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22 de Agosto, era el día del picnic, mientras Daaé recogía la canasta que había dejado en la alacena con permiso del chef de la cocina.
-¿va a salir sola?-cuestionó el hombre del otro lado de la barra.
-¿sola?
-sí, esa canasta es para un picnic, ¿de verdad va a salir sola?-cuestionó de vuelta aquel chef.
-uhm, no, de echo saldré con alguien-respondió mientras veía el interior de la canasta, en una clara señal de desinterés a lo que el sujeto le estuviera diciendo.
-oh, ¿de quién se trata? ¿de su amigo? ¿pareja? ¿amante?
Christine no encontraba como cortar la conversación, debía estar lista en cualquier momento llegaría Raoul, aunque justo ahora, deseaba que por alguna razón, llegara más temprano de lo esperado.
-Christine- alzó una voz conocida desde detrás, su salvación.
De Chagny llegaba a paso veloz a ella, estaba extasiada con solo verlo, él tomó la canasta en sus manos.
-¿cómo estas mon amour?-alzó, girando a ella, pasando su mano por la cintura de Daaé, era un movimiento para acercarle a él.
Dejándole un muy profundo beso en los labios, sacándola de su tranquilidad, casi pudo jurar que sintió una ligera presión que tal vez fue la lengua de Raoul. Sus sentidos y su corazón no hizo más que saltar en su pecho, fue algo repentino, pero moría de la emoción.
-bien, estoy lista-susurró, su voz la estaba traicionando, tal vez era porque se encontraba algo nerviosa.
-entonces vamos, ¿todo listo?-cuestionó, mientras Raoul miró rápidamente a ese hombre del otro lado de la barra. Ahora el mismo se encontraba callado y casi despistado, no había escuchado nada de lo que pareciera que le hablaba, pero no dejaba su atención de ese tipo.
Al asentir, Raoul le guío fuera.
-llegaste a tiempo, ese hombre estaba algo insistente de querer saber con quien saldría-respondió, mientras bajaban las escaleras de la Ópera.
-tenía un presentimiento, pero sabes que siempre estoy para ti, si te vuelve a insistir dile que eres mi esposa...- Raoul decía mientras abría la puerta de la cabina. -y no dudes en decírmelo ¿de acuerdo?
-claro- respondió Daaé, mientras una pequeña caricia en su mentón se dejó sentir, toque que hizo Raoul con la yema de sus dedos.
No se demoraron en ponerse en camino al lugar donde Raoul había sugerido hacer el picnic, se trataba de —los Jardines de Luxemburgo, a aproximadamente media hora, aquí en el distrito 6 de París, el día se dejaba ver bastante lindo, el cielo azul con algo de nubes quizá les cobijaría del Sol, además de haber una brisa templada, lo suficiente para aminorar el calor de verano, era perfecto.
Después de dejar el carruaje en una zona destinada, optaron por el resto llegar caminando, el enorme prado se dejaba ver tan verde y fresco, Raoul sostenía la mano firmemente de Daaé mientras buscaban un lugar perfecto, cuando la castaña divisó un árbol a la distancia, estaba en una pequeña colina, no sería incomodo ni estarían a la vista de las posibles personas que pasarían de igual manera, ya que había colinas más altas.
-este lugar es perfecto, será justo aquí-alzó, mientras emocionada admiraba lo fantástica que había sido su elección.
-adoro tu emoción.
Confesó, mientras dejaba la canasta en el suelo, su corazón estaba conmovido, Daaé tenía una pose corporal victoriosa, brazos arqueados y puño cerrado apoyado al borde de su cadera.
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The Phantom of the Opera||El canto del Ángel
Ficção Histórica• 1890, París Francia Christine Daaé vive en la Ópera Garnier como una bailarina estrella, pero cuando el antiguo director anuncia su retiro, ella recibe una oportunidad de mostrar su talento, sin contar que llamaría la atención de su ángel personal...