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Richard, no quedó inconsciente, sólo que, por el enorme dolor, no podía gritar, la vista se le nubló, sólo podía ver la luz de las antorchas de no muy lejos y las siluetas de aquellas dos mujeres, no, no fue un error el evitar desfallecerlo, aquella bruma, le golpeó, asertivamente, ya que, la verdadera intención estaba después...
Él, en el suelo sintió un agarre desde su cabello, que le hizo alzar la cabeza, tal vez se habría roto algo, ya que el dolor avanzó por toda su columna para concentrarse en su nuca y cadera. Era un dolor cegador, pero, su voz no salía, se sentía amordazado, pero sólo era el daño el responsable.
Pero cuando sus ojos, percibieron a la bruma espesa delante, unos brillantes y sombríos ojos dorados le recibieron.
-pobre diablo, ahora volverás al infierno.
Irina, observó como el Fantasma, amarraba por el cuello a Firmin y con el mismo lazo, lo arrastraba unos metros más. Jamás había oído tal sonido craquelado en un cuerpo humano, ¿esos sonidos habrán sido su columna hecha añicos?
Sólo leves quejidos eran hilos en el ambiente, pero eran ahogados, casi como si algo dentro de su cuello, que mueven las cuerdas vocales le estuviera evitando gritar, apostaría que se trataba de algo que no debía estar ahí, roto.
Al quizá avanzar 4 metros más, Erik lanzó el otro borde de la soga a las alturas, no tardando en ver ante sus ojos, como el cuerpo de ese hombre subía por los aires, mientras se retorcía al, apostaría, falta de aire, viendo sin ninguna salvación como su vida se le escurría por los dedos.
Anne Carlisle, la mujer que atrajo a Richard Firmin a este sitio, giró sobre su eje, para desviar la mirada. Es tan sólo una jovencita, con 19 años, pasando por esto. Irina le tomó por el hombro, mientras ella buscaba a Erik, el cual, no demoró en devolverle la mirada, más, fue casi por encima de su hombro, sin estar de frente y sin decir una palabra, se fue...
Pensaría que le iba a decir más, pero ¿Qué se puede decir en una situación como esta?
Además, le golpeaba en sus emociones, lo frío y distante que había sido Erik, desde la fuerte discusión a principios de mes, cuando llamó a una de las jóvenes afectadas, a petición de suya, para este plan, fue una comunicación velozmente, en la cual, le explicó a ambas, por medio de una carta, lo que debían efectuar, lo cual, al parecer se llevó sin mayor dificultad.
Pero...desde ese día, ¿Erik se ha dejado ver en su oficina? Por supuesto que no, pareciera que le estuviera evitando a toda costa, más, Irina no sabría como lidiar con el tema, sentía honestamente que esa última amplia discusión, fue un punto de quiebre, desde entonces Erik no era el mismo con ella...
El sonido de un quejido de bebé, le atrajo a la realidad, observó como ese Fantasma, se perdía entre esa tenebrosa oscuridad, Irina giró a Anne, preocupada por como se sentiría.
La mujer mayor le tomó para guiarla por la misma zona donde habría entrado, para, por fin, dar por terminado esto, dejando atrás el cadáver de Richard Firmin, quien nadie más sabría, —murió en el atardecer del 14 de Marzo, 1892.
-bien, parece que tendremos buenas noticias para las demás...-suspiró Anne, eludiendo siquiera pronunciar tan explícitamente lo acontecido.
-por supuesto...
Reafirmó Irina, para que, al estar por fin en la superficie de la casa Ópera, ahora se dirigieran a su oficina, ahí, se encontraba Victoria Dexter, sólo aguardando buenas noticias.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Ficción histórica• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...