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El aire que llegaba a sus pulmones era jalado con fuerza, hinchando por completo su tórax. Christine seguía sentir su cuerpo temblar, ya no tenía voz para otro acto a su cuerpo.

-¿deseas agua amor?-cuestionó Raoul, su voz algo entrecortada por arrastrar el aire a sus pulmones le hablaban en agotamiento. Hace sólo un minuto se había recostado con mucho cansancio alado suyo, pero aún rodeándola con el brazo por encima del abdomen.

-si, pero descansa un poco- Daaé, giró a mirar de frente a Raoul, encontrándose con medio rostro hundido en la almohada, él lanzó una ligera risa, si sentía su cuerpo pesado por el esfuerzo físico, tenía que admitir que gustaba de tomar a Christine entre sus brazos y poder acomodarla o alzarla de otra manera cuando menos se lo esperaba, para deleitarse con el asombro de su bello rostro.

Le miraba con los ojos forzándose para no quedarse dormido, encontrándose con un azul marino oscurecido ahora por el cansancio, con su pupila dilatada. Su cabello castaño cayendo sin cuidado por encima de su frente. Christine pasó su mano para tocarle el rostro, pasando por su oreja, tocando su nuca y cuando llegó a esta pasando por su musculo trapecio, observó como Raoul se estremeció, pero soltando una risa.

-¡sentí cosquillas!- exclamó. Daaé, le observó tan sonriente causándole un calor muy lindo en el pecho, como si un abrazo se tratase.

Así que volvió a retomar su camino a seguir bajando por la espalda de Raoul, su piel era uniforme al igual que suave pero firme a la vez, las yemas de sus dedos pasaban por cada musculo de su espalda, ya entendía porque el rendimiento de Raoul era optimo desde que comenzaron con esta intimidad, su cuerpo estaba trabajado en esfuerzo físico.

Llegó un momento en donde las ganas de abrazarle le invadieron y Christine rodeó su espalda para hundir su rostro en la mejilla de Raoul, dejándole un beso. Compartiendo una risa cómplice, en este mismo instante Daaé sentía una explosión en el pecho, se trataba de felicidad, con un sentimiento profundo de correspondencia, su corazón no podría sentirse más a salvo.

-Raoul, iré a por un vaso de agua, te traeré uno- anunció en un susurro, creía que se encontraría dormitando ya que sólo fue audible un ligero quejido. Daaé sonrió mientras se incorporaba de la cama, había tomado la camisa de Raoul para vestirla en lo que iba y venía.

Fue cuestión de unos minutos llegar a la cocina atravesando el largo pasillo con la iluminación de las bombilla, dejando hasta una apariencia cálida. Que cuando estuvo de regreso a la habitación, optó por dejar un vaso de cristal sobre la encimera que estaba justo en la chimenea.

-¿quieres que la encienda?- suspiró Raoul, desde la cama, que, al girar a él, se encontraba semi recostado en la cama mientras que una mano la pasaba por su rostro.

-me parece bien, la habitación esta en penumbras- señaló Daaé, mientras le observaba salir de la cama, tomar el pantalón de su pijama y llegar a si. En sólo dos pasos pudo inclinarse a ella para dejarle un pico en los labios, pero bastante húmedo, casi creía que pudo haber sido su lengua pasando por encima.

Raoul sin más esfuerzo colocó algo de madera previamente dejada en un pequeño cuenco justo alado y con un sólo cerillo pudo encender el fuego. Cuando se volvió a erguir ante Christine, le sonrió antes de que con ambas manos las posicionara sobre su ancha cadera, con intensiones de empujarle a él, apostaría para empezar un beso.

The Phantom of the Opera||El canto del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora