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-vaya lo que hizo Marlowe de verdad es cuestionable- alzó sorprendida Christine, después de que Raoul contara su parte de esta compleja pero amarga historia. Había oído todo mientras terminaba sus frescos aperitivos.
-lo sé y creo que las consecuencias de estar tan tenso en esos instantes hasta ahora los veo reflejados- alzó Raoul mientras se llevaba su mano a su nuca, y alzaba la cabeza hacía atrás.
-¿te duele algo?- cuestionó preocupada Christine, mientras alzaba su mano para tocarle el hombro.
-sí, el cuello junto a toda la zona de los hombros- respondió, dejando al aire un quejido entre cada palabra. -¿Podríamos dormir en el suelo esta noche? Me vendría bien algo firme para mi espalda.
Christine desvió la mirada a la amplia zona acolchonada que habían formado con mantas, cobertores y almohadas, era suave para sus rodillas, pero todavía podías sentir el suelo debajo, no era molesto, de verdad que le vendría bien acostarse aquí.
-uhm, ¡claro! ¡Sí tú lo quieres y te sientes cómoda durmiendo en el suelo! ¡A mi me fascina, increíblemente me ayuda a cuando me siento muy cansado y...!- Raoul, se apresuró a responder, tal vez el que Daaé haya desviado su mirada a observar la zona donde se encontraban sentados, era por un sentimiento profundo de desagrado en permanecer en el suelo a tal grado de pasar aquí la noche, ella desearía dormir en su respectiva cama.
-¡no no! No tengo problema con dormir aquí, también en verano, desde que éramos unas niñas, Meg y yo nos acostábamos en el suelo- se apresuró a responder, con una amplia sonrisa, no quería que Raoul pensara algo erróneo.
-esta bien...-suspiró tranquilo, relajando sus hombros, bueno, sus tensos hombros, mientras los movía por último en un circular ángulo. Con ello, sólo hablaba de lo posiblemente muy cansado que se encontraba.
-puedes recostarte un momento, aquí- alzó Christine, atrapando la atención de Raoul, él fue espectador de como ella palpó su regazo que cubría una tela azul marino, se veía tan ligera y fresca, que esa superficie parecía las olas del mar. Daaé, hizo a un lado su bata, para despejar la zona de sus piernas donde, si Raoul lo quisiese, recostaría su cabeza.
-¿acostarme ahí?- cuestionó, su reacción casi de sorpresa le causó mucha ternura a Christine, ella sonrió afirmando lo que Raoul preguntó, volviendo a palpar sobre sus piernas.
Él por su parte, no pudo evitar sentir una emoción comenzar a formarse dentro de su pecho, creciendo rápidamente, que sólo se reflejó en su tensa mandíbula, logró medio relajase cuando su cabeza cayó en las piernas de Daaé.
Tragó fuertemente saliva al instante que cuando dejó su peso, las primeras palabras que cruzaron en su mente fueron —ah...pero que suave.
No pudo evitar que su sonrojo no fuera evidente, ya que, al chocar miradas con Christine, sintió un suave toque en la corona de su cabello.
-tranquilo Raoul, si como un pedazo de pan, no te tiraré migas sobre tu rostro-suspiró, mientras pasaba sus dedos por sus castaños mechones, despejando su frente.
-no importa si lo haces, yo estaré agradecido- su respuesta, hasta que la emuló, se dio cuenta que debió quedarse en un pensamiento, sólo provocó que sintiera más calor subir a sus mejillas, pero a toda esta vergüenza, la recompensa fue tener ante sus ojos a Christine reírse en una tierna carcajada.
-¿qué opinas si te cuento como me lo he pasado mientras descansas un poco?- cuestionó, sonriente. A Raoul le pareció una excelente idea, quería escucharle hablar, que, cuando su suave voz inundó la habitación, junto con un apenas audible ruido de olas del mar rompiéndose en la orilla, fue la cereza del pastel, sentir los finos dedos de Christine pasar por cada hebra de su cabello, podría morir así, podría acabar su vida aquí y sería él quien agradeciera la increíble oportunidad de irse en estas condiciones.
