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-Sir, sería para mi un placer que me conceda el siguiente baile-Marlowe, se volvió a inclinar ante Raoul, pero manteniendo su contacto visual.

En ese instante él se sintió más que entre una pared y una espada, era de muy mala educación dejar colgada a una dama, su mordida se tensó al pensar rápidamente en una posible salida, pero el toque sobre su pecho le sacó de su preocupado pensamiento, era Christine.

-Raoul, baila con ella, no tengo problema-suspiró bajó. Su respuesta le vino de sorpresa, tanto que fue visible en sus ojos. -Es sólo un baile...

La sonrisa de Daaé que le brindó era sincera, ¿debía aceptar la petición de Mademoiselle Troboth?

-Christine...-apenas pudo susurrar, cuando la música volvió a sonar.

-Iré a tomar un descanso con las demás, necesito un sorbo de agua-alzó sonriente mientras daba un paso atrás, dándole a entender a Raoul que hablaba enserio, que tomara este baile con Mademoiselle Troboth. Ella no demoró más y pasó su mano por el antebrazo de Raoul para comenzar a guiar su caminar, se estaba tomando mucho tiempo para hacer contacto visual con esa de cabellera castaña rojiza, era razonable, esta mujer es hermosa, ¿quién no querría verle a la cara?

Fue necesario algo de empuje en Raoul para que se dignara a avanzar con ella, que, al llegar a la pista, su mirada baja, parecía lejana, como si él en si no estuviera aquí de pie frente suya.

-¿Raoul?- le llamó Marlowe. -Raoul.

Reaccionó, cuando dio un paso hacía él, recibiendo sus ojos azules, vaya espectáculo, eran el cielo y el mar atrapados en esos iris, su mirada parecía concentrada, pero no en ella, podría saber con certeza quien si tenía su atención por completo, esa otra joven mujer en su mente.

-Parece que eres unido a ella-susurró, cuando dio el primer paso a posicionar su mano en el hombro de Raoul y tomar su otra mano para formular el agarre, trayéndolo a la realidad y que la palma de su mano fuera a su cintura.

-sí, nos conocemos desde niños...-susurró en respuesta, en cada vuelta, un delicioso aroma llegaba a los sentidos de Marlowe, por su novedad, era obvio que pertenecía a Raoul, su aroma personal junto a un ligero toque de vino desde sus labios al hablar, le tenía cautiva, admirando cada facción en su rostro.

-¿desde niños eh? Vaya, ese es mucho tiempo-susurró con una falsa sonrisa, si creía que no tendría competencia contra esa mujer por su exorbitante belleza, ahora que entre ellos dos existiera un lazo desde la infancia, era, un golpe bajo.

La mujer dueña de la conversación entre Raoul y Marlowe, llegó a la mesa donde estaba sentada Meredith, quien por su embarazo, se mantenía descansando.

-¿cansada Christine?-cuestionó, mientras un camarero le servía una copa de agua, Daaé asintió mientras alzaba su copa por igual y recibía agua.

-además, Mademoiselle Troboth pidió bailar con Raoul, se ve buena mujer-alzó antes de sorber.

-¿Troboth? ¿Hablas de Marlowe Troboth verdad?-cuestionó, dejando su copa en la mesa, hasta inclinándose ante Daaé, al asentir a sus preguntas, Meredith se llevó sus dedos al borde de sus labios.

-Christine, Mademoiselle Troboth quería casarse con Raoul, no creo que te agrade saber eso y que ambos esten bailando...-añadió, mientras una expresión de incomodidad se reflejaba en su ceño tenso.

-Raoul mencionó algo, pero Mademoiselle Troboth sólo pidió un baile ambablemente- alzó Daaé, en su defensa.

-¿disculpa? ¿Mademoiselle Troboth? ¿Marlowe?-cuestionó una voz alado suyo, era Valentine, otra esposa de algún primo de Raoul.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora