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—6 Junio 1891, París-Francia, Ópera Garnier.

Los ensayos comenzaron apenas concluyeron con el escribirla y a la mañana siguiente, a la par que recibían a Mademoiselle Daaé, por el Vizconde en la Ópera, muy temprano, podrían empezar este mismo momento, ahora, dejando sobre la mesa la obra  —Coquelicot de feu.

Las líricas situarían a Daaé, en el papel de una soprano, con una voz tan poderosa, que logra invocar a un dragón y a una sirena, los dos se enamoran de ella, lucharan por su amor, pero por error, aquella soprano cae en medio de esa pelea muriendo entre ambos, los dos al darse cuenta de la tragedia deciden vivir con la pena, cantando sus melodías por todo el cielo y mar. *Amapola de fuego.

Una peculiar puesta en escena, tenía que admitir, pero al interpretar a una soprano profesional, eso llamaba a que iba a explotar su rango bocal demasiado y eso le emocionaba.

Veía como estaba ensayando con Mademoiselle Arnaud, Neven, su nombre, la mujer que encarnaría a la sirena. Mientras que detrás suya estaban edificando al gran dragón de un color azul, contrario al rojo de la cola de la otra criatura mística.

Ahora, habían roto tiempo récord para la venta de entradas para —Coquelicot de feu, y la fila enorme rodeando la Ópera no se hizo esperar, todo porque el poster publicitario que se cuelga fuera fue terminado y colocado antes de lo previsto, cuando aún habían ensayos y casi a la falta de medio mes para el estreno, el público amaba tener más obras en el mes, ya que antes, tenían una obra máximo cada 31 a 33 días.

-¡es una maravilla!

Alzó Monsieur Firmin mientras observaba desde alguna estancia segura en las alturas de la entrada principal de la casa Ópera, la fila de impacientes personas por llegar a la taquilla y adquirir su ticket para asegurar su asiento, para una función en unos días más.

-Y todo por Mademoiselle Daaé- llamó André llegando desde una lateral, su colega giró al oírle, observando como el hombre se despedía entusiastamente de una bailarina.

-¿contento?- cuestionó a su colega mayor, sólo recibiendo como respuesta que se pasara un pañuelo por la zona de su frente hablando en cansancio. Iba a proseguir con su dialogo, pero la voz delgada de la bailarina de hace un segundo habló.

-¿pero si me dará alguna vez el protagónico?

-claro que si linda, te veo esta noche- le respondió sumamente despreocupado el hombre mayor, sin siquiera mirar a la joven, pero ella en su inocencia, sonrió casi ilusionada para alejarse en saltos.

-¿le prometiste un protagónico? Es sólo una bailarina secundaria- exclamó Firmin.

-¡lo sé! Pero también lo fue Daaé, como me hubiera encantado descubrirla nosotros- le respondió su colega de blanco cabello. El más alto borró su leve expresión de algo de asombro a una relajada, casi como si supiera lo que Monsieur André quería decir.

-cómo me hubiera encantado ver de primera mano sus...

La expresión de Firmin con sus manos fue de su palma abierta a la altura de su pecho, captando la atención de su colega, causando una carcajada cómplice de ambos, pero el mayor irrumpió.

-pero algo me dice que fue el destino que no pasó, el fantasma al parecer tiene control sobre Mademoiselle Daaé, tal vez terminaríamos mal...

El canoso, llevó su mano a su cuello, tomándolo con la palma de su mano.

-¿de que hablas? ¿hablas de muertos?- cuestionó estupefacto Firmin.

-ya viste como terminó aquel hombre que se infiltró hace algunos meses, creo que es mejor dejar a estas mujeres, esta Ópera y simplemente seguir adelante

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora