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—22 Junio 1891, París-Francia. Ópera Garnier.

Raoul como todos los días, llegaba a la hora exacta, entrando a la Ópera Garnier, saludó a los maestros, pero sin tener a primera vista en las bailarinas en el enorme escenario a Christine, al preguntar a una maestra que estaba justo alado, ella le comentó que estaría con Mademoiselle Giry, posiblemente en su habitación, ya que la joven rubia se encontraba con ciertos dolores de barriga.

Dudoso en subir unas escaleras, ya que se trataban de habitaciones más privadas de jóvenes, se quedó de pie justo al borde, mientras pensaba que hacer.

-Oh, ¿busca a alguien Vizconde?

Una juvenil voz llegó desde su lateral, pero al apenas tratar de girar, una mujer de negra cabellera pero verdes ojos apareció delante de él, en un ágil movimiento.

-Mademoiselle Daaé, ¿podría por favor llamarle?- cuestionó.

Notando como la misma joven, le miraba atenta a los ojos, para fugazmente desviar su mirada a sus labios, pero no dejando rastro al mirar por encima de su hombro al pasillo que Raoul no se atrevía a entrar.

-oh vaya, ¿por qué querrías hablar con ella? Esta muy ocupada cuidando de la fiebre a la niña Meg- afirmó, con una osadía en su voz, casi sin preocupación alguna.

-¡vaya! ¿esta grave Mademoiselle Giry? ¿Podría preguntarle a Christine si necesita algo para cuidarle?

Su preocupación se mostró al momento que tomó por el borde el pasamanos de las escaleras, captando la atención de la mujer delante suya.

-¡no lo sé! Pero apostaría que está bien, una siesta y estará como nueva.

Una sonrisa burlona apareció, Raoul sin saber que más decir, pensando que la joven se encaminaría a llamar a Mademoiselle Daaé, la misma alzó una mano ante él.

-Collymor, Prudence Collymor.

Raoul al ver el intento de presentarse, sabía que dejarla con la mano colgada era de muy mala educación, pero Christine estaba por encima de todo hasta de si mismo.

-Mademoiselle por favor, le pedí que le hablara a Christine, si no va a hacerlo, permítame pasar.

Dio un paso al escalón, con una mano en el pecho, mostrándose educado, pero no quería perder más tiempo.

-Y yo pedí el ser bailarina principal desde hace 4 meses, y los directores no me lo han dado, ¿tengo que acostarme con usted para tenerlo?-cuestionó con atrevimiento.

Ni tiempo le dio de responder, un pesado agarre cayó en su hombro y una rasposa voz habló.

-Monsieur De Chagny, justo al que queríamos ver, ¿tiene un momento?- fue Richard Firmin. -¡oh! ¡Mademoiselle Collymor! ¿de que hablan ustedes dos?

Raoul honestamente no quería ningún malentendido que se propagara como fuego sobre pólvora y que llegue malamente a oídos de Christine, ya estaba buscando una respuesta por si la mujer delante suya le lanzaba la culpa.

-¡nada! ¡nada! ¡sólo lo saludaba!- se excusó rápidamente la mujer.

-Disculpe.

Ya no quería verse envuelto más en esto, así que avanzó por las escaleras dejando atrás al par.

-¡Vizconde!-le habló Firmin.

-sólo deseo ver a Christine, un momento- respondió casi sin mucha importancia al hombre a la distancia, algunas veces esos dos, Gilles y Richard, podrían ser peores que unos asnos, tercos y sosos.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora