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—26 Febrero 1892, París-Francia. Ópera Garnier.

En la tarde noche, cuando el reloj marcaba como finalizada la hora de la cena, en el otro pasillo de la gran casa Ópera, Madame Giry iba con destino a su oficina, tenía que llevar unas notas sobre el material usado en la obra, algunas cosas que ocupaban, para rectificar, ya que faltaban poco menos de un mes para la presentación. Pero al abrir su puerta, una sombra negra estaba dentro, un susto golpeó su pecho, a la vez que suspiraba de la impresión.

-¡Erik!

Alzó entre dientes, molesta, mientras cerraba su puerta rápidamente a sus espaldas, él giró a ella despreocupado, mientras en sus manos analizaba un pequeño cuarzo que la mujer tenía sobre su escritorio.

-¡te he dicho muchas veces que no entres así a mi oficina! ¡mi hija o cualquiera podría verte!-añadió con la misma forma.

-lo lamento, pero sólo venía a entregarte lo que acordamos.

Respondió, dejando sobre la superficie, varios papeles, Irina los reconoció, eran sobre la petición que deseaban Messieurs Firmin y André sobre la vigilancia que contratarían. Bueno más que nada, la petición ya estaba hecha, lo que haría ella sería modificar la cantidad de oficiales en la Ópera.

Aunque, a palabras de sus mismos colegas y bailarines las sombras los tenían de los nervios, a la par que algunos tramoyistas aseguran seguir viendo cosas muy claras en las alturas, algunos de ellos han amenazado con no presentarse más, si no se les asegura su bienestar al solucionar esta situación con el Fantasma, ya que, muchos estaban convencidos que era un intruso, por haber visto a un hombre en ese baile el 5 de Enero, ninguno quería terminar como aquel colgado en 1890...

Aunque existen muchas discusiones de si es un hombre real, de carne y hueso, o es un demonio en forma humana, pero todos terminan con la misma conclusión, —hagan algo por nuestra seguridad.

Irina podría contar con que el Vizconde De Chagny, esta del lado del personal de la Ópera, aunque sus colegas que antes vigilaban, ya tienen algún tiempo de no presentarse más, ellos no estaban contratados por nadie, eran conocidos del joven Raoul, que, creía además del terror que sienten Richard y Gilles, la amenaza por parte de los integrantes de la Ópera, debe ser mucho más pesada con el Sir apoyándolos...

Pero, Irina al volverse a enfocar en la realidad, su enojo era claro en su pecho, Erik, se dejaba ver bastante tranquilo, como siempre, de pie ante el escritorio. Ella no podía tensar más la mordida, veía esta situación sumamente riesgosa para Erik y él, no parecía genuinamente preocupado que podría existir vigilancia por toda la Ópera, que algunos de esos ojos llegasen a verlo...

Todo, porque el espectro, asesinó dentro de la casa popular a Lord Wilmot, un colega bastante cercano de Messieurs Firmin y André, que, aunque los mantenía aterrados desde que se dejó ver ese 5 de Enero, ellos temían que su destino fuera similar al de Wilmot, más no creía que desearan levantar alguna investigación exhaustiva, además de no tener contra quien, relativamente, se sentían presionados con, —Don Juan Triomphant, encima. 

A la par, habían recibido el asesinato de ese Lord como una sonora advertencia del Fantasma, ya que sus ojos vieron a un hombre amenazante con espada, vestido como la parca en aquel baile, pero al desaparecer en el suelo entre fuego y humo, creían que era una especie de demonio...

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora