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-¿disculpe?- Irina, de verdad se encontraba sorprendida a lo que Vittore cuestionó -¿compromiso?
-sí...- Vittore, se notó algo nervioso, mientras pasaba sus dedos por su cabello haciendo que algunas ondas se movieran de sitio. -uhm, me dirá que soy un entrometido, pero, observé los anillos que llega a usar, ninguno en el dedo anular de su mano izquierda que hable en matrimonio.
Él señaló gentilmente las manos de Irina, observándolas momentáneamente.
-por esa razón le pregunté sobre el Vizconde De Chagny-añadió. Al escuchar, lo que Vittore se explicó, ella observó sus manos, vestía algunos anillos en diferentes dedos, no le había tomado importancia como ni cuando los usaba, pero al parecer, para Vittore era motivo de analizar.
-¿y...usted, para que quiere saber si existe un compromiso?- cuestionó devolviéndole la mirada.
-le seré sincero Madame, desde que la vi, me pareció una mujer encantadoramente hermosa- su voz, fue gentil y en su deslumbrante mirada azul, como un cielo despejado hablaba en sinceridad, esto, le provocó a Irina que su corazón volcara dentro de su pecho todo rastro de dureza de su parte.
-el cuestionar si existe algún compromiso, era, para preguntarle si aceptaría de mi parte una cita o alguna cena...- Vittore, dio un par de pasos hacía al frente, recortando la distancia de Irina tan sólo un poco.
Su relajada mirada le señalaba que estaba siendo honesto, a la vez que su gentil sonrisa trataba de encantarla, ella, ya se estaba dando cuenta que estaba pasando...Vittore, tiene interés en ella y desea una cercanía.
Pero...
-me alaga Monsieur, aunque...- Irina se detuvo abruptamente, sentía la respuesta —No, gracias. En la punta de su lengua, pero, por la ayuda que mostró hace un momento con el tema que acarrean de Esmurt Wilmot y Sullivan Keeler, pensaba rechazarlo gentilmente, ¿por qué razón?
Sentía que estaba cometiendo una falta con...Erik.
¿De verdad Irina? ¿Una falta con Erik? Él seguramente en este preciso momento se esta viendo con Christine y Giry aquí, manteniendo una especie de "fidelidad..."
Esto, le hizo que recordara como en su encuentro con Madame Giudicelli, se llevó acabo por la necesidad de Irina y como en el acto, imaginó aquellos dorados ojos, cegados de placer por ella, ahí, no tuvo este tipo de problema, ¿será...porque en ese tiempo, Erik no se reunía con Christine?
Este hombre delante suya, tenía su encanto, su delgada nariz enmarcaba lindo sus ojos azules, como la punta de algunos mechones de cabello se tornaban a rubios, cayendo sobre el borde de sus cejas. Mostrando el porte de un hombre recto y refinado, un poco más alto, con aspecto bastante cuidado, eran posibles factores que a Irina podrían llamarle, pero...no estaba segura si a un amor, pero a una cosa sí, al deseo.
Recordaba que pensó ir de nuevo a la mansión Giudicelli, con tal de ir con un hombre, aunque le dominaba la vergüenza, así que no fue genuinamente complicado olvidarlo, además de sentirse satisfecha con sólo pasar tiempo con Erik, mejor dicho, parecía satisfecha, los celos y sobre que ya no es dueña total de la atención del mismo espectro, le hacía exigir casi tomarlo fuertemente para hacerlo que le tocara...
Siendo casi una añoranza el que profanara su integridad sobre algún escritorio de cualquier lugar...se estaba convirtiendo en algo asfixiante. Pero...ahora, Vittore esta de pie ante ella, dispuesto a ser cercano.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Historical Fiction• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...