniciativa de besarle, como en la mañana temprano de hoy.
¿Un paso más?
¿Podría sentirse con la astucia de seguirle el paso y...? No lo sabía, pero algo que si podía sentir justo ahora, era su corazón latiente en una velocidad mayor a la promedio.
Al salir de la habitación en una vestimenta optima para presentarse en un restaurante del Hotel, a casi las 4 de la tarde, que al llegar, no fue complicado agarrar lugar ya que una zona en el lugar se apartó para los integrantes de la familia De Chagny.
-Christine, Raoul que bien que llegaron, vengan vengan.
Marie, la madre de Raoul les recibió, a la vez que se levantaba con ellos para guiarlos con los demás que Christine aún no conocía pero, si la conocían a ella por ser la prima donna en la Ópera Garnier, de nuevo sintiéndose algo avergonzada por ser elogiada por su talento.
-no sabía que tu familia me han ido a ver a París- respondió Christine mientras ya se disponían a sentarse a su mesa, ya que estaban divididos en mesas de cualquier cantidad, hasta como ellos, sólo dos.
-ni yo lo sabía, pero no dudo que sigan yendo- respondió Raoul recibiendo el menú del mesero en turno, agradecieron la hospitalidad en lo que escogían la comida, compartieron una platica amena entre que Daaé recibía explicaciones sobre de vez en cuando ciertos ingredientes que no había escuchado.
Compartieron buenas bebidas no alcohólicas y comida rica que incluía mariscos al estar en una costa. Que, la próxima hora disfrutaron de la música del cuarteto privado en su zona, junto a una buena platica, tanto, que Marie desde la lejanía, veía tan risueño a su hijo, no estaba pasando mucho alrededor de Christine y Raoul, pero ellos estaban en una carcajada continua, no había visto a su hijo tan feliz desde hace mucho tiempo.
¿Ya habría de avanzar en la relación que alguna vez le habría contado? Posiblemente, veía como Raoul se dejaba dar cucharadas de la comida del plato de Christine en la boca y ella bebía de vez en cuando de lo que tomaba Raoul, le reconfortaba saber que la mujer que tanto buscó su hijo, durante años, que nunca dejó de mencionar, de proponerse a darle seguridad al formar una familia, darle un hogar, por fin estaba junto a él.
Conociendo a Raoul sabría que al saber que Christine es prima donna en la Ópera en París, siendo él el mecenas de la misma, sólo sentía en el pecho el hermoso presentimiento que haría todo lo posible para enaltecer su carrera, hasta en el otro continente.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Historical Fiction• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...