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Abría ligeramente sus ojos, recibiendo ante ellos una vista a una ventana que mostraba nada más que el color azul profundo de un amplio cielo, brillantes destellos quebradizos adornaban aquella manta con fragmentos morados, parecía tinta que se había derramado, era una hermosa vista nocturna.

Genuinamente estaba confundida, pero mientras se estiraba la suavidad de donde se encontraba acostada, le invitaba a no levantarse, era fresco, cómodo y relajante, pero...momento, ¿no tenía una actividad con Raoul?

Lo ultimo que recordaba era que estaban en un concurrido mercado, comprando algunas cosas necesarias, pero, después de eso, todo se volvió bastante confuso. Provocó que se alzara sobre sus codos ¿o acaso se habrá quedado dormida desde la mañana?

Momento, ella no tenía ventanas en su habitación...

-oh, despertarse...

Esa voz, giró para encontrarse con una figura alta, masculina que se acercaba a paso lento, su mirada nublada aun por un ligero sueño le hizo pensar que se trataba de alguien más, Daaé sabía que estaba con Raoul y que probablemente algo había pasado para estar en...su habitación, en su cama, ¡bueno eso sonaba bastante fuera del contexto normal!

Pero lo que acarreaba su vista y a la par de su cerebro, no era muy reconfortante, ante ella, por breves segundos al verlo recién de pie por el borde de la puerta, observó una cabellera marrón, junto a hechizantes ojos...dorados...

-ten, toma este té, no queremos mareos.

Raoul le tendió la taza, Christine se sentó rápidamente para comenzar a despejarse, tomando la taza en automático, su respuesta fue de igual manera —gracias. Con una sonrisa, pero, por dentro, maldiciéndose, no quería seguir viendo visiones donde no las debería de ver, sólo la hacía sentirse mal consigo misma, al no tener la decencia de siquiera apreciar la compañía de Raoul, él es él, ¡nadie más!

-¿que pasa? ¿te sientes mal?- cuestionó con sincera preocupación al notar la mirada algo perdida de Daaé, tal vez estaba reprimiendo el vómito.

-no, es sólo que estaba pensando en lo último que recuerdo, ¿tomé vino, no es así?- le respondió a Raoul con algo de vergüenza.

-sí, pero sabía que así no podrías estar para un picnic, y cuando caíste dormida te traje aquí a mi casa y te dejé descansar lo que necesitaras- alzó, mientras tomaba un sorbo de la taza que él tenía en las manos, y rodeaba la cama para sentarse en el mediano sofá que estaba a una lateral.

-lamento si...

Volvió a ser interrumpida con suma gentileza por Raoul.

-como dije hace algunas horas, no necesitas sentir lamento, no hiciste nada malo, creo que hasta fue divertido- respondió, con al ultimo mostrar una tan cálida sonrisa, pero hablaba en una expresión de estarse acordando de alguna imagen en su cabeza.

-¿que hice?- cuestionó nerviosa.

-¡nada! sólo estabas de risueña diciendo que el vino estaba bastante bueno.

Tuvo que excusarse, Daaé pudo relajarse aunque sea un poco, pero no podía recordar el momento exacto en donde pasó lo que acababa de oír, no recordaba mucho, más que no quería volver a la Ópera, y sabía la razón, pero no se la dijo...creía que era lo mejor.

-¿entonces el picnic sigue en pie?- cuestionó.

-ahora ya faltan quizá 15 minutos para las 2 de la madrugada, no creo que sea una buena hora para ello- aclaró Raoul.

-¡¿dos de la mañana?!- cuestionó asombrada, casi derramando el té.

-¿pasa algo?- esa expresión en Daaé, le sobresaltó de igual manera.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora