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Raoul cuando regresaba con su espada al salón principal, dirigió su mirada a la figura masculina vestida en rojo y fue su terror absoluto cuando pudo distinguir el cabello caramelo color de Christine, ¿Por qué ese sujeto estaba dialogando con ella?
Pero no sabía si tal vez, le observó correr directo a él, que subió las escaleras, desapareciendo en el amplio descanso, que, antes de darse cuenta, se trataba de una trabilla en el suelo, sin dudarlo se dejó caer en el mismo, en persecución de ese hombre...
Cayó a una superficie que parecía falsa, el suelo era falso, pero su atención la robó el echo de que ante sus ojos, lo recibió su reflejo, mejor dicho, miles de ellos, estaba rodeado de espejos enormes ¿era una trampa acaso? pero por breves momentos vio un destello rojo brillante detrás de él, giró rápidamente en guardia, pero de nuevo su reflejo le recibió, varías veces pasó lo mismo, hasta que...¿empezaba a hacer calor?
Con el pasar de los segundos la temperatura subía enormemente, al ya no ver más a ese destello rubí, tenía que encontrar una salida rápido, pero los espejos que se movían, le hacían confundirse con las profundidades...
-¡Sir Raoul!
Esa voz, una enorme puerta se abrió a una lateral, era Madame Giry, apenas salió, ella le exigió —que se fuera, pero Raoul al ver que ella sabía como sacarlo de esa trampa en la cual había caído, ¿se podría tratar que sabía los movimientos de ese espectro en rojo? así que insistió en saber, ¿Quién era ese..."hombre"? Y ¿por qué se dirigió a Christine?
-¡váyase Vizconde!-alzó Madame Giry, caminando por un largo pasillo.
-¡Madame, necesito saber!-alzó siguiéndola, en ese segundo llegó Meg, a con su madre, desde justo detrás de ellos.
-¡Meg! ¡por favor no dejes sola a Christine, llévala contigo a tu habitación!-exclamó el joven, a la rubia.
-¿Qué sucede Sir?-cuestionó la menor, sin entender mucho.
-¡esa cosa desapareció en la Ópera! ¡no quiero que Christine este sola!-anunció, verdaderamente preocupado, Irina giró a su hija y le asintió, para que hiciera lo que le dijeron, la cual se fue rápidamente por el pasillo en el que llegó.
Raoul iba a hablar de nuevo, pero la mujer mayor se adelantó, apresurando su camino.
-¡Madame Giry!-exclamó.
-¡no tiene nada por que saber! ¡entre menos sepa, menos riesgo corre!-anunció encarando al joven.
-He escuchado a Messieurs Firmin y André mencionar a un Fantasma en la Ópera, si es ese hombre de allá, ¡tengo que saber más!-exclamó, alcanzando a la mujer, tomándola gentil del brazo, Irina estaba sin palabras.
-por favor, madame, ese hombre envolvió a Christine en esta situación, usted es mi única esperanza-decía, honestamente su mirada azulada transparente, dejaba a la vista que de verdad se encontraba preocupado...si Irina le hablaba del tema, tenía mucho que saber.
-tengo que saber a que me enfrento, tomar una decisión si Christine esta a salvo o no en la Ópera...
Al oírle, Irina alzó la mirada, era una idea similar a lo que ella deseaba, que el joven Raoul con Daaé, se fueran de la Ópera, con un trasfondo algo egoísta por no querer que la soprano este siquiera cerca de cierto espectro, pero al verle en esa tan traslucida mirada angustiada, podría apostar que el Vizconde la estaba pasando verdaderamente mal por...Christine, la mujer que amaba, no pudo evitar sentir pena, así que optó por tomarle la palabra.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Ficção Histórica• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...