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—25 Febrero 1892, París-Francia. Ópera Garnier.
Ese mismo día, Christine se encontraba sentada a orillas de su cama, justo hace un minuto, Erik había abandonado su habitación, eran las 7 con treinta minutos. Era la hora de la cena, con ello, él mismo alegó tener un pendiente que no podría retrasar más, Daaé afirmó que iría a tomar la cena y quizá en una hora vendría de vuelta, para así no demorar en dormir.
Erik de últimas señaló que estaría listo para esa hora y así, juntos poder descansar. Christine, aún seguía pensativa, ya que, en días pasados, en él no era habitual este comportamiento, hasta ahora que, hablaron de ese tema tan controversial, en lo que fue la mañana...
Sobre el doble homicidio de esos hombres, que el oficial Lachapelle llevó a investigación, que, ahora podría dar constancia a que, el autor de los hechos fue Erik, asegurándoselo en esa charla matutina, pero, defendiendo que eran hombres a punto de cometer un crimen, que, pensándolo de esta manera, Christine no podría sentirse mas segura al enterarse como esos posibles agresores, no le harían daño, por la simple razón de...no seguir con vida.
¿Sentir consuelo por esa noticia, es desacertado?
Creía que era lo mejor, Erik le estaba protegiendo desde las sombras, se veía a salvo...
Él responsable de ello, se encontraba caminando enérgicamente con destino a la oficina de Irina, ya que, cuando regresó de haberse encontrado con Jeanniene y Pierre, para llevar a cabo su plan contra aquellos hombres, RedFord y Thurloe, se resguardó en el subterráneo, hasta que llegó la hora del fin del día de ensayos, pero, de camino a la habitación de Christine, el pasillo que daba amplia vista al faro, este, se encontraba con todas sus velas encendidas, esto, sólo hablaba que, Irina requería de su presencia...
Erik al notar las velas algo consumidas, podría tratarse que llevaban aquí ya algunas horas, o hasta quizá casi un día o dos. Esto le hizo recordar que él mismo se había dicho que, al observar como temprano, Irina abandonaba su oficina, con el oficial Lachapelle, vendría en un par de horas más. Así que, creía que era buen momento para hablar del tema...
Al escuchar esa voz, llamándole por su nombre desde la lejanía, a Irina le hizo girar sobre sus tobillos con rapidez, dejando la pila de papeles por revisar sin mucho cuidado encima de su escritorio...era él, Erik.
-lamento la demora, pero tenemos que hablar...- argumentó el espectro que ya llevaba desde inicio de año desaparecido a ojos de Irina, que, al instante de sentir su atención sobre ella, deseó no sentirse dichosa al recibir esa mirada dorada, pero fueron sus nervios traicionándola, al momento que su mente le arrojó los recuerdos de hace unas horas, como Irina se convencía que, quien le estaba besando era Erik, el hombre que tenía justo enfrente realmente ahora, sólo con la diferencia que, él, no era una visión.
La vergüenza le invadió, pero, era casi confuso, el enojo, se asomó igualmente a su pecho, la tristeza, rencor y culpa, fueron bienvenidos igualmente, dejándola al borde del abismo de ahora simplemente gritar y salir corriendo. Con, la cereza del pastel...Irina distinguió en el chaleco de Erik, aquel broche de una rosa bañada en plata, reluciente y exquisita.
Ese, apareció en el pecho de Erik, hace dos años, concretamente justo después de su trigésimo cumpleaños, ¿coincidencia? No lo creía, esto fue un regalo de Christine...
-¿ah sí? También tengo que decirte un par de cosas que no pueden demorar más...- se vio en la necesidad de ella romper la tensión que sentía en el cuerpo, ya que si se quedaba mirándole a ese par de ojos en dorado color, sentiría que perdería la cordura...
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Ficción histórica• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...