Su suave almohada semi tibia que le sostenía la cabeza, una delicada voz acariciando sus oídos, junto a una satisfactoria sensación en su cabello, le hicieron que a cada segundo le pesaran más los ojos. Pero quería seguir siendo merecedor de observarle el bello rostro, junto al gratificante choque de su voz, aun así, la relajación le estaba alcanzando...esa melodía se comenzó a oír en el fondo de su cabeza, no estaba profundamente dormido, si no, dormitando cuando, le llamó a su atención el verla ante él, Christine se encontraba mirándole con una hermosa media sonrisa, pero su mano se encontraba sosteniendo su mejilla, su mirada tan dulce le llamaban...
Podría besarla en cualquier momento, deseaba con todo su corazón hacerlo, pero, su pulso acelerado lo trajo a la realidad, Raoul, se encontraba soñando semi despierto, le despertó unos profundos golpes desde el interior de su pecho, su corazón se encontraba en una carrera.
Semi consiente, pudo sentir que su ritmo había incrementado gracias a la imagen de Christine sosteniéndole la mejilla, pero, lo había soñado ya que, si sentía un toque en esa zona.
Cuando abrió los ojos, tan sólo un poco más, pudo observarle aun hablando, pero un poco inclinada, tal vez se encontraba agarrando algo de la variedad de aperitivos que estaban esparcidos por el cobertor. Provocando que su pecho tocara apenas y el rostro de Raoul, quizá ella no lo notaba ya que seguía hablando sonriente, pero era el suficiente toque para que a él le despertara. Esto provocó su sueño...ya que podía sentir el tibio calor corporal de Daaé.
Aunque, tomándose el tiempo para analizar la situación, lo que le había despertado, fue el hecho de que su pulso subió a 1,000, haciendo que perdiera el control sobre su cuerpo, permaneció sumamente quieto, con la esperanza de que este nuevo problema pasara desapercibido en lo que pensaba que hacer. Podría volver a exigir relajación extrema si se concentraba y respiraba hondo, pero, al siquiera intentarlo, Christine dejó su copa sobre alguna zona segura, haciéndola que de nuevo se inclinara, volviendo a provocar el ligero toque en el mismo sitio, fue la gota que derramó el vaso, ya que, si Raoul pudiera tener control, ahora, era un caso perdido, cuando sintió los límites de su prenda de vestir en la zona de su entrepierna, fue momento preciso para excusarse...
-¡lo lamento Christine!- exclamó, entre dientes, mientras casi de una se incorporaba sobre si. -debo ir al baño...
La rapidez con la que Daaé, observó a Raoul sentarse y levantarse, fue impresionante, a la vez que apresuraba su caminar rodeando el sofá. Y cuando no tuvo casi visión de él, le volvió a hablar.
-¡no demoraré! ¡por favor discúlpame!- exclamó, apenas en medios segundos, para volver a su camino y perderse por el pasillo del fondo. Christine volvió a si, algo extrañada, ¿Raoul se encontraba bien? No pareciera que fuera lo contrario hace unos minutos, pudo sentir su respiración hasta profunda y lenta, eso hablaba de que habría de dormir, aunque sea un poco.
Pensante, sólo lo que había ocurrido era esto, que él se encontraba recostado sobre sus piernas, ¿haberle tocado y acariciado el cabello habrá sido que le colocaran de los nervios? ¿O tal vez recostarse sobre ella? Podría ser, y...¿si los nervios le jugaron mal a Raoul...?
Daaé, sintió el calor subirle a las mejillas, al pensar en esta posibilidad, bueno, no era nuevo, ayer por la noche, cuando...Raoul le besó de aquella manera tan, atrevida, sus cuerpos encajaban, el suyo encima de él. Con un empuje desde sus muslos internos que con el pasar de los minutos, fue cada vez más evidente de que se trataba.
Si Raoul había experimentado ya esto, ayer por la noche, ¿por qué ahora era diferente?
Deteniéndose a pensar un poco, creía que podría ser obvio, por la simple razón de, la anterior ocasión se encontraban en un ambiente algo distinto, se besaban y le permitía tocar su cuerpo, ahora, no estaban en la misma situación. Tal vez que Raoul lo hubiera hecho evidente, pensaría que le podría incomodar o intimidar a ella, más con lo que habían hablado que, no debía ocurrir...
Así que decidió salir corriendo de este escenario antes de que ella se diera cuenta y vaya que funcionó, Christine no notó absolutamente nada, hasta ahora que uniendo los cabos sueltos, todo lo hacía evidente. Bueno, le ahorraría la incomodidad a Raoul de tocar el tema, ya que apostaría que le daría vergüenza, mejor seguiría como si nada hubiera ocurrido.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Historical Fiction• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...