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 —27 Agosto 1891, París-Francia. Ópera Garnier.

La obra —Carmen, aunque tenía a Christine como protagónico, Carlotta después de su regreso, se mantuvo merodeando por la Ópera, nadie se enteraba muy bien para que se trataba, pero logrando dos cosas con el paso de los días, hacer que integraran a su esposo, como un extra, en el coro de las canciones y después a ella.

Pero era obvio que no iba aceptar estar en el coro, o en el montón de chicas detrás de Christine, así que hizo que Messieurs Firmin y André crearan un nuevo personaje. Valerei una de las chicas que trabajan junto a Carmen, ella, estaría enamorada de Don José, persiguiéndolo varias ocasiones en la historia, que al final, después de asesinar a la protagonista, se fugaría con ella, con Valerei.

Honestamente era un giro bastante inesperado e inadecuado en la historia, a la vez que innecesario, pero uno de los motivos que aceptaron Firmin y André para acceder a re escribir ciertas escenas e implementar el personaje de Valerei después de que los ensayos ya habían empezado era porque aún faltaba para el estreno, sólo le pedirían disciplina, que Carlotta exclamó que era pan comido.

Madame Giudicelli, para ello vio necesario entrar a la fuerza en la oficina de esos directores, logrando convencer de implementar un nuevo personaje exclusivamente creado por y para ella, terminó de convencer a los viejos, con —una oportunidad de oro— a palabras de la misma pelirroja.

Levantar su falta por encima de su cadera, recargar su pecho sobre el escritorio, André ni corto ni perezoso, tomó por la cadera a esa hermosa mujer y recibió su parte de la oportunidad. Apenas terminó, Firmin la giró sobre el escritorio para poder mover la tela que cubría su abultado pecho y así abastecer sus deseos de tocarla.

En otra circunstancia Carlotta le hubiera roto la nariz de un puñetazo, pero pensaba que entre más rápido esto se acabara, podría regresar a ensayar o a su mansión, hacer lo que sea, ¡todo era más divertido que estar aquí! que dejar que estos viejos hundieran sus miserias en ella, bueno, intento de...

Sabía que habían bailarinas que se dejaban por este par, con más frecuencia, casi sentía compasión por esas mujeres, ya que, nada excepcional estaba pasando, esto para ella era un intercambio como en su temprana carrera llevó acabo, los tercos de Richard y Gilles sostenían la idea de mantener a esa niñata Daaé, sí era buena, pero ella no haría algo como esto para mantenerse en la cima.

A estas alturas, Carlotta contó con tiempo de recordar a Monsieur Amir, el director de otra casa popular, más pequeña claro, en Mâcon, recordaba las reiteradas ocasiones que sólo viajaba hasta ese distrito, únicamente para intimar con él —todo el día, por ello considerado su amante principal, pero de un tiempo atrás lo había analizado, que tal vez podría centrarse en el sendero de mujeres, posiblemente y mejor dicho, sus amantes principales, ser las demoiselles que estaban en su mansión.

Y, en el escenario, de nuevo todos presenciaron la potente voz de Madame Giudicelli cantar, tratando activamente de dejar atrás a Christine, pero ante los ojos de todos y de la misma soprano contrincante, era obvio que Mademoiselle Daaé, sobresalía, Carlotta lo notaba más que nadie, ella tenía más del medio año sin escucharle y todo lo que podría pensar era, —¡su voz! ¡su jodida voz lo que hizo fue mejorar!

Casi parecía magia, haciendo que toda la tarde se viera como una lucha campal, pero para eso se necesitaba de dos, cosa que no había, Carlotta era la única que genuinamente se veía irritada el no poder competir contra Daaé, todos rezaban para que la pelirroja encontrara resignación en su corazón y así dejar de intentar cosas, que evidentemente no podría lograr.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora